Opinión
Por
  • Javier García Antón

Peleas de gallos

Vuelo del Virgin Galactic
Vuelo del Virgin Galactic
VIRGIN GALACTIC / HANDOUT HANDOU

LA DIMENSIÓN de la realidad se mensura en la apreciación del entorno que envuelve lo inmediato. Mientras despega el nuevo Gobierno (¡suerte!), los españoles nos desenvolvemos entre los sofocos meteorológicos y víricos. Nos calienta el sol y los números, que en el fondo han sido socios en la eclosión de la ciencia desde la antigüedad. La nuestra es época de peleas de gallos, entre Sánchez y Casado, entre Abascal y Díaz, entre Ayuso y Aragonès, entre el Madrid y el Barça, entre las potencias mundiales. Y pocas disputas están tan adornadas por la creatividad como las que protagonizan esos jóvenes que rapean callejeramente para alcanzar la gloria. Si alcanzaran el ingenio y la voz de Javier Badules (al que le propongo que se adentre en ese género en el que arrasaría), serían sublimes. Pero, como diversión y como ejercicio entre lingüístico y musical, no está nada mal. Sólo chirrían cuando, desde los límites entre lo razonable y la inmoralidad, se tiran hacia lo obsceno y ofensivo.

Pero ninguna alcanza tanta altura como la lid en la que están enfrascados tres tipos que coronan las listas de ricos: Richard Branson, Elon Musk y Jeff Bezos. El de Virgin Galactic realizaba ayer el primer vuelo suborbital que Blue Origin (de Bezos) no reconoce como espacial aunque tampoco está claro que su prototipo superará con holgura esos 80 kilómetros desde el suelo que marca la línea ficticia. Mientras, el SpaceX de Musk se reivindica como el único preparado para un auténtico turismo hasta el infinito y más allá. Conociendo a esta trinidad multimillonaria, quien piense que estas rutas son como las de Avanza pero en vertical vive en la inopia. Aquí, amigos, se disputan juegos de poder. Al loro.