Opinión
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  • Diario del AltoAragón

Día de alegría

Procesión Cristo Resucitado.
Procesión Cristo Resucitado.
Verónica Lacasa

LA SUELTA de las palomas, en ese encuentro entre el Cristo Resucitado y la Virgen de la Esperanza, en la plaza de San Pedro de Huesca, está cargada de simbolismo cristiano y transmite una alegría que, aún en medio del recogimiento de parte de la ciudadanía católica, se ha sentido en las calles de nuestras ciudades y pueblos. La expresión popular, más allá del catolicismo, ha hecho participar y salir a miles de personas a las calles en las que se ha vivido una auténtica comunión, una fiesta. En torno a los pasos y a las procesiones que protagonizan, con las que se recuerda la Pasión de Cristo, se han reunido muchos ciudadanos para mantener las tradiciones y el patrimonio. Muchas de los conjuntos escultóricos que han desfilado estos días por las calles de Barbastro, Huesca y Jaca, principalmente, son auténticas obras de arte que adquieren su máximo esplendor cuando salen arropadas por los miembros de sus cofradías.

Estos días son también encuentros sociales para aquellos que vuelven a casa, a su tierra, a la de sus familiares... por Semana Santa, en los que se citan en torno a una mesa o a un café con una torrija. Y, entre todos ellos, los miles de turistas y esquiadores que han llegado a la provincia a disfrutar de la naturaleza, el patrimonio, la gastronomía, el vino... Hoy, todavía están de fiesta los escolares, algunas familias... y los vecinos de Monzón, Binéfar, Barbastro y Berbegal, cumplirán con la tradición de acudir a la Virgen de la Alegría, a San Quílez y a El Pueyo para despedir la Semana Santa. Unas vacaciones que se cierran con satisfacción entre los sectores económicos y con el vuelo de esas palomas que marcan de forma simbólica un hito en la temporada.