Opinión
Por
  • Carlos del Pueyo

Candanchú, c’est magnifique...

Candanchú abre el proceso de selección de 50 vacantes para la temporada 2019-2020
Imagen de archivo de la estación de Candanchú.
S.E.

Tengo un amigo francés que cada vez que llega a España por el antiguo paso de Somport y se topa de frente, al pasar la última curva del antiguo tramo fronterizo, con Candanchú, exclama: “Oh là là, c’est magnifique!!…” cuando contempla todo el esplendor de ese entorno majestuoso del paisaje que da cobijo a la estación de esquí pionera de España, inaugurada en 1928.

Para la gente de la tierra, Candanchú es mucho más que una estación de esquí. Es la referencia que el Pirineo aragonés y Jaca tenían en todo el mundo cuando no había otra cosa. Durante varias décadas, mientras el turismo altoaragonés se hacía un hueco, tímidamente, en el panorama nacional e internacional, Candanchú tiraba del carro.

Candanchú es mucho más que una estación de esquí. Candanchú tiró del carro durante muchos años, cuando no había otra cosa…

Candanchú fue el aliciente, el reclamo, el atractivo, el señuelo del incomparable Valle del Aragón, de La Jacetania. Y en buena parte, también de lo que ahora se denomina Alto Gállego, para que visitantes de todo el mundo fueran acercándose hasta el Pirineo. A mí, en diferentes partes del mapamundi, al decir que era de Jaca o de Aragón me decían: “¡Ah, Candanchú!…” Era el referente nacional e internacional. Muchos españoles y franceses, no solo aragoneses, hemos aprendido a esquiar en Candanchú, adonde comenzábamos a subir con tres años y toda la ilusión del mundo, formando ya parte de nuestra propia identidad y de nuestra vida…

Pero, sobre todo ello, lo más importante es que una buena parte de los habitantes del principal valle jacetano han organizado su vida alrededor del funcionamiento de Candanchú.

Para ellos, para esos altoaragoneses, Candanchú es su vida. E, indirectamente, para casi todos los vecinos, y casi todas las familias, que viven por esas latitudes la estación de esquí pionera representa uno de los factores que influyen o determinan, por razones varias, su modus vivendi.

Solo una grave ignorancia sobre la jacetania puede dejar a Candanchú a la deriva.

Una tremenda falta de sensibilidad o un grave desconocimiento e ignorancia sobre el territorio y su idiosincrasia, o la unión de un poco de ambos motivos, son las únicas razones posibles que lleven a abandonar a Candanchú a su suerte o a dejarlo a la deriva.

Parece mentira que tan pronto lo hayamos olvidado, que tengamos tan poca memoria o que desconozcamos ese valor histórico del auténtico patrimonio natural y emprendedor de nuestra tierra. Candanchú no solo alberga la estación de esquí más antigua de España sino que contempla, protege, alienta y ampara esperanzas y proyectos de vida.

En Candanchú, durante sus casi cien años de existencia, se han celebrado innumerables competiciones deportivas de alpino, fondo o biathlon, de categoría internacional, nacional y regional. Candanchú ha sido uno de los pilares de las universiadas que han tenido la sede en Jaca. Eventos de primer nivel que pusieron al Pirineo aragonés en el mapa internacional y que sin Candanchú, sencillamente, no se habrían podido celebrar. Todo eso no tiene precio.

Candanchú, durante las últimas temporadas que ha funcionado, ha registrado significativos aumentos del número de esquiadores que se acercan a sus veteranas pistas. Con más de 50 kilómetros esquiables, donde cada descenso es una aventura nueva. En 2018, por ejemplo, se produjo un crecimiento superior al 10% y pasaron, contando con las pistas de fondo, unas cien mil personas para utilizar sus instalaciones durante la temporada.

Motorland cuenta ya con una deuda acumulada de 200 millones y Dinópolis con una inversión pública de 24 millones de euros. El agravio comparativo con Candanchú es flagrante.

En este caso, las comparaciones son flagrantes y necesarias. Y de ellas no puede resultar más que una indiscutible defensa del apoyo público a Candanchú y su futuro.

Resulta que para Motorland, que ya acumula una deuda de 200 millones de euros, sí que hay 9 millones para entrar en ampliación de capital y evitar su cierre. Y que pueda, así, seguir perdiendo millones del erario público...

O el caso de Dinópolis, otro ejemplo. Con 150.000 visitantes al año y unas cuentas, con unos 700.000 euros de ingresos anuales (una cuasiridiculez en comparación con Candanchú). Y cuyo balance requiere la aplicación de herramientas financieras para que no aparezcan pérdidas cada año. Ahora se aprueban nada menos que 24 millones de euros (de los presupuestos regionales) de inversión para mejorar las instalaciones.

Lo cual tiene su sentido porque sin Dinópolis, atrayendo un 75% de visitantes de fuera de Aragón, lo que supone una gran riqueza para la región, entre otros datos positivos, seguramente Teruel ya no existiría…

Y, en cambio, para Candanchú, con una deuda en torno a 10 millones aproximadamente, no hay ni un euro para intentar salvar el negocio de la nieve en La Jacetania, del que vive una considerable parte de los habitantes de esta comarca. Tratándose de un sector estratégico para Aragón.

¿La Jacetania no tiene políticos que sepan defender sus intereses?

¿Qué ocurre? ¿Es que La Jacetania no paga impuestos, es que La Jacetania no vota, es que La Jacetania no tiene políticos que la sepan defender?… Ciertamente, la paradoja no guarda una explicación razonable cuando, además, gobiernos anteriores han programado inversiones multi o archimillonarias para llevar a cabo una faraónica unión de estaciones, con el fin de asegurar la solvencia del sector y la oferta del esquí en el Pirineo aragonés, como desarrollo estratégico.

Creyendo más en la causalidad que en la casualidad, esperemos que no nos aboquen a pensar mal, aunque ya no nos chupemos el dedo. Porque, posiblemente, acertaríamos. Los mismos que llevan lustros cuestionando, desacreditando y poniendo palos en las ruedas al negocio de la nieve, ahora apoyan al Gobierno aragonés. Y no podemos olvidar, a no ser que cerremos los ojos ante la evidencia, que igual que los nacionalistas y radicales obtienen sus réditos políticos a cambio de su apoyo a Sánchez, en Aragón el sillón de Lambán también tiene un precio.

El caso de Candanchú debe estar por encima de intereses políticos. Está en juego el futuro de todo un territorio.

El caso de Candanchú debe estar por encima de la política porque está en juego el futuro de todo un territorio, la tierra más añeja de Aragón. Está en juego el bien común de buena parte de una comunidad. Y la obligación del gobierno de todos es preservarlo y propiciarlo por la prosperidad de la mayoría de ciudadanos y el progreso de nuestra sociedad.

Es un caso de imprescindible conservación del patrimonio. Por imperiosa necesidad, por obligación, con cuyo resultado la Administración pasará su examen. Confiamos en que lo apruebe y, en poco tiempo, todos los jacetanos podamos seguir entonando la clásica melodía de Col Porter. O tarareemos la versión parisina de Luis Mariano, imitando a mi amigo francés, parafraseando: “En Candanchú para siempre, c’est magnifique!”…l