Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La asimetría como abuso de posición

Lambán este jueves en un acto sobre patrimonio en Zaragoza.
Javier Lambán.
EFE

SE HA INSTALADO en determinados foros la idea, no necesariamente certera, de que para contentar a los llamados nacionalismos periféricos -un eufemismo como cualquier otro para escabullir su querencia independentista ineludible- es recomendable la asunción de una cierta asimetría. La conveniencia no siempre es la mejor aliada de la justicia, de la equidad ni del equilibrio. Cuando se les atribuye unos ciertos derechos por la vía de los hechos a los gobiernos catalán y vasco como método de resolución de conflictos, inmediatamente se están birlando unos montoncitos (o montoneras) de recursos a aquellos territorios que callan en aras de un presunto apaciguamiento de las tensiones. Al final, los medios materiales son limitados y, cuando se detrae de un presupuesto para dárselo a los poderosos, se les disminuye a los humildes.

Esa asimetría se está enseñoreando ahora mismo de un buen número de debates, el último que atañe a Aragón con la candidatura olímpica que hace un par de años abrazó nuestra región con una contenida esperanza para los juegos de invierno de 2030. Voraces en la absorción de proyectos y de dineros, los dirigentes actuales de la Generalitat han concluido que el nombre de la candidatura será Pirineus-Barcelona, ciudad condal reconocida mundialmente por sus altas montañas y sus pistas de esquí. El gesto nominal y la unilateralidad en la toma de las riendas, con la aquiescencia del ejecutivo nacional, ha inducido al presidente aragonés, Javier Lambán, a romper la aspiración conjunta que, de hecho, ya había sido adjudicada para sí mismos por los soberanistas catalanes. De golpe y porrazo, se han quitado de encima al Comité Olímpico y a Aragón. Alinearse con desleales sólo puede tener un fin: el escarnio y la pérdida. Y hay que rechazarlos por dignidad histórica y presente.