Opinión
Por
  • Félix Rodriguez Prendes

Del cero al infinito. Dominica Gaudete

Detalle del Belén Monumental de la Ciudadela de Jaca, que se incorpora a la ruta de belenes de Aragón.
Detalle del Belén Monumental de la Ciudadela de Jaca, que se incorpora a la ruta de belenes de Aragón.
R.G.

Cada día de la semana celebramos la Pascua del domingo anterior, porque, como sabemos, para la liturgia la semana empieza en domingo, Pero además esta semana es la semana “Gaudete”. La Antífona de entrada de la Misa del domingo, tomada de la carta de San Pablo a los filipenses (4, 4), ya nos pone los deberes para estos siete días: “Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres” y nos da una razón para estarlo “El Señor está cerca”.

Las vestiduras rosas de este tercer domingo de Adviento son en realidad una mezcla del morado con el blanco y significan una atemperación del tiempo de conversión, de preparación de los senderos por los que ha de transitar el Señor, con la alegría de la certeza de su cercanía. Es como cuando en una familia se espera un niño: se vive en un estado de ansiedad que llega hacerse doloroso y todo los afanes y los tiempos se concretan en preparar la venida de la criatura, llega un momento en que el propio subconsciente se toma unas vacaciones y se relaja la tensión y eso suele pasar precisamente cuando la llegada es inminente. Este es nuestro caso.

Por una parte, tanto la lectura de la profecía de Sofonías (3, 14)” Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo Israel. Alégrate y gózate de todo corazón” y en el salmo repetimos con Isaias (12,2): “Gritad jubilosos. Que grande es en medio de ti el Santo de Israel”. “Me alegro con mi Dios” como la carta a los tesalonicenses que es una síntesis de los dos sentimientos que deben embargarnos esta semana: “Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad siempre alegres” (4, 4), y por otra parte en el evangelio se nos recuerda nuevamente, a través de Juan, lo que dijo el mismo Isaías: “Allanad los caminos del Señor”. Es decir, seguid esforzándoos, porque solo con el esfuerzo y la meta puesta en el Señor seremos capaces de allanar el sendero. Dice San Josemaría: “Crécete ante los obstáculos -La gracia del Señor no te ha de faltar- : ¡pasarás a través de los montes! (camino nº 12). La esperanza total en el Señor podemos resumirla empezando el día diciendo: ¡Serviam!. -Te serviré-,

Como premisa, mi actitud ha de ser de servicio todo el día, todos los días. Te serviré Señor, para lo que Tu quieras porque aunque mi constancia sea un cero, mi prestigio otro cero, mi talento cero, mi templanza cero, y así hasta el infinito, solo sería cero; resulta que esta sucesión de ceros que no son nada, si les pongo delante Tu Amor por mí, la esperanza de que siempre estarás ahí, que sería el 1 en todo, el resultado es eso, infinito, por tanto Señor, ¡serviam!. Y no vale el desánimo, no vale el decir: no me sale una a derechas. Unas cosas salen bien y de ello hemos de alegrarnos y dar gracias a Dios por su indudable ayuda y otras salen mal, a estas hay que enfrentarse sin desaliento, pidiendo ayuda al Señor, rectificaremos y sin duda saldrán bien, lo importante es tener la disposición del alma en “serviam”

Otro motivo de alegría es que con la parada de hoy, caemos en la cuenta del regalo que es la Iglesia. El origen del la Iglesia es verdad que está en la Santísima Trinidad antes de todos los tiempos, pero su fundación, si Cristo es la Cabeza, se produce en el momento de la Encarnación, y aunque entonces solo lo sabía María, ahora está a punto de manifestársenos a todos. Hasta bien entrada la Edad Media el año empezaba, desde que se fijó la Navidad el 25 de diciembre en el siglo IV, el 25 de Marzo y las fechas se databan en Anno Incarnationis Dei. El pergamino en el que Urbano II, en el año 1096, concede que la mezquita mayor de Huesca sea la catedral de Huesca está datado así.

¿Y como ha de ser la alegría de un hombre de Dios, de una mujer de Dios?:”ha de ser desbordante: serena, contagiosa, con gancho…; en pocas palabras, ha de ser tan sobrenatural, tan pegadiza y tan natural que arrastre a otros por los caminos cristianos” (Surco. 60).