Opinión
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  • Colectivo Abolicionista de Huesca

¿Lo hacen porque quieren?

El oficio más antiguo no es la prostitución, es seguir mirando para otro lado
El oficio más antiguo no es la prostitución, es seguir mirando para otro lado
EFE

Cuando se oye decir de una mujer “lo hace porque quiere” resulta casi automático saber a qué se dedica esa mujer de la que se está hablando. En estos tiempos en los que el feminismo parece haberse instalado en las sociedades democráticas, es paradójico que esta frase no se pronuncie para apoyar, empujar, animar o reconocer el mérito de mujeres que plantean sus candidaturas para formar parte del Consejo General del Poder Judicial, por ejemplo.

Tampoco es una frase que se pronuncie cuando las mujeres reclamamos el derecho a cobrar igual salario por igual trabajo, ni se alude a este “quiere”, como legitimación de sus actos cuando se deshacen de imposiciones patriarcales, como por ejemplo, sobre el lugar que debemos ocupar las mujeres y las ocasiones en las que es aceptable, tomar en cuenta nuestra palabra.

Al estudiar la historia de las mujeres, nunca nos encontraremos esta frase para respetar los deseos expresados clamorosamente, por ejemplo, por las mujeres Chipko para proteger los bosques que les aseguraban la supervivencia. Tampoco se escuchó de boca de ningún grupo de varones dicha frase cuando las mujeres reclamaban su derecho a la educación y su deseo de entrar en las Universidades. No se ha encontrado “lo hacen porque quieren” en ningún documento gubernamental de la época, de varones que lidiaron con las sufragistas en países como Inglaterra ni fue argumento usado como legitimación para acordar su participación política, una vez que comenzaron a reclamarlo (desde la revolución francesa*).

En ninguno de esos momentos se consideró que el deseo expresado, clara y rotundamente, por las mujeres fuera suficiente como para ser respetado, legalizado, atendido y satisfecho.

Lograr el derecho al voto, a la educación formal, la recuperación de derechos tan básicos como el derecho a disponer de la propia vida, del propio cuerpo, de los bienes e incluso de la tutela sobre los hijos e hijas, nunca se han entendido como “lo hacen porque quieren” y por lo tanto debe ser respetado. Al contrario, las reclamaciones feministas dirigidas a recuperar derechos (a una vida sin violencia, a salarios dignos e iguales, a ser consideradas como parte de la humanidad en la ciencia, a ser tomadas en cuenta por la sociedad y los poderes, a formar parte del discurso histórico, a que se reconozcan nuestros méritos) siempre han recibido y siguen recibiendo el discurso patriarcal que desvaloriza y minimiza el deseo de tener los mismos derechos que se inventaron para los hombres y esa frase “lo hacen porque quieren” sigue aplicándose a todas aquellas actividades, actitudes y expresiones que satisface necesidades y deseos expresados por varones.

¿O han tenido noticias alguna vez que grupos de mujeres argumenten a favor de que existan centros de explotación sexual masculina cada 40/50 km porque es muy fácil que en ese trayecto sientan el deseo de imponer con violencia, prácticas sexuales a jovencitos y quieren asegurarse que podrán satisfacer dicho deseo porque la sociedad entera entiende, comprende y acepta que eso es así y nada podrá cambiarlo?

Si en cada ocasión que oigamos “lo hacen porque quieren” lo sustituimos por “ellos quieren”, el contexto desvelará el verdadero motor que, por ejemplo, mantiene viva la explotación sexual de las mujeres, o el que ya está creando la idea de que es legítima la explotación reproductiva de las mujeres y el que desde hace miles de años, actúa para que las mujeres sacrifiquen sus vidas en favor de la vida y los deseos de los varones de sus familias y de sus sociedades en general, es decir, todas aquellas tareas relacionadas con el cuidado y que, aun siendo imprescindibles, se consideran inferiores. Ese “lo hacen porque quieren” es una alfombra roja metafórica para que las mujeres no se ocupen de sí mismas y se ocupen exclusivamente de satisfacer los deseos de los varones, también es un “lavarse las manos” ante una situación de explotación hacia mujeres y es un paso atrás que significa “no tengo nada que decir ni tengo por qué intervenir porque no soy quién para llevarle la contraria” pero que, paradójicamente, sólo se oye cuando a las mujeres se las explota y no cuando las mujeres reivindicamos abrumadoramente (por tiempo y por número) derechos tan básicos como vivir sin violencia machista.

Ojalá que ese “lo hace porque quiere” y por lo tanto “no me meto”, “no critico”, “no pongo obstáculos”, “no emito juicios desvalorizadores”, “me aparto para que lo pueda hacer libremente” se aplique a aquello que las mujeres reclamamos desde hace 300 años que se haga: a nuestro derecho a tener una vida pacífica, digna, libre de estereotipos sexistas, en igualdad de oportunidades y con igual prestigio. Seguir aplicándolo a la prostitución, la venta de bebés o el cuidado como sometimiento, es proporcionar coartadas al patriarcado y contribuir a su mantenimiento.

Por esa razón, el Colectivo Abolicionista de Huesca se sumará el 28 de mayo a la manifestación convocada en Madrid en apoyo de la LOASP, Ley Orgánica Abolicionista del Sistema Prostitucional, elaborada por la Plataforma Estatal de Organizaciones de Mujeres por la Abolición de la Prostitución (PAP). E invitamos a participar a toda la sociedad civil que defiende una sociedad democrática e igualitaria, es decir una sociedad sin violencia sexual.

*Se escribe en minúsculas porque fue una revolución para los hombres. Las mujeres reclamaron su derecho a participar y recibir los mismos beneficios que los varones, pero fue prohibido y reprimido con violencia, su derecho de reunión y asociación, una vez que los revolucionarios ocuparon el poder político.