Opinión
Por
  • Fermín Bocos

Jarrones chinos

Rajoy pide un "gobierno lo más centrado posible" con mayoría absoluta
Rajoy.
EFE

Por su serena lucidez, las intervenciones de los ex presidentes de Gobierno Felipe González y Mariano Rajoy en el Foro de La Toja desmienten su condición de “jarrones chinos”. Fue el propio González quien popularizó la metáfora de los jarrones aludiendo a unos objetos a los que se les reconoce valor pero nadie sabe qué hacer con ellos. Siendo cierto que la política vive del presente y más que nunca en estos tiempos en los que tantos practican el ir de prisa aunque sea a ninguna parte, no lo es menos que la experiencia si esta asistida por el talento es un valor que no debería desdeñarse. 

Alejados del poder y por lo tanto a salvo de la tentación de sectarismo González y Rajoy atesoran conocimiento y serenidad. Opinando sobre cuestiones de actualidad -Rajoy se prodiga menos- uno y otro aportan un punto de sensatez que al estar por encima del pensamiento partidista contribuye a forjar la añoranza de otro tipo de hacer política alejado del dogmatismo que anida en tantas decisiones políticas de quienes nos gobiernan o de quienes aspiran a reemplazarlos. 

Señalan la falta de diálogo como el gran déficit de nuestra situación actual. Y su defensa razonada del diálogo pone en evidencia una de las principales carencias del presente: la falta de acuerdos entre el PSOE y el PP, circunstancia que agrava las crisis que sufre el país. También lamentan la falta de contención en el debate político señalan que ésa falta de contención conduce a cegar las posibilidad de forjar espacios de centralidad que deberían permitir el diálogo. Ambos postulan la moderación como virtud que en palabras de González es la virtud de los fuertes. 

Conocen el recorrido malicioso de las palabras -”Estamos rodeados de Torquemadas”, denuncia Rajoy- pero no por eso renuncian a decir lo que piensan, pensando lo que dicen. Si de ellos dependiera ya habrían renovado el CGPJ y los restantes órganos bloqueados por falta de acuerdos. Sin ofender a nadie y sin nostalgias de ningún tipo han venido a decir que otra forma de gobernar y de hacer oposición sería posible. Incluso deseable. De “jarrones chinos”, nada.