Valentín Carderera y el Museo de Huesca: siglo y medio de camino conjunto

Hace 150 años, en la sesión celebrada el 29 de junio de 1873 por la Comisión Provincial de Monumentos de Huesca, tenía lugar el acto solemne de creación del denominado Museo Artístico y Arqueológico de Huesca, hoy museo de la ciudad homónima, ante la presencia de destacados miembros de la sociedad oscense.
Con la puesta en marcha de esta institución se veía colmado un deseo largamente ansiado por círculos ilustrados de la capital altoaragonesa, que la ciudad contase con un museo de carácter provincial con sede estable, a semejanza de lo ocurrido en otras localidades españolas que en la segunda mitad del siglo XIX vieron nacer estas instituciones. Este espíritu lo recoge el acta de la reunión conservada en el archivo del propio museo.
Habiendo notado el vacío que dejaba en Huesca, llamada desde antiguo ciudad monumental, la falta de un museo que reuniese los objetos históricos y artísticos… y sabiendo que su formación era ya hacía muchos años el más vivo deseo de la Comisión de Monumentos y otras corporaciones oficiales…
El objetivo que se perseguía era preservar un conjunto bienes culturales, propiedad de la Comisión Provincial de Monumentos, procedentes de varios conventos desamortizados. Esas obras se encontraban en una situación de precariedad permanente, al trasladarse varias veces de ubicación en los años anteriores en función de las necesidades de ocupación de los espacios provisionales que las albergaban.
Sin embargo, pese a varios intentos llevados a cabo en los años anteriores, esa aspiración no llegó nunca a fructificar. Para ello hubo que esperar al impulso definitivo que proporcionó uno de los personajes más señeros que ha alumbrado la ciudad de Huesca. Hablamos en este caso del erudito, coleccionista y artista decimonónico Valentín Carderera.
Este insigne oscense, prototipo de artista romántico, es una figura de referencia en la defensa del patrimonio cultural español en unos momentos, el convulso periodo de los dos primeros tercios del siglo XIX, en los que eran pocas las voces que clamaban contra la incuria y abandono de esos bienes culturales. Esta situación había provocado la pérdida irreparable de numerosas obras artísticas debido a los fenómenos desamortizadores o a episodios bélicos, como fueron las sucesivas guerras carlistas. A ello se sumaba una falta de medios endémica, tanto humanos como económicos, para la protección de este delicado patrimonio por parte del estado liberal.La defensa del mismo y un gran interés en su protección fueron dos de los ejes que impulsaron a Carderera en su trayectoria vital. En consonancia con ese afán, en su época de madurez manifestó su voluntad por ceder una parte de su colección personal, que había atesorado a lo largo de su vida, para contribuir con ese impulso a la creación de un museo provincial en su ciudad natal.
Y así, a los pocos meses de constituido oficialmente el museo, llevó a cabo la entrega de una primera remesa de 23 piezas, donde se encontraban obras tan relevantes como las cuatro tablas que obraban en su poder procedentes del gran retablo renacentista del Monasterio de Santa María de Sijena y que 150 años después son uno de los conjuntos más preciados de las colecciones del museo.
En sucesivas entregas Carderera fue enviando nuevos lotes de obras, lo que contribuyó a dotar de fondos el naciente museo. Pero su labor fue más allá. Dirigió la restauración de las obras que remitía, dictando instrucciones precisas para ello y trasladó una propuesta de diseño expositivo, lo que nos habla de sus ideales estéticos, para la exhibición de las obras que se puede ver materializada, 150 años después de plasmarse por escrito por primera vez en la exposición conmemorativa.
La casualidad ha querido que la reivindicación de este personaje se lleve a cabo en el actual edificio que alberga el museo, sede de la antigua Universidad Sertoriana, institución de gran raigambre en la capital oscense y que acogió al propio Carderera entre los años 1811 y 1814, donde cursó estudios y se licenció en Filosofía.
Así, a la hora de conmemorar la efeméride de siglo y medio de andadura del museo se salda una deuda que se tenía pendiente con su figura. El año 2019 se llevó a cabo una magnífica exposición que tuvo lugar en la Biblioteca Nacional en Madrid, institución que alberga un gran fondo de la colección Carderera, que contribuyó al conocimiento de este personaje y de su rica y variada actividad a nivel nacional.
Pero era necesario reconocer su gran labor en su localidad de nacimiento, donde únicamente se habían llevado a cabo pequeñas muestras. Por ello, reivindicar su figura y ponerla en valor es el objetivo de la exposición conmemorativa, comisariada de forma brillante por José María Lanzarote, con la que el Museo de Huesca quiere destacar por todo lo alto dos aspectos fundamentales de su poliédrica y rica biografía. Por un lado, el importante papel que desarrolló como protector del patrimonio cultural y por otro su destacada participación en la fundación y puesta en marcha del Museo de Huesca.
No cabe duda que estos 150 años transcurridos desde esa lejana jornada de junio de 1873 han sido muy fructíferos. Como museo estatal desde 1918 hasta hoy, gestionado por la comunidad autónoma de Aragón desde 1986, los cientos de miles de visitantes que han pasado por sus sedes, tanto en su sede primigenia del Colegio de Santiago como la actual de la antigua Universidad Sertoriana, atestiguan ese éxito. El compromiso de la institución como garante del patrimonio cultural de la ciudad y la provincia, su vocación de servicio público, las variadas y atractivas actividades que oferta, el acercamiento a la sociedad con la interpretación del patrimonio que conserva o las líneas de investigación que desarrolla, son solo algunas de los aspectos del día del museo y que cimentan su actual trayectoria.
Pero todas estas labores no serían posible sin todas las personas que, desde el inicio de la institución, se han implicado desde su fundación para que el Museo de Huesca sea la realidad que hoy es. Y es que, en estos 150 años trascurridos, representados bajo las sucesivas direcciones del museo, la colegiada de la Comisión Provincial de Monumentos y las de Ricardo del Arco, Marina Sánchez, Consuelo Abad, Rosa Donoso, Vicente Baldellou, Julio Ramón, Laura Asín y Ana Armillas, el museo ha contado con un personal a su servicio de gran implicación profesional y personal, y a los que el museo tanto debe agradecer.
Estamos convencidos que sería un gran motivo de orgullo para Valentín Carderera el ver como después de ese siglo y medio de andadura ininterrumpida la institución que él impulsó, y que arrancó con unos medios tan limitados, se ha convertido en la realidad que hoy podemos ver y disfrutar. También comprobar como después de tanto tiempo transcurrido se mantienen vivos los vínculos con su familia y herederos, quienes siempre han mostrado tanta generosidad con el museo. Pero, sobre todo, atestiguar que el centro es un referente de la gestión, salvaguarda e interpretación del patrimonio cultural de la ciudad de Huesca y su provincia. Nada de ello hubiese sido posible sin su contribución. La gran exposición conmemorativa que lleva a cabo el Museo de Huesca atestigua el justo homenaje que se le rinde a su preclara figura en la ciudad que le vio nacer y de la que siempre se sintió orgulloso.