Opinión
Por
  • Manuel Campo Vidal

El satélite, al rescate de la España rural

El satélite Hispasat.
El satélite Hispasat.
S.E.

Hay países que optaron por alquilar satélites y quitarse de problemas. Otros, como España, hace treinta años, decidieron invertir en una infraestructura satelital propia. El criterio de Felipe González, Borrell y otros defensores de esa opción, salió adelante. Por fortuna. En el mundo actual, sin satélites, se es poca cosa. Pero ya que tenemos satélites, deberíamos aprovecharlos al máximo para resolver problemas. Por ejemplo, el de la falta de conectividad en la España despoblada. En vez de clamar por un mayor despliegue de fibra óptica hasta el último huerto, granja o casa rural, lo que resultará imposible, miremos al cielo. Si hay cielo, hay satélite con internet disponible. Y además, con subvención de Fondos Europeos para instalarlo. Y ahora con capacidad para dar mejor servicio. No se era tan capaz de ello hace veinte, diez o solo tres años, cuando todo era más limitado.

En un análisis de flujos en la España despoblada actual observamos un caudal de salida importante y otro de entrada más débil pero esperanzador. Desde hace siglo y medio, de la España rural salen contingentes de personas. Todavía hoy, sin cortar el goteo de vecinos que emigran, salen escuelas, dispensarios, entidades bancarias y tiendas. Cada cierre es un golpe a la moral. Cada apertura, o reapertura, una inyección de esperanza: hay personas que llegan buscando una vida mejor; alguna sucursal bancaria que abre donde otras cerraron -observen a EuroCaja y otras cajas rurales-; supermercados de cooperativas que abren -sigan a Coviran- y tantos ejemplos de pequeñas empresas que tratan de iniciar emprendimientos y asentamientos vitales para reequilibrar territorialmente el país.

La falta de conectividad fue siempre un problema crucial, el freno a la instalación de profesionales, negocios, pequeñas o medianas empresas. Es una paradoja que ahora que la tecnología ya equipara en capacidad el internet que baja del satélite con el que llega por fibra, no aprovechemos a tope la oportunidad para resolver un déficit que ha sido limitante. El satélite Hispasat, a esos efectos, es como Correos, que está ahí y cada día da más servicios, lo que es de agradecer; o como la Guardia Civil, que solo en los pueblos se aprecia el valor de su presencia. Y hay más elementos: los agentes de seguros, los registradores de la propiedad -“tenemos hasta 300.000 pequeñas fincas en Galicia que no sabemos de quién son”, dice la Xunta- o las notarías. Así que un flujo de salida, otro flujo de entrada y realidades en el territorio que permanecen y que deben servir de apoyo a los que llegan y a los que resisten allí. Hay que aprovecharlas al máximo.

Jordi Hereu, presidente de Hispasat y antes alcalde de Barcelona, planteaba en el Foro Next Educación una alianza para resolver ese grave problema de la España despoblada: “La infraestructura ya la tenemos instalada, que es el satélite; pongamos abajo la antena y el módem. La solución es una alianza entre el satélite, los instaladores, los operadores locales de cable, los ayuntamientos y los emprendedores”. Hoy, por fortuna, la crónica de la España rural no es solo una crónica de lamento por el abandono. De eso también hay. Pero la tecnología y siempre la iniciativa humana están llenando las comarcas de programas piloto y de avances que permiten comprobar sobre el terreno que otra realidad es posible. Y además, de inmediato; porque bajarse internet del satélite es cuestión de días. ¡Que vamos con años de retraso!