Opinión
Por
  • Lázaro R. Carrillo Guerrero

A pesar de los pesares

El canciller alemán Olaf Scholz conversa con el presidente español, Pedro Sánchez.
El canciller alemán Olaf Scholz conversa con el presidente español, Pedro Sánchez.
EFE

Aunque el Fondo Monetario Internacional haya advertido acerca del riesgo de una fragmentación del mundo en bloques económicos rivales, a causa de la guerra, siempre existirá la necesidad de formar parte de una comunidad global. Ya que en la base de ella, estamos nosotros como seres sociales necesitando estar juntos y en cooperación. Y en consecuencia resolviendo desafíos globales, y siendo conscientes de que lo peor no está por llegar, sino que lo tenemos ya encima.

Es el escenario de esta realidad, el que ha conducido a Scholz, Sánchez y Costa a la politización de la política y a jugar a intervenir en las elecciones francesas. Con la publicación de una columna en el periódico Le Monde, donde justifican que no se trata de una elección cualquiera para expresar, sin mencionar a los protagonistas, sus deseos de que se vote la visión de “Francia, Europa y el mundo” frente a la estigmatizada extrema derecha.

Pero además en este escrito puede entenderse que para Sánchez está instalada la presencia de Vox. En la cual, y en la investidura del gobierno de Castilla y León, Abascal twitteó a Le Pen felicitándola de su gran resultado inicial y añadiendo que Francia y el resto de Europa se enfrentaban a elegir entre “la soberanía y la reindustrialización, o la globalización progresista que nos está arruinando”. Además en la fragmentación de la política francesa y su desafección, el populismo social de Le Pen ha conseguido integrarse altamente en el sistema de manera progresiva: en 2012 obtuvo el 17,9% de los votos, el 2017 el 33,9% y el 2022 el 41,46%. Y en la fragmentación de la política española, a Vox le esperan dos plebiscitos para refrendar su línea de ascenso: las elecciones andaluzas antes del próximo verano y las elecciones generales el próximo año.

Nos suena que Vox pretende re-centralizar España, recuperando competencias para el Estado; pero a diferencia de Le Pen, Abascal no ha sido fotografiado con Putin. Asimismo, su partido ha criticado la invasión en Ucrania, ha dado la bienvenida de los refugiados ucranianos, y no está en contra de todos los inmigrantes. A lo que se suma el hecho de que apertura política está siendo un quebradero no solo para el pragmatismo de Feijóo y los votos del PP, sino también para Sánchez y el PSOE. Hace unas semanas, un diputado de Vox ha comparado, en el Pleno del Congreso, a Sánchez con Hitler ya Bolaños con Goebbels.

El sismógrafo viene registrando un largo periodo de inseguridad, un aumento del coste de vida y de la desigualdad, una caída del nivel de vida; y en consecuencia una razonable reacción y desafección de los votantes frente al espectáculo de la política. Y todo ello en el paisaje de un prolongado ciclo de intensos golpes a la economía y de crisis geopolíticas y sociales, solapándose de manera interminable: la crisis financiera de 2008, la catástrofe climática, la pandemia, etc., y la agresión de Rusia a Ucrania.

Esta agresión se ha alargado hasta tener su transposición con el culto al día de la victoria el 9 de mayo en Rusia. Y aquí, y en el teatro de la política, la llamada “operación especial” o “desnazificación de Ucrania” tiene varias escenas: la declaración de victoria sin importar la verdad y controlando la información que llega a la población; las elecciones de marzo de 2024 y unos votantes convencidos del éxito de Putin; y la de un Putin convencido por él mismo de que su agresión a Ucrania ha logrado su objetivo, aunque lo sea parcialmente.

En ese teatro tienen protagonismo las imperfecciones del ser humano y los límites de la razón. Protagonismo que como sabemos, se repite a lo largo de la historia. Pero en cualquier caso, Putin maneja a una población civil sumisa y a una población militar improbable de sublevarse. Por lo que es muy posible que siga siendo el líder de una gran potencia mundial, con quien hay que negociar acuerdos tales como: la seguridad de que no ocurra ninguna otra invasión del territorio Ucraniano, el compromiso de la no pertenencia de Ucrania a la OTAN, y la libre adhesión de Ucrania a la Unión Europea.l