Opinión
Por
  • Laura Alins Rami

El transhumano u hombre mejorado

Los jóvenes necesitan referentes.
Los jóvenes necesitan referentes.
EFE

El transhumanismo es una ideología que busca mejorar las capacidades cognitivas, físicas, intelectuales e incluso morales del ser humano, a través de la aplicación de tecnología directamente en el hombre. El transhumano pretende ser un humano mejorado, aumentado; un ser supercapacitado y autoconstruido, modificado, diseñado según el propio deseo gracias a la tecnología. Al igual que la ideología de género, se trata de un fenómeno moderno que se dirige hacia la transformación y control de la naturaleza humana.

Acreditados estudiosos como Elena Postigo, Albert Cortina o Miklos Lukas, explican que este movimiento aspira a la superlongevidad, a la superinteligencia, al superbienestar del hombre, y promete una vida superior en la tierra; más placer, más poder. Persigue alargar artificialmente los tiempos de existencia, utilizar la ciencia para guiar el proceso evolutivo del ser humano y eliminar la enfermedad, el dolor, el envejecimiento; de manera que el ser humano pueda transcender su propia condición humana.

¿Cómo conseguir este objetivo? A través de medios de carácter técnico-científico, como son la manipulación genética para que nazcan los más válidos y con el propósito de eliminar aquellos genes considerados débiles y sustituirlos por otros; la nanobiotecnología aplicada al cerebro para potenciar ciertas capacidades síquicas y cognitivas; el uso de sustancias químicas y farmacológicas que modifiquen aspectos de nuestra personalidad; la criogenización tras la muerte... además de una hibridación de la mente humana con una potentísima inteligencia artificial. Todo esto nos recuerda mucho a la utopía cientifista que reflejó Aldous Huxley en su novela Un mundo feliz (1932).

Estos medios plantean graves problemas de carácter ético, ya que reducen al hombre a un ser meramente material, biológico, no transcendente ni espiritual. Además, busca una especie superior y discrimina a los débiles, enfermos. Nick Bostrom, filósofo transhumanista de la Universidad de Oxford, vaticinó que en el futuro una superinteligencia llegará a sustituir a las personas; en ese momento de la evolución “el ser humano no mejorado biotecnológicamente será totalmente obsoleto y descartable”

En realidad, esta ideología, carente de sentido común, es un antihumanismo, un totalitarismo cibernético que desprecia al ser humano, lo mercantiliza y lo libera de Dios. No ve al hombre como un todo, como una integridad; lo relativiza, lo ve por partes (se le puede amputar un brazo sano y sustituirlo por otro mecánico mucho más capaz)

Es preocupante que esta tecnología puntera sea manejada a nivel mundial por grandes potencias económicas y por quienes a su vez promueven el aborto, la agenda LGTBI, el feminismo radical o el control demográfico. La tecnología empleada de esta manera, más que librarnos de nuestras deficiencias, pretende hacernos dependientes, esclavos de la voluntad de los proveedores de estos medios técnicos, que podrán decidir qué necesitamos en cada momento, y ejercer un fuerte control sobre la humanidad.

Muchas escuelas y universidades hoy día están orientando a la juventud hacia formas de pensamiento reduccionistas, relativistas, y la sociedad criminaliza a quienes actúan de otro modo, por eso es esencial saber navegar sin naufragar en este océano de confusión. Es preciso despertar conciencias, seguros de que el respeto a la persona, integradora de cuerpo, mente y espíritu, no pasará.