Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Cuando la inflación empieza a escocer

El mes de enero acaba con el derrumbe del precio de la electricidad
El mes de junio acaba con un gran repunte del precio de la electricidad
EFE

LA INFLACIÓN ha desaparecido prácticamente de nuestras agendas desde hace casi una década. Era el azote de los españoles cuando los precios se desbocaban en muchos casos hasta los dos dígitos de año en año y constataban cómo mermaba el poder adquisitivo por la evolución inferior de los sueldos respecto a la cesta de la compra y el resto de valores en el mercado. Lo fue, además, en los tiempos de la “estanflación” en los que su fuerte ritmo coincidía con el alto desempleo y el estancamiento del PIB, para desesperación de los ciudadanos.

La provincia de Huesca lleva ahora, después de un año seguido de reducción oficial de los precios, cuatro meses en crecimiento y la diferencia interanual es del 3,6 %, dos décimas más que la media nacional, impulsado el IPC sobre todo por la luz, la vivienda y el transporte. Y decimos “oficial” porque a los consumidores no se les escapa, cuando van a realizar las compras diarias, el crecimiento de los guarismos en un buen número de productos de primera necesidad que, sin embargo, como en el caso de la alimentación, apenas repuntan en las fuentes estadísticas un punto porcentual. La realidad es muy otra y es lo que provoca desconfianza.

No pocos economistas argumentaban que el tono plano del Índice de Precios de Consumo representaba un hándicap para el crecimiento económico. Al respecto, hay ideas para todos los gustos y colores, pero de lo que no cabe duda es de que en un país y una provincia con un porcentaje de desempleo muy importante, con un volumen potente de trabajadores en ERTE y con una alta incertidumbre, el hecho de que la inflación empiece a avivarse cuando menos suscita incomodidad y hasta cierto enojo en las economías domésticas. Habrá que estar atentos.