Opinión
Por
  • Víctor Pardo Lancina

Oponerse a todo es gratis, según Luis Felipe

Ayuntamiento de Huesca
Ayuntamiento de Huesca
D.A.

Asegura el alcalde Luis Felipe en relación con el pleito por el antiguo Seminario, que “en este país, oponerse a todo es gratis, y eso no puede ser”. El alcalde sabe bien de lo que habla, no hay lugar a dudas.

Desde el 1 de febrero de 2018, cuando se cursó la primera solicitud de protección patrimonial para el Seminario, amenazado entonces de demolición prácticamente en su totalidad y abandonado a su suerte por la Universidad y el propio Ayuntamiento, el alcalde se juramentó para oponerse a cualquier actuación que pretendiera defender la integridad del conjunto. Y con determinación, tenacidad y firmeza, puso al servicio de la cruzada opositora armas y bagajes municipales, y no le tembló el pulso en la firma de alegaciones y recursos contra la conservación del bien monumental. ¿Por qué quiere el Ayuntamiento mutilar el Seminario? nos preguntamos desde entonces, Luis Felipe se niega a explicarlo.

Frente a la solicitud de declaración como Bien de Interés Cultural para la iglesia de Santa Cruz, la más antigua de la ciudad, el Ayuntamiento alegó: “Admitiendo que pueda considerarse insuficiente la protección actual del Plan Especial de Reforma Interior y del Plan General de Ordenación Urbana, consideramos deseable la catalogación como Monumento de Interés Local o en otro grado menor, pero no como BIC”. La Dirección General de Patrimonio, a despecho del munícipe, la declaró BIC.

La protección de las fachadas de la plaza de la Universidad, General Alsina y el segundo patio interior tampoco resultaba del agrado del alcalde. Así, en la alegación, suscribe los siguientes fundamentos: “A nuestro entender, se trata de una sobrecatalogación. Consideramos que no toda obra de buena factura e incluso representativa de cierta época y estilo puede ser por ello catalogada como obra de arte (subrayado en el original), existiendo suficiente gradación en la Ley de Patrimonio aragonés para obras de menor entidad”.

Y por si no quedara claro, tras anotar que “el resto del edificio no ofrece valores dignos de ser protegidos”, remata, “se propone NO (mayúsculas en el original) declarar como Bien Catalogado del Patrimonio Cultural aragonés las fachadas”. Patrimonio otorgó la protección.

Afortunadamente tampoco fueron productivos los esfuerzos para negar la importancia arqueológica del solar en el que se asienta el conjunto. Los argumentos del Ayuntamiento no fueron atendidos por la Dirección General. “No existen razones objetivas para considerar que el grado de protección arqueológico deba ser diferente al establecido por el planeamiento de referencia –señala Urbanismo–, es por lo que entendemos que debe de tenerse en cuenta la presente alegación y se considere innecesaria esta nueva declaración de zona de prevención arqueológica”.

Igualmente se opuso con tozudez categórica a la declaración como Monumento de Interés Local para los patios históricos de los siglos XVI y XIX, actitud empecinada que ha obligado a las entidades patrimonialistas y vecinales integradas en la Plataforma para la Defensa del Patrimonio de Huesca, a acudir a los tribunales.

Y es que Luis Felipe es negacionista vocacional y abomina de la opinión ciudadana crítica. Se resiste con ahínco a aplicar el Reglamento de Participación en materia de audiencia a las entidades cívicas, en particular en lo que afecta a las grandes obras públicas. Es por ello, en efecto, que se niega sistemáticamente a recibir y escuchar a la Plataforma para la Defensa del Patrimonio.

No quiere oír hablar de semejante asunto nuestro alcalde. La solicitud de protección para el edificio singular de Travesía Cortés 1, finalmente protegido por la Dirección General, motivó una alegación hilarante, si no fuera por llevar la firma de Luis Felipe. De esta guisa concluye un esforzado y vergonzante alegato: “Se trata de un edificio cuyo único valor reseñable es que fue pintado por Félix Lafuente y por tanto con un interés marcadamente local. Esta con otras cualidades que se recogen en la resolución no la sitúan por encima de otros monumentos situados en el ámbito provincial o autonómico que pudieran dar lugar a agravios comparativos no deseables”. ¿Puede sostenerse desprecio y atropello semejantes al crédito cultural, artístico y turístico de la ciudad?

De la Ley de Memoria Democrática tampoco es partidario, le ha dado cristiana sepultura mientras otorga carta de naturaleza a los vestigios franquistas en el callejero y en el propio patio municipal. Otra evidencia que aboca a los tribunales sin haber podido explorar los caminos del diálogo y el juicio crítico de especialistas. Vías cerradas.

En la carrera de la negación a velocidad de crucero, tampoco ha atendido la solicitud de limpieza de los patios del Seminario, donde la maleza se apodera de todos los rincones dando cobijo a las ratas. Tampoco ordena, como se le ha solicitado repetidamente por escrito, el cierre de ventanas, para que así la intemperie, el agua de lluvia y el guano de las palomas contribuyan a la ruina en el deseado horizonte demoledor de las piquetas. Cuanto peor, mejor, reflexiona en positivo el prócer.

Con todo, creo que puedo hablar en nombre de los compañeros de la Plataforma para la Defensa del Patrimonio si admito, en un ejercicio de sinceridad, que también en este lado hemos ejercido el derecho a la oposición, además con terquedad alevosa. Nos hemos opuesto en todas las instancias y vías posibles a la pérdida de patrimonio, a la amputación de espacios históricos, al abandono de las obligaciones del Ayuntamiento en el mantenimiento del decoro de edificios singulares y viviendas que forman parte del ambiente urbanístico, social e histórico del casco antiguo. Nos hemos opuesto a la mansedumbre, al silencio en la exigencia de derechos de ciudadanía, a la dejación en el ejercicio de defensa de los bienes del común.

Pero a nosotros no nos ha salido gratis, hemos invertido muchas horas de trabajo para armar informes arquitectónicos, arqueológicos, históricos, legales… tiempo hurtado a la conciliación, al ocio y al descanso. Tiempo invertido en hacer ciudad de calidad, incluso a costa de nuestro propio peculio en muchas ocasiones. La mediocridad en el ejercicio del poder, la falta de ambición política así como la ausencia de liderazgo y proyecto, alimentan el productivo inconformismo social.

Llegados a este punto, cabría preguntarse si oponerse a todo en horario de oficina desde la autoridad y comodidad que proporciona la poltrona municipal, en realidad no es un negocio bien retribuido. Y eso, claro, es lo que no puede ser.