Opinión
Por
  • Fernando Alvira

¿La calle de los hermanos Martín Coronas?

Calle Martín Coronas de Huesca tras las lluvias.
Calle Martín Coronas de Huesca tras las lluvias.
S. E.

La fotografía de contraportada del Diario del Alto Aragón del pasado 28 de abril (sobre estas líneas) dejaba patente el lamentable estado, tras las tan deseadas lluvias, de uno de los rincones de la Huesca antigua que está fuera del casco viejo, pero compite con él en el abandono urbanístico.

El texto que acompaña la imagen advierte al lector en su titular: Denuncia por Martín Coronas. Y arranca su breve desarrollo indicando que Vecinos de la calle Hermanos Martín Coronas denuncian la situación en la que se encuentra el asfaltado de esta vía y exigen… Lo de las exigencias es algo que está a la orden del día en todos los órdenes de esta agitada etapa que nos ha tocado vivir.

El problema lo tendrán, sin duda, los operarios que se apresuren a solucionar el asunto en el breve plazo de unos años cuando se les indique la calle en la que tienen que intervenir y vean que esa calle, en realidad, no es que haya salido bastante malparada tras aguantar inclemencias meteorológicas de años sino que, simplemente, no existe.

No es la primera vez que tengo que hacer esta advertencia a alguno de mis amigos que se refieren a la calle de los hermanos Martín Coronas, que es como la conoce casi toda la ciudadanía oscense que la ha necesitado en alguna ocasión, cuando preguntan por quiénes eran esos hermanos en la errónea suposición de que están hablando con una especie de enciclopédico… aunque en este caso, por casualidad, sí que he podido darles una explicación.

La calle está dedicada a Martín Coronas Pueyo, pintor jesuita que al no haber recibido órdenes suficientes se quedó en hermano. Algo que todavía a principios del siglo XX suponía en la Compañía de Jesús un claro ejemplo de clasismo que ahora nos parece insoportable. El hermano lego Martín Coronas estuvo toda su vida dedicado a iluminar con sus Sagrados Corazones, Ignacios de Loyola, Inmaculadas, Franciscos Javier, Juanes Berchmans y los abundantes mártires jesuíticos de Japón o Canadá, por ejemplo, las paredes de las iglesias de la Compañía, sobre todo de la provincia de Aragón (es decir, en ese momento, Aragón Cataluña, Valencia y Baleares…) pero también otras en Asia y en América. Dedicarse a la pintura religiosa en un momento en que nacían las tendencias que llevarían a la multiplicación de los ismos, le hizo un flaco favor al reconocimiento de su trabajo por parte de los historiadores del arte que se habían alejado de los espacios eclesiásticos hacía muchas décadas.

Legó a su ciudad algunas obras que se conservan en el Museo provincial y en la iglesia de San Vicente (uno de los tapices para su presbiterio que representa la batalla de Alcoraz, se encuentra ahora mismo afrontado al famoso cuadro de la Campana en el Ayuntamiento). También en la catedral para la preparó dos tapices –óleos sobre sarga– con el santoral de la diócesis. Diseñó un monumento a Sancho Ramírez para la Alameda cuya primera piedra se colocó el 11 de agosto de 1924 y, como ha ocurrido en más de una ocasión en esta ciudad de nuestros dolores, fue la única colocada…

Se merecía sin duda un calle, y la tuvo. Pero el paso del tiempo parece habérsela quitado para beneficio de unos inexistentes hermanos que de primer apellido se hubieran llamado Martín. El que fuera hermano jesuita creo que no interesa demasiado en el modo en el que la ciudad debe recordarlo. No parece necesario mencionar su condición de jesuita de inferior categoría, esos que no podían aprender nada que no supieran cuando profesaban… algo que por cierto, no cumplió el oscense que aprendió, y mucho, de sus contactos con algunos de los buenos pintores catalanes y valencianos, ya que mantuvo estudio alternativamente en Manresa y en Gandía, enclaves emblemáticos de la institución religiosa en la que quiso vivir.

Tal vez no estaría de más, ahora que lo de cambiar nombres de calles parece haberse puesto de moda, rebautizar la calle con el nombre de Martín Coronas Pueyo, pintor.