Opinión
Por
  • Gerardo Oliván, concejal del Ayuntamiento de Huesca (PP)

Peatonalizacion de Huesca: del éxito colectivo a la nula gestión

Ambiente por el Coso de Huesca
Ambiente por el Coso de Huesca
Rafael Gobantes

En 2011, el Gobierno municipal de Ana Alós emprendió el mayor proceso participativo que ha vivido Huesca en las últimas décadas. Era un compromiso anunciado del Partido Popular: de alcanzar la alcaldía, como finalmente sucedió, la peatonalización del centro y un nuevo concepto de movilidad serían proyectos prioritarios. Se firmó un Pacto Ciudadano por la movilidad sostenible y creó una Ponencia en la que participaron todos los colectivos implicados que se convirtieron, por primera vez, en los creadores de un gran modelo de ciudad. Se reurbanizaron más de una veintena de calles, se puso en funcionamiento el transporte público. En ese momento, quedaron definidas dos posturas que en cierta medida perduran. De un lado estaba la inmensa mayoría, que apostaba por una Huesca más humana, donde el peatón fuera el protagonista del espacio público; del otro, quienes se mostraban reacios al proceso peatonal. Si bien estos últimos han tendido a aceptar las ventajas objetivas de aquel proyecto, era lícito que mostraran su discrepancia. Fue llamativo, sin embargo, que el mayor detractor del emergente Plan de Movilidad, el enemigo declarado de lo peatonal, fuera el hombre que acababa de perder la alcaldía. Luis Felipe no solo proclamó que los cosos eran la M-30 de Huesca, sino que prometió que se encargaría personalmente de que los coches volvieran a circular por el centro. Bajo su dirección, el PSOE fue más lejos. En público, se sumaban a las cadenas humanas que denunciaban la peatonalización mientras, en privado, promovían manifiestos supuestamente espontáneos contra ese proceso. Durante meses, los oscenses soportaron con una solidaridad ejemplar las inevitables molestias que implicaban las obras. Y en el mismo periodo, el socialista Luis Felipe convirtió sus críticas a la nueva movilidad en una auténtica obsesión. Como es bien sabido, alguien obcecado por una idea, sea correcta o no, nunca toma decisiones racionales.

Contra lo que dicta la lógica, una vez en la alcaldía, Luis Felipe paralizó en un primer momento y ralentizó después la reurbanización del Coso, y solamente ha desempolvado los proyectos técnicos que dejó preparados el gobierno popular para concurrir a ayudas europeas, escenificando una vez más la obsesión de un solo hombre frente a la decisión colectiva de toda una ciudad.

En lo sustancial, Luis Felipe sigue sin creer en la Huesca peatonal. La Ponencia, el foro donde los oscenses decidían su propio modelo de ciudad, fue perdiendo contenido hasta el punto de que, en este momento, hay que rogar para que se convoque. Los vecinos de Huesca son convidados de piedra. Lo que se configuró como un órgano consultivo, deliberativo y decisorio, se ha convertido en un mero instrumento informativo. En las últimas semanas, podría parecer que el PSOE ha dado un giro a favor de una mejor movilidad. No hay que dejarse engañar: el gobierno socialista solo pretende acceder a fondos europeos. Siete años después de volver a la alcaldía, Felipe sigue sin entender de qué va esto. He hablado antes de que el objetivo era humanizar la ciudad. Esa es la clave. Todo lo relacionado con lo humano está vivo y evoluciona. La movilidad urbana necesita miras abiertas y gestión. En este momento, el ejemplo más claro es el conflicto real entre el peatón y el uso creciente, imparable, de los patines eléctricos y los ciclos en general. El cansancio de los oscenses ante ese conflicto es producto, exclusivamente, de la inacción del gobierno municipal. Los populares defendimos la creación de una ordenanza específica, y el pleno llegó a aprobarlo por unanimidad en 2016. Fue un espejismo más. Hemos reclamado insistentemente mayor presencia policial y campañas de sensibilización. Sin respuesta.

En el PSOE, con este alcalde al mando, no existe la menor voluntad política de consultar a los vecinos y colectivos implicados para gestionar después una nueva convivencia en nuestras calles. Solo se aprecian indicios cuando un accidente o el menor conflicto desvelan la realidad que han impuesto la modernidad y el acceso cada vez más fácil a los medios de transporte personal alternativos. Todo sigue un proceso circular que se muerde la cola. No se cree en el modelo, no se gestiona, se produce una alarma puntual y de inmediato cae en el olvido. Solo hay una razón. Luis Felipe sí cree en los ciclos, pero en otra acepción de la palabra. Cíclicamente, vuelve una y otra vez al punto de partida, a su añorada M-30.