Opinión
Por
  • José Sanmartín Sopena (Profesor jubilado de IES, de Benasque)

Prevenir los incendios forestales

Un helicóptero trabaja en la extinción de un incendio forestal en la provincia de Huesca.
Un helicóptero trabaja en la extinción de un incendio forestal en la provincia de Huesca.
D.A.

Cuando España arde, por los cuatro costados, en este verano del año 2022, ya no es el momento de prevenir los incendios forestales. Esa es una labor que se debe hacer siempre, a lo largo de todo el año, para no llegar a estas situaciones.

La AEMET clasifica los riesgos de incendio en cuatro niveles: sin riesgo, riesgo, riesgo importante, riesgo extremo. Hay que decir que el riesgo cero no existe. El nivel de sin riesgo sobra, porque en todo momento hay riesgo de que se produzca un incendio.

No me cansaré de decir que los bosques deben estar siempre limpios (de árboles caídos, árboles secos, matojos, etc.), provistos de cortafuegos bien dimensionados, de depósitos de agua llenos para recargar, “in situ”, los vehículos de extinción y de pistas suficientes para poder acceder a los puntos del incendio.

También las fincas particulares, lindantes con los bosques, deben estar igualmente limpias (para que un posible incendio, en ellas, no se transmita al bosque). Probablemente habría que establecer algún sistema de ayudas y subvenciones, para que los propietarios de esas fincas, las tuviesen bien limpias.

Hay animales que comen las hierbas y brotes de matojos, evitando que en esas zonas se transmita el fuego (en caso de producirse). Son los equinos y las cabras, principalmente, los animales más adecuados para la limpieza de los bosques y fincas colindantes. ¿Habrían de subvencionarse estas actividades de pastoreo, encaminadas a prevenir incendios?

No quiero que se quemen los bosques y mucho menos los del valle de Benasque, que me sirven para observar fauna y flora, coger frutos silvestres, coger setas y disfrutar de sus sombras.

Tengo, incluso motivos personales, para no querer que se quemen los bosques. Muchos de los pinos de Labèrt los pudimos sembrar y cuidar mi madre y yo (en el Vivero Forestal de Benasque), allá por los años 1960/70, mi padre pudo plantar también, en el citado pinar, muchos de ellos. ¿Qué haría yo, jubilado que vive en Benasque en forma permanente, sin poder ir a relajarme a los bosques? Probablemente mis años de vida se acortarían mucho. Poder recorrer los bosques es muy aconsejable para mi salud (mientras pueda hacerlo).

Los bosques de Benasque están, no en riesgo extremo de incendio (que diría la AEMET), están en peligro extremo de incendio. El peligro es la situación de riesgo tan grande, que ya el accidente (en este caso el incendio) es inminente (puede ocurrir en cualquier instante).

No hay que olvidar que en urbanizaciones, chalés, etc., no es recomendable que haya demasiado arbolado, que pueda arder cerca o al lado de los edificios. En ocasiones, se plantan árboles de forma muy descontrolada, sin pensarlo bien. Incluso los decorativos setos, hiedras y madreselvas, que tanto adornan las paredes y tapias, se pueden convertir en nuestro peor enemigo en casos de incendio.

No es de recibo que, en Aragón, haya tantas direcciones generales (gestión forestal, medio natural, medio ambiente, etc.) y nada se haga en materia de prevención de los incendios forestales. Hay incluso actuaciones (pagadas por la DGA y a través de empresas públicas o semipúblicas) claramente contrarias a esa prevención. (Pueden verse, en los pinares de Labèrt, los montones de troncos y ramas apilados, ahora ya secos, listos para arder, que parecen dejados allí, precisamente para eso, para que se queme el bosque). No se puede confiar en que un incendio en nuestro valle sea fácil de apagar. Puede resultar incluso imposible de apagar, con los medios habituales de extinción de incendios de que se dispone. Como ya se ha dicho, ha de haber pistas de acceso, depósitos de agua ya preparados, cortafuegos, etc., etc. A pesar de ello, si el fuego coincide con el viento fuerte del norte (habitual en Benasque), no se podrán usar los medios aéreos de extinción y la tragedia estará servida. Tampoco sirve que le demos la culpa al cambio climático (algo que no se produce de un día para otro). El calentamiento global y el cambio climático están aquí para quedarse. Si no se tienen en cuenta sus efectos (que nos afectan a todos y son imparables, por ahora), peor para todos.

Estando vivos, se puede morir por cualquier causa y en cualquier circunstancia pero, que sea por un incendio forestal (que, presuntamente, habría podido evitarse), es algo muy lamentable. Perder la casa y propiedades por un seísmo o catástrofe natural imprevisible, es algo a lo que todos estamos expuestos pero, que sea por un incendio (previsible y presuntamente evitable) es algo difícil de asimilar. No vale venir al valle de Benasque para hacerse fotos y salir en la prensa, cuando las cosas aquí se están haciendo rematadamente mal. La gestión forestal (y también otras gestiones), no existen. El tema de la depuradora no es precisamente para echar cohetes. Ya se habla mucho ahora de ella.

En el futuro se hablará todavía mucho más: de su capacidad, de su bombeo, de su ubicación y de los recibos que habremos de soportar los ciudadanos (por depurar), para un funcionamiento correcto. ¿Serán el triple o cuatro veces más caros que los que llevamos ya casi 14 años pagando por no depurar? ¿Dónde están esos miles de millones recaudados? Tantos años pagando recibos por no depurar y cuando haya depuración a pagar el triple. ¿Será esto fácil de entender?

En este caluroso verano del 2022, todo está preparado (presuntamente adrede), para que los bosques de Benasque se quemen. A estas alturas nada se puede hacer ya. La providencia es lo único que nos puede salvar. Si no hay incendios en nuestros bosques, el milagro será tan grande como los de Fátima y Lourdes juntos. Quienes sepan rezar que lo hagan, que sea en cualquier sitio: en una iglesia, en una ermita, en la calle, etc. ¿Habrá algún santo o santa que escuche y mediante su intervención se puedan evitar los incendios, este verano, en el valle de Benasque?

Los empresarios del valle están callados, en esta materia. Yo creo que deberían estar muy preocupados. ¿Han calculado lo que se juegan, si los bosques se queman y desaparecen? Probablemente, muchos negocios, se juegan, incluso, su posible supervivencia. Si se queman los bosques (y parece que eso desean, algunos de los que mandan), volver a tenerlos como están ahora puede costar entre 70 y 100 años. Para entonces, la mayoría de los actuales habitantes del valle ya habrán/habremos, perdido el pelo (y algo más).

La segunda parte del asunto, tratado anteriormente, sería recordar a todos lo que puede venir después de tantos meses sin llover, tanto calor, tanta sequedad del terreno, etc. Probablemente, cuando el calor remita, vuelvan las nubes y lleguen las tormentas, se produzcan las temidas riadas: del Ésera, Remáscaro, Campaléts y otros barrancos, con mucha mayor virulencia que de costumbre, dando disgustos a mansalva a los habitantes de este valle.

Los refranes nos enseñan todos mucho: más vale prevenir que curar, hombre prevenido vale por dos, etc., etc.