Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Traspaso de poderes

Ricardo Oliván y Lorena Orduna (PP) durante una rueda de prensa
Ricardo Oliván y Lorena Orduna (PP) durante una rueda de prensa
Javier Navarro

LAS ELECCIONES DEL 28-M han dado un vuelco de tal magnitud que cambiarán los gobiernos de las principales instituciones: Gobierno de Aragón, Diputación Provincial de Huesca y Ayuntamiento de Huesca. Esto supone el cambio de muchísimas personas, no solo de los políticos que están en primera línea, sino de muchos responsables de áreas y personal de confianza. Por ello, por la buena marcha de las instituciones y, sobre todo, en beneficio de la ciudadanía, ahora lo deseable es que los traspasos de poderes se realicen de forma ordenada y en un ambiente de cordialidad.

Todavía no se han producido los cambios y ni siquiera se sabe cómo se acabarán conformando los gobiernos de Aragón y Huesca, aunque sí que ya se conoce la intención de gobernar en solitario en ambos casos. Pero la guerra, al menos dialéctica, en torno a los traspasos ya ha comenzado.

Todos los partidos han de reconocer que los resultados en algunos casos han sido inesperados, por lo que tanto a unos como a otros los ha pillado con el paso cambiado. Por un lado, el temor del PSOE a perder el Ayuntamiento de Huesca y la Diputación Provincial se ha cumplido. Y, por otro lado, ni siquiera el Partido Popular esperaba un resultado de 12 concejales, pero mucho menos hacerse con la Diputación Provincial de Huesca, tras conseguir los cuatro diputados que sumaban entre el PAR (3) y Cs (1), y que el PSOE perdiera uno en el partido judicial de Fraga que fue, a la postre, el que determinó el gobierno.

En esta situación, es exigible que unos y otros aborden el trance del traspaso con la mejor de las voluntades para que el intercambio necesario no se convierta en otra nueva guerra política.