Opinión
Por
  • Francho Nagore Laín

Rafael Andolz, el lexicógrafo más importante para el aragonés

Tareas de rehabilitacion en el pueblo de Susín con la participacion del Grupo Scout Rafael Andolz de Huesca.
Tareas de rehabilitacion en el pueblo de Susín con la participacion del Grupo Scout Rafael Andolz de Huesca.
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Hace 25 años, el 9 de octubre de 1998, moría en Huesca mosén Rafael Andolz, tras una fructífera vida dedicada a la religión, la formación de la juventud, la antropología y la lexicografía. En todos estos campos su aportación fue relevante, y en algunos casos excepcional. Había nacido en Jaca el 23 de noviembre de 1926, pero casi toda su vida transcurre en Huesca, fuera del periodo de formación como sacerdote.

Sus estudios en los centros jesuíticos de Veruela, Oña y Loyola le proporcionan un importante fondo humanístico, al mismo tiempo que el contacto con personas de diferentes zonas de España le abre perspectivas insospechadas: el uso de palabras y expresiones aragonesas desconocidas para los otros le hizo concienciarse de su especificidad lingüística. Eso le indujo, ya en los años 50, a ir apuntando en una libreta esas voces que él empleaba y no entendían los no aragoneses. Ahí está el germen de su Diccionario aragonés, publicado en 1977, que en sus sucesivas ediciones se va ampliando, alcanzando en la cuarta y última, de 1992, 40.000 entradas. Pero fue a partir de 1965, tras su vuelta a Huesca y ya ordenado sacerdote, cuando comienza a trabajar en el diccionario de forma sistemática, recopilando en fichas las palabras que aportaban los diccionarios aragoneses anteriores (Borao, Pardo), así como vocabularios locales y comarcales (Coll, Arnal, Badía, Ballarín, …), del fichero de Moneva y de estudios monográficos. No se limitó a lo actual, sino que también recopiló vocabulario aragonés de obras medievales, en especial, de las ediciones de los Fueros de Aragón de Tilander. Y sobre todo, añadió los materiales que fue recogiendo en sus viajes a casi todos los pueblos de Aragón. Es cierto que con más atención e intensidad, los del Alto Aragón, donde encontró mayor riqueza lingüística, pero sin olvidarse de ningún rincón de Aragón. En muchos casos contó con listas de vocabulario inéditas, ya confeccionadas por algún estudioso o erudito local. Pero tampoco se conformó con lo oral: entresacó el léxico aragonés de las obras de autores como López Allué, Pedro Arnal Cavero, Pedro Lafuente, Inazio Almudébar, Luzía Dueso y otros. De esta manera, es el diccionario aragonés más amplio, con mucha diferencia, de cuantos se han publicado hasta la fecha. Es también el primero que incorpora doble versión (aragonés – castellano y castellano – aragonés), pues todos los anteriores eran de una sola dirección (aragonés – castellano). Y es también el primero que aplica las Normas Graficas de l’Aragonés.

Al respecto, cabe decir que Rafael Andolz participó en el encuentro del Palacio de Santa Cruz, en Zaragoza, en noviembre de 1974, en que se acordaron las normas comunes de ortografía para la escritura del aragonés, con carácter provisional hasta su homologación y ratificación en el Congreso ta ra Normalizazión de l’aragonés que se celebró en Huesca en abril de 1987. Recuerdo que abogaba siempre por la sencillez y la practicidad. Como en otras muchas cosas de la vida, recomendaba en la grafía no complicar, estar cerca de la gente, a la altura de todos. Era reflejo de su manera de ser: rozera, sencilla, bondadosa, cercana. Su ejemplo nos haría hoy mucho bien.

Conviene recordar que Rafael Andolz fue uno de los fundadores del Consello d’a Fabla Aragonesa en 1976. Era también miembro del Área de Lengua y Literatura del Instituto de Estudios Altoaragoneses: precisamente, en 1997 y 1998, formó parte del equipo de asesoramiento y coordinación del «Tresoro d’a Luenga Aragonesa», que hoy puede consultarse en internet a través del SIPCA, desde la página web del IEA. En la clausura del curso de aragonés 1996-97 realizado en la sede del Consello d’a Fabla Aragonesa (entonces todavía en el palacio Villahermosa) el día 21 de mayo de 1997 dio una conferencia titulada «Cómo fazié o mío Dizionario aragonés», que luego se publicó como artículo en Luenga & fablas, 2 (1998), pp. 205-210. Fue, aunque entonces no lo sabíamos, el último testamento que nos dejó, en lo relativo a cuestiones lingüísticas.

