Opinión
Por
  • José Sanmartín Sopena

El quinto aniversario

Independentistas cortan las principales calles de Barcelona tras la sentencia
Independentistas cortan las principales calles de Barcelona tras la sentencia en el juicio del "procés".
EFE

Los días 1 y 10 de octubre del año 2017 se produjeron, en Cataluña, unos hechos ilegales: en primer lugar un referéndum y después una declaración de independencia. En algunos actos, de los celebrados, hubo violencia.

Ambas cosas son contrarias a lo que establece nuestra norma suprema: la Constitución de 1978. La mayoría de los españoles entendimos que allí hubo una rebelión. Por los problemas que ahora tiene el Gobierno catalán, con su socio JxCat, ha renunciado a celebrar este quinto aniversario, de aquellos tristes hechos (que ellos consideran gloriosos).

Como consecuencia de todo lo anterior, el 14 de febrero del 2019, se inició el juicio, en el Tribunal Supremo, que se emitió en forma íntegra por televisión. De ello resultaron unas condenas de varios años de cárcel y otras penas accesorias. Se consideró sedición (en vez de rebelión). Allí solamente se juzgaron personas que se consideraban aforadas.

Algunos de los que habían participado en los citados hechos huyeron de España y no han podido ser juzgados. Normalmente el que huye no es valiente, se siente culpable y tiene miedo. Los huidos fueron siete en total, el expresidente y seis más.

Algunos países de la llamada UE, acogieron a los fugados y no los devolvieron a España, para ser juzgados, como se requería por el juez instructor. Esto hace dudar de que exista una verdadera UE.

No hay que olvidar que en el Tribunal Supremo se juzgaba aforados, quedan pendientes otros 40 investigados, que todavía no han sido juzgados. Entre ellos hay algunos aforados y los demás, unos 30, no están aforados y podrán ser juzgados, en su día, en la Audiencia Provincial de Barcelona.

Los juzgados y condenados no mostraron arrepentimiento alguno por su comportamiento e incluso, hubo algunos, que dijeron que lo volverían a hacer. Obviamente, en esas circunstancias, no procedía el indulto. Por las razones políticas que todo el mundo conoce, se concedió el indulto.

Ahora, en el 2022, aquellos procesados y condenados, ya están libres y pueden estar preparando hechos similares (a realizar en el futuro). Con o sin la ayuda, de los no juzgados.

El problema catalán sigue enquistado, sin resolver, en estado latente y puede volver a estallar en cualquier momento. No se aplicó, en su momento, la cirugía radical que el caso requería: anulación del Estatuto de Autonomía de Cataluña “sine die”, disolución del cuerpo de ‘Mossos d’Esquadra’ (que, presuntamente, no cumplieron con su deber) y de todos los órganos de la Generalidad, dentro y fuera de España y a la vez nombrar en Cataluña, un Delegado del Gobierno, con plenos poderes. Si eso se hubiese hecho en aquellos momentos (mandaba el Sr. Rajoy), otro gallo cantaría ahora.

No actuar con energía entonces, nos ha llevado a lo que ahora tenemos: un gobierno postizo, inestable, muy débil, que depende de partidos como: PNV, BILDIU, ERC, Podemos, etc.

Estos pequeños partidos están muy al tanto de que sus votos le son imprescindibles al gobierno y utilizan el chantaje como moneda de cambio. Lo sostienen a cambio de concesiones, para sus comunidades o para sus intereses partidistas, un dinero público, que se debería repartir entre todas las CA, con criterios de equidad (no según las conveniencias, para poder seguir gobernando). l

José Sanmartín Sopena es profesor de IES (jubilado) de Benasque