Sin futuro para el aeropuerto

ES LA CRÓNICA de una muerte anunciada, pero ya ni siquiera sorprende, porque el aeropuerto Huesca-Pirineos es una de esas instalaciones fantasma que nadie sabe cómo revivir y que, está claro, que tampoco nadie se atreve a cerrar. Y no significa que haya que hacerlo, porque una vez que está construida, con la inversión que supuso en su momento, y en marcha, hay que luchar, ya que su utilidad es irremplazable. Solo por traer un órgano para un transplante o para que aterrice el helicóptero de la Guardia Civil por los rescates, merece la pena. Pero es evidente que algo hay que hacer. Mantener una insfraestructura de estas características con personal es muy costoso, así que la única solución es rentabilizarlo. Pero no es fácil.

La última esperanza de conseguirlo, con el proyecto de la escuela de pilotos Barbatus Aeronautics, se ha desvanecido. Aunque se habló de una inversión de 14 millones de euros, con residencia de estudiantes, aviones, simuladores... finalmente el estudio del viabilidad del Instituto Aragonés de Fomento lo rebajó a los 2,5 millones de euros. La última cifra para intentar algo se quedó en 500.000 euros, pero los dos socios, que habían trabajado en una escuela anterior en las mismas instalaciones, solo sumaban 3.000 euros.

Así que tampoco este proyecto va a despegar. Aún se recuerdan aquellos vuelos para traer esquiadores de Pyrenair, las diversas experiencias de formación de pilotos, primero con Top-Fly, que traía a alumnos chinos, y después con Airways Aviation, adonde llegaban de Oriente Próximo. La empresa Zorex tuvo un espacio para el mantenimiento de sus aeronaves y también se llegó a implantar la escuela de pilotos de drones, Escuadrone.

Nada queda y nada a la vista.