Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El dilema de la vacunación obligatoria

Vacunación de una joven en el Zendal de Madrid.
Vacunación de una joven en el Zendal de Madrid.
Agencia EFE

EL DIRECTOR del Laboratorio de coronavirus del Centro de Biotecnología del CSIC, Luis Enjuanes, a la sazón artífice fundamental de la solución preventiva de aplicación nasal que se anuncia para el año próximo con el sello “made in Spain”, enfrió ayer las expectativas del Gobierno sobre la inmunidad de rebaño para el mes de agosto al asegurar que no llegará el anhelado estado de relativa tranquilidad hasta el otoño. Quien fue loado como paradigma de la ciencia española por el anterior ministro del ramo, Pedro Duque, puso el dedo en la llaga de una cuestión peliaguda, como es la obligatoriedad de la vacunación anti-covid por tratarse esta pandemia de un problema de salud general, esto es, pública, y por tanto existiría un interés supremo por encima de la libertad de aplicar las dosis a todos los ciudadanos.

La inquietud del investigador, que coincide básicamente con la de la práctica totalidad del colectivo científico español, europeo y mundial constata las lagunas que la legislación tiene para emplearse a fondo en una batalla tan cruenta y compleja como es el combate contra la covid, contra un virus que no encuentra puertas en el campo y que se ha llevado a nivel mundial más de cuatro millones de vidas mientras en España, a pesar de los datos oficiales, supera holgadamente el centenar de miles. La exigencia legal de las vacunas topa con cuestiones no sólo legislativas, sino también éticas que conviene analizar y perfilar de una manera sosegada y rigurosa. Quizás por este contexto de cierta depresión generalizada en el que nos encontramos pensamos que, tras ésta, llegarán otras epidemias y habrá que articular un nuevo marco para responder a los desafíos para la sanidad y para el desarrollo. Lo que no sirve es el dontancredismo en el que apenas nos limitamos a contar números.