Opinión
Por
  • Félix Rodríguez Prendes

Tota Pulchra es María

La Catedral de Huesca acogerá el 7 de diciembre el tradicional Tota Pulchra
La Catedral de Huesca acoge cada 7 de diciembre el tradicional Tota Pulchra
R.G.

La liturgia nos invita a hacer un alto en el devenir del Adviento para dedicarle una festividad a la Virgen María en el misterio de su Inmaculada Concepción. Así que nosotros también interrumpimos las reflexiones sobre el tiempo litúrgico para dedicárselas a Nuestra Señora.

Desde que en el concilio de Éfeso de 431 se define a María como Theotókos (Madre de Dios), la devoción popular empezó a considerar que siendo la Madre de Dios, el Señor tuvo que concederle el privilegio de nacer sin rastro del pecado original, pero era solo una devoción popular, algo del pueblo de Dios. Los teólogos no encontraban nada en las Sagradas Escrituras que avalara esa creencia, aunque San Anselmo pondrá las bases de las tendencias teológicas que se desarrollaran unos siglos después. No obstante, la devoción fue calando, llegando incluso a la familia real aragonesa a través de los franciscanos catalanes. El rey Martín I el Humano, al final del siglo XIV, decretó que se celebrara en la infraoctava de Navidad una fiesta para celebrar la Concepción Inmaculada de María con el mismo rango que la fiesta del Corpus. Más tarde, la reina María, esposa de Alfonso V, en 1456, lo ratificó y siguió celebrándose en los territorios de la Corona de Aragón durante algún tiempo. La fiesta fue declarada de cumplimiento obligatorio en toda España, por Felipe IV, en el año 1644, pero el 14 de abril de 1619, 25 años antes, siendo obispo de Huesca Juan Moriz de Salazar, el cabildo de la Catedral de Huesca decidió retomar la costumbre y celebrar con toda solemnidad la fiesta de la Inmaculada Virgen María. Después de la peste de 1651, se adhirieron a esta celebración el cabildo municipal y el claustro de la Universidad Sertoriana; hasta el punto de que para obtener el título de licenciado o doctor, el aspirante debía jurar creer en el misterio de la Inmaculada Concepción de María, delante de una imagen de la Virgen, la Virgen del Voto, que se veneraba en el convento de San Francisco y que actualmente está en la Catedral. Eso dos siglos antes de que el Papa Pio IX declarara el dogma, el 8 de diciembre de 1854.

“Este dogma no significa en modo alguno que exista una mancha concomitante al nacimiento de un hombre por el proceso del amor conyugal y que, para evitar esa contaminación, hubiera tenido necesidad María de algún privilegio. Por el contrario, cuando en una familia un ser humano recibe la existencia, su nacimiento es un acontecimiento sagrado, algo querido por Dios. La doctrina de la Inmaculada Concepción de la Virgen no tiene nada que ver con esos malentendidos. ¿Qué significa pues, la Inmaculada Concepción? La Inmaculada Concepción de la Virgen María consiste simplemente en la posesión de la vida divina de la gracia desde el comienzo de su existencia…para que con este comienzo de su existencia llena de gracia pudiera poder llegar a ser la madre del Redentor tal como Dios la había querido para su propio Hijo” (K. Rahner. María Madre del Señor. Pag 51)

En realidad ¿Qué celebramos? San Juan Pablo II se refería a España como la tierra de María Santísima. Y es así, en ningún país del mundo se venera a la Virgen bajo tantas advocaciones. Cada una de ellas resalta una cualidad de la Virgen: su pureza y castidad, su acogimiento, su piedad, su hermosura, su belleza, su misericordia, su disposición y obediencia, su entrega, su coraje y valentía, su clemencia y fidelidad, y más: no acabaríamos. Los artistas, desde las cantigas medievales pasando por pintores y escultores, han tratado de reflejar la maravilla que es que alguien tan extraordinario que ha merecido ser la Madre de Cristo y de la Iglesia sea, porque el Señor lo ha querido, nuestra Madre. La festejamos lo más solemne y mejor que sabemos. l

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