Opinión
Por
  • Diario del AltoAragón

Poner en valor la historia

Escaleras de acceso a la sala de Doña Petronila
Escaleras de acceso a la sala de Doña Petronila.
D.G.A.

A Huesca le cuesta atraer turismo o, mejor dicho, prolongar su estancia, debido, en parte, a un potente entorno natural que hace que la llegada a la capital se plantee más como un lugar de paso que como un destino. Sin embargo, la capital oscense tiene muchos atractivos que ofrecer, aunque quizá alguno no esté lo suficientemente explotado. Este podría ser el caso de la Sala de Doña Petronila, un soberbio ejemplo -y así lo describen en el Museo de Huesca- del románico civil de finales del siglo XII. En este centro museístico, se encuentra esta estancia y otras dos relevantes del Palacio de los Reyes de Aragón: la Sala de la Campana y el Salón del Trono. Esta primera sería donde se produjo la matanza legendaria en la que Ramiro II el Monje cortó las cabezas de los caballeros díscolos.

Su hija, Petronila, da nombre a esa otra estancia que ahora se reabre tras mejorar el acceso, la iluminación y la señalética. Es el lugar ideal para contar la formación del Reino de Aragón y su unión con el Condado de Barcelona, dando lugar a la Corona de Aragón, después de que dieran en matrimonio a Petronila cuando era muy niña al conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV. Con esta impactante historia, el turista puede iniciar el recorrido que le lleve tras las huellas del antiguo Reino de Aragón, para continuar por San Pedro el Viejo, donde se encuentra el panteón real, visitar incluso el castillo de Montearagón, o subir a San Juan de la Peña y Santa Cruz de la Serós, Jaca o San Victorián... La ruta tras los Reyes de Aragón puede tener muchas paradas y Huesca es fundamental en el relato.

Sin ir de excursión, el Museo es un espacio que merece la pena por el edificio, por sus diferentes colecciones y por las exposiciones temporales.