El cierre del comercio local

BARBASTRO es históricamente una ciudad comercial, adonde acuden vecinos de muchas poblaciones cercanas y valles pirenaicos para hacer sus compras. Y así se ve, especialmente, los sábados por la mañana que se completan con el ambiente en la calle que da el mercado que se instala en la plaza del mismo nombre, el corazón de la ciudad del Vero. Pero el dato de que 85 comercios de las calles más céntricas han cerrado sus puertas tiene que hacer reflexionar a la sociedad en general de cuál es el modelo de ciudades que queremos. Ahí donde hay comercio, donde hay una puerta abierta, hay vida en las calles. No hay que esperar a que cierren más para comprobar la diferencia de ambiente de las zonas comerciales de las que no lo son.
La pandemia hizo cerrar muchas puertas y otras lo han hecho después, en algún caso, por falta de relevo generacional. Por fortuna, también hay un amplio listado de empresas de Barbastro que han superado los 100 años de vida, además de sectores muy diferentes.
Con todo, la reflexión hay que hacerla y no es cuestión de pedir responsabilidades a las administraciones exclusivamente, que también deben contribuir a favorecer un entorno amable para que los negocios sean rentables e inspirar a emprendedores, sino que cada ciudadano debe pensar en sus hábitos de compra. Por supuesto, internet está ahí y puede ser perfectamente complementario, pero tiene que volver a ponerse en valor comprar en la tienda de abajo, de la calle o de tu ciudad. El comercio de Barbastro siempre ha conseguido atraer público incluso de capitales, por la atención, por el servicio. Es más sostenible y es un acto sencillo para hacer ciudad. Hay que apoyar el comercio local.