Opinión
Por
  • Jesús Gericó, alcalde de Sallent de Gállego

Empatía con el medio rural

El alcalde de Sallent pide a la DPH que lidere el plan de rescate de la nieve
Nieve.
P.A.

Queridos Reyes Magos: Soy un niño de Sallent de Gállego, tengo siete años y este año no os voy a pedir nada para mí. Mi abuelo ha pasado el Covid, es diabético, tiene tensión porque su corazón es muy grande, como el de todos los montañeses, pero en estos días de Navidad no tiene ningún médico que lo pueda atender. En mi pueblo casi siempre lo hay, pero la semana que viene coge unos días de vacaciones, que me parece que se los ha ganado, pero no vendrá nadie en su lugar. Por eso, el primer regalo que te pido es que todos los abuelos de Sallent puedan tener la misma atención médica que la de los abuelos de mis amigos que viven en Zaragoza. Ya sé que vosotros no sois médicos, sois reyes. Por favor, ¿le podríais decir a la consejera de Sanidad de Aragón que quiero mucho a mi abuelo y a todos sus amigos de Sallent, y que haga lo posible para todas sus enfermedades puedan ser atendidas aquí, en nuestro consultorio? ¿Que los médicos que se van de vacaciones o están de baja sean sustituidos convenientemente, y así no se cierren los servicios sanitarios sallentinos?

Decidle, por favor, que piense que nuestros abuelos no son menos que los de mis amigos zaragozanos y que merecen la misma atención. Vale, ya sé que Zaragoza es una ciudad muy grande y muy importante, pero no creo que un yayo de Sallent importe menos.

Quería pediros un segundo regalo. El año pasado vino una señora tormenta que se llamaba Filomena y suspendieron nuestras clases por el riesgo extremo que corríamos si íbamos a la escuela. Este año, mi hermano mayor, que estudia en Sabiñánigo, está sufriendo muchas filomenas de esas, y él y sus compañeros llegan tarde a clase porque el autobús no puede ir más rápido por la cantidad de nieve que hay en la carretera, y los profesores les ponen falta por eso, por llegar tarde. Algunos días de vuelta a casa llegan con una hora de retraso, porque se encuentran con coches cruzados y entonces no les ponen falta. Pero yo sí pienso en lo mucho que me faltaría a mí si a él o sus compañeros les pasase algo en la carretera. Así que mi segundo regalo es que al señor Faci, que resulta que también es un consejero de esos, le traigáis un poquito de corazón, de empatía, de solidaridad con el medio rural. Yo creo que si pensara que su familia, sus amigos o sus compañeros de trabajo podrían correr el mismo peligro en las carreteras, igual él lo entendería mejor

Yo, queridos reyes, quiero seguir viviendo en Sallent, pero mis padres y los de mis amigos dicen que si no tenemos mejores servicios sanitarios y educativos van a dejar el pueblo. Yo no quiero que se vacíe mi pueblo. Esos consejeros tan, tan importantes hablan mucho de eso, de los pueblos vaciados, pero después no hacen nada.

Quiero vivir igual que el resto de los niños aragoneses que viven en Zaragoza, y como sé que eso no debe ser posible, porque mi familia y mis amigos y todos ya lo han pedido muchas veces, al menos cuida a mi abuelo y a mi hermano con esos dos regalos. Vosotros lo veis todo y sabéis cuántas cosas nos faltan aquí. Creo que esos señores piensan que la montaña es muy bonita y les sale muy maja en las fotos, cuando vienen de fin de semana, en verano, que les mola. Se me ocurre un regalo más. ¿Podríais traerlos a pasar el invierno aquí, con nosotros, cuando nos faltan médicos y las carreteras son peligrosas? l