Pero es necesario resaltar la labor de muchos años recorriendo los pueblos de Aragón, hablando con la gente, apuntando palabras y recogiendo testimonios de creencias y tradiciones, transcribiendo cuentos y leyendas. Todo ese trabajo de investigación y de escritura se concreta en una obra amplia y robusta, no solo en el campo de la lexicografía, sino también en el de la antropología y la etnografía, materias a las que fue dedicando cada vez más atención después de la publicación de su diccionario en 1977. Precisamente su última obra, la más importante junto con el diccionario, es Los Aragoneses, en cuatro tomos (los tres últimos publicados póstumamente), un compendio de la cosmovisión de los aragoneses, de cómo nos ven y cómo nos vemos, de las tradiciones y creencias, sobre las labores y ocupaciones propias de cada estación del año.

Entre el diccionario y esta última obra se cuentan alrededor de 30 libros de investigación y divulgación de la tradición popular y cientos de artículos en la prensa. Destacan sus libros sobre mitos y costumbres en torno al ciclo de la vida humana en Aragón, sobre el humor, sobre los curanderos y los contrabandistas, sobre leyendas y cuentos. Todo esto se analizaba y valoraba en el tomo de Homenaje a Rafel Andolz (Huesca, IEA, 2000); igualmente en el libro que Paz Ríos y yo dedicamos a su biografía (Rafael Andolz Canela, Zaragoza, Aladrada, 2018), que se presentó en las Jornadas de Homenaje que se celebraron en octubre de 2018, en el vigésimo aniversario de su muerte, y que, junto a conferencias, publicaciones y mesas redondas, tuvo su culmen al denominar «Jardines de mosén Rafael Andolz» el parque situado entre la Avenida Martínez de Velasco y la calle de San Jorge, muy cerca de la sede de la agrupación scout “Rafael Andolz”.

Precisamente, su dedicación a la formación de la juventud es otro de los capítulos importantes dentro de su vida: fue capellán y profesor de Religión en el Instituto “Ramón y Cajal”, también impartió clases de idiomas, pero sobre todo se dedicó a la fundación, organización y coordinación de grupos de scouts en la ciudad de Huesca. El escultismo no era bien visto por el régimen franquista, porque sus campamentos y actividades, y en general su espíritu (organización juvenil autónoma, europeísta, mixta, protegida por la iglesia) eran muy diferentes de los de la OJE (Organización de las Juventudes Españolas). Pero ante las dificultades, Rafael Andolz se creció y con la ayuda de scouts procedentes de Gran Bretaña y de Zaragoza, y el entusiasmo de unos cuantos jóvenes de los barrios de Huesca, puso en marcha el escultismo en Huesca. Y su obra y su espíritu continúan hoy vigentes. Una parte, la inicial, la contó el mismo Andolz en su libro Una aventura de 25 años. Historia del escultismo en Huesca (1992). Esta es otra de sus facetas: la de contador de las pequeñas –pero importantes– historias de la gente y las instituciones sociales: ahí están sus biografías de personajes populares (Mariano Gavín, alias Cucaracha; Puchamán de Lobarre; mosén Bruno Fierro; Fermín Arrudi, el gigante de Sallent), su inédita Historia del instituto «Ramón y Cajal» de Huesca (1995), sus libros Hechos y dichos del guiñote (1993), Veinticinco años de vida de la parroquia de Santiago (1993), Así somos, así fuimos. La pequeña historia del Alto Aragón (1998) y Personajes de mi paisaje (2004). También publicó una novela, Fanlo (1996), escrita en aragonés y en castellano, que aborda el problema de la despoblación.

No cabe olvidar su faceta de traductor de libros, en especial del francés y del alemán. Dominaba siete lenguas, entre ellas el euskera. Fue además uno de los primeros en oficiar misas, bodas y bautizos en aragonés. Ofreció numerosas charlas en centros educativos y culturales, y también en la radio. Muchas de sus charlas no se han recopilado aún en libro, como tampoco la mayoría de sus artículos en la prensa. Talmén iste 25 cabo d’año serba un inte apropio ta ixo. E ta debantar una escultura d’a suya figura escribindo bella parola en a caxeta de fumarros: se troba á faltar en o suyo parque.