Opinión
Por
  • Javier García Antón

Un mensaje para Pilar

Pilar Alegría
Pilar Alegría
S.E.

SOSTENGO buenas expectativas con la nueva ministra de Educación. Quizás es porque conozco a Pilar Alegría. Porque le he escuchado discursos como el de la graduación de mi hijo en la San Jorge en la que demostró, dentro de la buena calidad oratoria, de todo menos sectarismo. Porque en nuestra última conversación en Huesca exhibió capacidad crítica respecto a los defectos en la gestión de la pandemia, lógicamente reivindicando los que consideraba aciertos. Y porque no puedo sacrificar mi coherencia, yo que creo en la libre elección de centros, por su libre elección de centro en la privada. No juzgaré a Celaá en la piel de Pilar Alegría. A partir de ahora, sí que será dueña de los actos del ministerio y sus decisiones.

Convencido como estoy de que se ha desaprovechado una gran oportunidad para repensar y redefinir la Educación con una ley insuficientemente estudiada y sobre todo hurgada al pacto y la escucha, sí me gustaría lanzar un mensaje a Pilar, que es el de Pandora de Javier Sierra. En la magnífica obra del turolense, Assumpta Rocamora, una octogenaria vecina de Verges, espeta a las dos protagonistas de la novela que nuestro peor enemigo siempre ha sido la ignorancia, que mata. “¡Y esa sí es una plaga difícil de erradicar!” En su sabiduría popular que pesca en la memoria transmitida desde antes ya de la peste negra hasta nuestros pesares de hoy, reivindica la atención a las lecciones que albergan los viejos.

Porque no podemos esconder el Mal como si ocultándolo lo venciéramos, Pilar, hay que apartar los dogmatismos (siempre que un dogma cae, un nuevo mundo nace, sentencia la novela) por la peligrosidad de su imposición y ponerlos en cuarentena, porque la verdad fluye desde la observación, la reflexión y la libertad.