El transporte de viajeros en peligro
MUCHO se ha hablado estos días de la situación de las empresas de transporte de mercancías, pero algo menos del transporte de viajeros de las líneas regulares para las que el precio del carburante también ha subido. El acuerdo alcanzado entre el Gobierno de España y los transportistas este mismo viernes tampoco le da excesiva confianza al sector. Y realmente es para dudar de que sea totalmente eficaz, entre otras razones porque el Gobierno parece que se toma tiempo, al menos en el tema de la energía, para aplicar las medidas. Después de la alegría de que España y Portugal hayan conseguido en Europa una excepción para la península, ahora resulta que tardarán tres o cuatro semanas, según Ribera. No hay tiempo. No hay tiempo que perder, porque mientras, todo el mundo pierde demasiado: empresas y particulares.
Volviendo al transporte de viajeros, es un sector esencial para prestar un servicio público tan vital como es comunicar pueblos y ciudades, especialmente en una provincia como esta con una gran dispersión territorial y envejecimiento de la población que lo hace más necesario si cabe. Por ello, hay que atender las necesidades de este servicio para que se siga manteniendo. La pandemia lo sumió en una crisis que le obligó a reducir frecuencias y, cuando todavía no se ha recuperado, un nuevo mazazo sacude la estabilidad de estos servicios. Las empresas no descartan tener que reducir líneas o servicios pero incluso se plantean subir el precio del billete, aunque esto último tampoco es sencillo porque está fijado. Todavía hay mucha gente que no ha vuelto a usar los autobuses regulares. Las medidas tienen que ser efectivas porque prestan un servicio público, es decir, esencial.