El momento de la jota

Este es el momento de la jota. Siempre había sonado con fuerza en Aragón, siempre se había sentido en las fiestas, en lo más íntimo, pero nunca con tanto apoyo institucional y, sobre todo, tanto reconocimiento social. Lo que se llevaba en la entraña, lo que se cantaba en casa, en los encuentros familiares y en las plazas... se ha reconocido como un bien patrimonial, como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, como un arte que excede las fronteras de Aragón y que es capaz de transmitir a nivel universal.
Y la jota tuvo ayer una sonoridad especial, la que provocaron todos los niños y niñas que participaron en el VIII Encuentro Nacional de Escuelas de Folclore José Rodrigo, que se celebra en Huesca. Más allá del cante y del baile de la jota hay mucho mas folclore altoaragonés, como las danzas de Sobrarbe que se vieron ayer. De otros lugares, de Navarra, Granada o Toledo trajeron sus danzas, sus sones y sus coloridos trajes tradicionales.
La fuerza del entusiasmo y de la ilusión por aprender se unieron a la propia que tiene la jota, un elemento distintivo pero también de unión. En torno a la jota y, en general, al folclore se crean grandes familias y, con estos encuentros, se generan dinámicas para conocer otras formas y otras ciudades.
Huesca suena a jota y esta sirve de embajadora para dar a conocer la ciudad a muchos niños de otros lugares. El turismo también es esto: ser una ciudad de jota, por qué no, de cantes y bailes populares. La respuesta del público, sin duda, lo demostró. Que canten ¡Viva Huesca que es mi pueblo!, S’ha feito de nuei o la Magallonera, entre seguidillas y fandangos.