Opinión
Por
  • Fernando Jáuregui

Una Constitución que, al parecer, todos incumplen

Actos de celebración del Día de la Constitución.
Actos de celebración del Día de la Constitución.
e. p. / Edu Parra

Uno lleva ya muchos aniversarios de la Constitución a cuestas. Algunos de ellos han coincidido con fechas preelectorales -no es difícil en España-. Nada es nuevo: ni la tensión, ni las versiones edulcoradas del Gobierno, ni las acusaciones y el ‘no a todo’ de la oposición. Es solamente que parece que el voltaje es mayor cada año: escuchar a Núñez Feijóo decir que el Gobierno pone en peligro la Constitución y, a continuación, oír a Pedro Sánchez señalando al PP por violar la Constitución al no facilitar la renovación del gobierno de los jueces, resulta algo desalentador. Y los extremos, claro, ausentes. Junto con muchos parlamentarios, algunos presidentes autonómicos y, claro, como es habitual los expresidentes del Gobierno. 

El aniversario ya casi no es una fiesta. Resulta algo chocante escuchar a los máximos representantes de los dos partidos políticos principales, los máximos encargados de hacer velar el cumplimiento de la ley de leyes, acusándose, precisamente en el aniversario de la Constitución, de pisotear -el término es mío, desde luego- la ley fundamental. Y ello, en medio de la despectiva ausencia de los aliados del Gobierno y del que podría tener forzosamente que ser el socio de la derecha en el caso de una victoria en las elecciones. Ni siquiera el discurso institucional, que es ya casi un clásico, de la presidenta de Cámara Baja, sonaba ya convincente, parecía vacío. Hablé con muchos exdiputados y ex altos cargos de antaño, que se me mostraron escandalizados por el nivel al que han llegado las aguas de la tormenta política. Escuché también a algunos políticos instalados asegurar -Sánchez el primero- que España nunca ha ido tan bien. En el otro lado decían, claro, que nunca tan mal. En resumen: no avanzamos. Interesaban mucho más las encuestas que se publicaban este martes -o, por supuesto, el partido contra Marruecos- que la triste situación en la que, en el fondo, se halla el espíritu constitucional. Todos -los que acudieron, claro- dicen defender la Constitución y nunca fue más ignorada, incluso más incumplida, y más que lo será si atendemos a los anuncios de los próximos pasos a dar, algunos ciertamente inquietantes. 

Es difícil saber lo que ocurrirá tras la celebración, bastante más anodina que otras, por lo demás, de este 6 de diciembre. Nunca encontré ánimos tan cansados, espíritus que hacen de la fatalidad una regla cotidiana, mayor alejamiento entre una España y la otra. Feijóo y Sánchez ni se saludaron por los pasillos de la Cámara, en los que, que yo sepa, procuraron no coincidir. Así que no haré más preguntas, Señoría. Confieso que este año incluso desdeñé asomarme a los famosos corrillos en los que se reparten migajas de información contaminada. l