Opinión
Por
  • Javier García Antón

Todo por la Matria

Cuartel de la Guardia Civil de Barbastro
Cuartel de la Guardia Civil de Barbastro con la leyenda Todo por la Patria
A. H.

SE LE HAN atribuido dotes para la negociación importantes, que le han provisto de un aura de sabiduría cuanto menos interpretable. En los diálogos, los condicionantes son trascendentales para el final, y cabría preguntarse si las habilidades para seducir a los interlocutores obrarían el mismo efecto sin el pesebre desde el que comen las organizaciones de los garamendis, los sordos-unais y los alvareces, enclavado no en Belén sino en sede monclovita. Justo es reconocer que, en términos lingüísticos, no es la peor portavoz del ejecutivo... hasta que desbarra y Yolanda Díaz cae al pozo.

Nunca hay que confundir la originalidad con las ocurrencias. La primera es privilegio de las mentes creativas, innovadoras, despiertas. La segunda, de las ventajistas y de las populistas más vulgares. Esgrimir, quizás por llamar la atención, una serie de valores perfectamente compartibles, algunos incluso de perogrullo, los más generalizados, para colocarlos bajo el paraguas de la conculcación de la corrección en el idioma como se está propagando peligrosamente, es directamente una irresponsabilidad. La lengua es un factor de cohesión irrenunciable, y pretender la sustitución del concepto patria por el término “matria” es tan ridículo como pensar en que la Dirección General Patrimonio habría de llamarse de Matrimonio, que los patronímicos fueran matronímicos; la patronal, matronal; los patronatos, matronatos; y las patrañas, matrañas...

El Duque de Ahumada debe desasosegarse en su tumba ante la remota posibilidad de que Marlaska acepte la sugerencia y en las casas-cuartel resalte el “Todo por la matria”, que sería la puntilla definitiva a su patrocinio -que no matrocinio- de la paz y la unidad de España. Echa p’atrás... O m’atrás.