Opinión
Por
  • José María Borrell

Los sanitarios no tenemos la culpa

Aplausos en el Hospital San Jorge de Huesca durante los meses de confinamiento.
Aplausos en el Hospital San Jorge de Huesca durante los meses de confinamiento.
R.G.

Hoy jueves 10, la Organización Médica Colegial recordará, con los datos recogidos, que el día 12 de marzo es el “Día Europeo contra las agresiones a Médicos y Profesionales Sanitarios”. Son de esos días que ojalá quedaran en el olvido. Sería señal de que se ha erradicado este tipo de violencia social. Pero hay que insistir, pues la realidad que vemos es que aumenta, con números oficiales o sin ellos.

Llevamos ya 2 años duros, muy duros para todos, con repercusión a diferentes niveles. Habrá quien no lo haya querido ver pero la pandemia, aparte de los miles de muertos y secuelas en la salud, ha deteriorado instituciones y estructuras básicas de nuestra sociedad. El sistema público de salud, es uno de ellos, desbordado en varias ocasiones.

Hemos constatado que no se ha recibido la atención sanitaria a la que estábamos acostumbrados, y no siempre se ha sabido canalizar la queja. En algún momento hemos visto como una administrativa pegada sin descanso al teléfono recibía un grito o un insulto por no atenderte en el acto, o como a cualquier sanitario le sucedía lo mismo por una visita que se demoraba, o tantas y tantas cosas que se escapaban de las competencias y posibilidades de la persona increpada.

Todo eso, insultos, amenazas, coacciones, es agresión verbal, que en general pasa inadvertida y no se denuncia. Esta vez el principal motivo ha sido, paradójicamente, la misma falta de tiempo para denunciar, pues ni siquiera se ha podido hacer un alto en el trabajo por la sobrecarga a la que se nos ha sometido. También hay quien no lo ha querido ver. Se ha seguido trabajando con esa presión, a duras penas, porque hay que darlo todo por la población, e incluso por los compañeros que asumirían otro exceso más de trabajo, sí, otra carga más, si alguno caía rendido. Se sabía que los recursos humanos no se iban a incrementar. Este tipo de violencia, sin agresión física, ha aumentado la que más, junto a la cobardía de las redes sociales, amparadas por el anonimato y lo barato que sale este tipo de vejación. Sin olvidar que la agresión física también ha aumentado.

Se denuncian pocas agresiones, lo sabemos, y deberíamos saber que denunciar o comunicar la agresión no implica enviar a la cárcel al violento ni al grosero. La Policía Nacional y la Guardia Civil, a través de los Interlocutores Policiales Sanitarios que tenemos en la provincia, y la Fiscalía de la Audiencia Provincial, así como la misma Administración Sanitaria disponen de herramientas para corregir actitudes violentas, evitarlas, y sancionar aquellas que lo requieran. Pero hay que notificarlo si queremos acabar con esta lacra.

Hay quien piensa que nos entra en el sueldo la agresión, y que además es un derecho del ciudadano agresor, y no es cierto. Tampoco ayuda mucho el que haya habido un juez en otra provincia que llegó a sentenciar que nos entraba en el sueldo acudir a trabajar sin equipos de protección adecuados, con el riesgo subsiguiente de infección y muerte, como así sucedió con 125 médicos. Lamentable.

Pero quizás lo que más tocado sale de la pandemia son nuestras relaciones sociales. Las hemos perdido en gran medida, o al menos han quedado de lado. Nos hemos vuelto más insolidarios y liberamos nuestra rabia contra el que se nos pone delante, nunca contra quien nos ha dado ese trato inadecuado, ni por las vías establecidas para canalizar nuestro malestar. Los profesionales sanitarios no somos los responsables de la subida del IPC, ni de que hayamos tenido que renunciar a proyectos y objetivos soñados, ni de las opciones de ocio perdidas, ni de la limitación de libertad a que nos hemos visto sometidos. Nosotros hemos batallado sin tregua. Si uno no está conforme con la atención recibida, con el funcionamiento del servicio sanitario, que no grite ni difame en redes sociales, que haga su reclamación en el mismo centro o en cualquier dependencia administrativa, que será atendida. Si todos hubiéramos escrito y dejado constancia del mal trato recibido, seguro que nuestros dirigentes habrían cargado las pilas, y sin embargo el enfrentamiento que se está produciendo entre algunos pacientes, minoría eso sí, y sanitarios, lo ven tranquilos desde la barrera. Parece ser que no va con ellos.

Debemos ir juntos, médicos y pacientes, no me cabe la menor duda. La vuelta a la normalidad en la sanidad no se va a producir en dos días. Va a ser lenta y dura. Es imposible con menos recursos humanos y materiales, y tantos años sin inversiones. El sistema sale muy muy tocado. Pero estamos condenados a ir juntos, por más zancadillas que nos pongan. Por encima de todo, debemos volver a ser sociedad. l

José María Borrell es el presidente del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de la provincia de Huesca