Devoción y tradición

LAS FIESTAS DE SAN LORENZO siempre han tenido tres días de máxima intensidad: el día 9 por el disparo del cohete, la cabalgata y fiesta posterior; el día 10 por la mañana de San Lorenzo, con los danzantes, la procesión y la misa; y el día 11 por la Fiesta del Comercio en la plaza de Luis López Allué, donde antiguamente estaba ubicado el mercado. En los últimos años, y solo han hecho falta seis, el acto de presentación de los niños y las niñas a San Lorenzo, que organiza la Parroquia de San Lorenzo y la Real Cofradía, está convirtiendo el día 12 en otra de esas jornadas imprescindibles.
Aunque la idea inicial era, sobre todo, que pasaran bebés, llegan niños de todas las edades, algunos año tras año porque comienza a ser una tradición que se traduce en largas colas al inicio del acto. Las familias se visten con sus mejores galas laurentinas, como si del día grande se tratara, para venerar al santo. Porque dentro de toda la programación festiva en una fiesta de 7 días ininterrumpidos, los actos religiosos y tradicionales también tienen mucho peso. Es una forma también de mantener el fervor al patrón de Huesca entre las generaciones más jóvenes que serán las que engrandezcan las fiestas de San Lorenzo el día de mañana.
La basílica, por donde el tránsito de visitantes es continuo estos días, vive la mañana del 12 otro momento de intensidad, que sirve para sembrar a la larga una tradición. Aunque San Lorenzo se articula en torno a una veneración católica, las fiestas acogen a todos los oscenses y visitantes por igual. No obstante, es importante mantener vivas las tradiciones de unas fiestas para que mantengan su sentido y se combinen a la perfección los actos religiosos y populares.