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ADICCIONES

Alcohólicos Anónimos, adiós a unas vidas ingobernables, hola a la alegría

Tres grupos vertebran la provincia de Huesca en torno a esta organización

Alcohólicos Anónimos, adiós a unas vidas ingobernables, hola a la alegría
Alcohólicos Anónimos, adiós a unas vidas ingobernables, hola a la alegría
D.A.

"Alcohólicos Anónimos es una comunidad de mujeres y hombres que comparten sus mutuas experiencias, fortalezas y esperanzas para resolver su problema común y ayudar a otro a recuperarse del alcoholismo. El único requisito para ser miembro de Alcohólicos Anónimos es el deseo de dejar la bebida. Para ser miembro de Alcohólicos Anónimos, no se pagan honorarios o cuotas, nos mantenemos con nuestras propias contribuciones. Alcohólicos Anónimos no está afiliado a ninguna secta, religión, partido político, organización o institución alguna.

Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar el estado de sobriedad". Arturo pertenece al grupo de Huesca (7 años de trayectoria) del Área 5 (la de Aragón), una de las 25 que existen en España, y participa desde hace 32 años en la entidad, desde su Colombia natal hasta España. Repite de memoria la definición, acompañado de José Luis, del de Monzón (16 años de funcionamiento), y David, del Santiago de Sabiñánigo (28 años abierto). Toda la provincia altoaragonesa se congrega en las tres localizaciones.

Este lunes, día 10 de junio, se celebra el Día Mundial de Alcohólicos Anónimos, que conmemora el hito de los estadounidenses Bill W. y Bob S., hombre de negocios y doctor respectivamente, que en 1935 unieron sus fuerzas al percibir que sus deseos de retornar al consumo de alcohol desenfrenado se aliviaba cuando ayudaban al prójimo a dejar de beber. Aquella primera piedra en Akron, Ohio, y la posterior "importación" a España (1955) han sido un estímulo y una tabla a la que se han asido cientos de miles de personas de todo el mundo distribuidas en 115.000 grupos de más de 150 países.

Arturo era un hombre de éxito como empresario del sector cárnico con 28 años. "Yo estaba muy mal, mi problema era muy grande, muy duro". El estigma dificultaba su tránsito a Alcohólicos Anónimos: "La imagen equivocada sobre los alcohólicos es de que somos personas decrépitas, que duermen debajo del puente, en las calles…". Paulatinamente, se iba hundiendo más y más. "Tenía facilidad para adquirir licor y todo eran calamidades, peleas, gente a la que veías que iba a la cárcel. El ambiente en Colombia, en las cantinas, con la música a tope, aguardiente y cervezas fáciles, lo favorecía. Uno se crece, es un machito, un súper, parece más fuerte, cuando, en sí, es un pobre diablo". Tocó fondo cuando se percató "de que tenía lagunas mentales, el monstruo del malestar durante las noches… Me dije que tenía que parar de beber y buscar soluciones". Había comenzado a ingerir alcohol con 10 años y con 16 fue a un espiritista que le daba un brebaje. Alguien le habló y le puso en contacto con Alcohólicos Anónimos. Entró en sus grupos y, ya en España, la relación ha continuado y cumple más de tres décadas.

José Luis, del grupo de Monzón, explica el valor fundamental de Alcohólicos Anónimos para compartir experiencias. "Es un paso muy importante para personas como yo que habían entrado en ese pozo, que te lleva a mentir, a pedir dinero, a inhibirte de los problemas familiares hasta que te das cuenta del camino de destrucción que llevas. Estás asqueado y tentado, porque el mío era alcoholismo social". Explica con rotundidad su concepto de la organización: "Es una escuela de vida donde aprendes a compartir los problemas y una filosofía que empieza por no caer ya las primeras 24 horas, y, a partir de ahí, seguir. Es imprescindible aceptar que nuestras vidas se habían tornado ingobernables. En Alcohólicos Anónimos, encuentras alegría, paz interior y ayuda. Haces por alguien lo que otros han hecho por ti".

Coinciden los tres en que el alcoholismo es "una enfermedad incurable y progresiva, que se puede detener y para ello es bueno compartir experiencias". David, del grupo Santiago de Sabiñánigo, sufrió unas vivencias diferentes con el alcohol. "Yo lo hacía a escondidas, no era una exhibición con otros amigos, sino que me ocultaba para beber y comprobaba que no podía dejarlo. Y esto me afectaba con la familia, los amigos y la pareja".

Reparto de roles

Cada grupo funciona autónomamente. Está en la esencia. En Sabiñánigo se reúnen, en la Parroquia de Santiago, miércoles (20:00-21:30 horas) y sábado (17:00-18:30), y en Huesca (Cruz Roja, 10:30-12:00)) y Monzón (Edificio Cáritas (10:00-12:00) los domingos. Tienen un moderador rotativo que también atribuye los servicios para abrir las instalaciones, preparar el café y toda la estructura, hay unos servicios generales, un secretario y además se coordina la información pública. "Se trata de abrir la participación a todo el mundo, todo está muy entrelazado", asegura David. Y apostilla José Luis que los tres principios básicos son "unidad, servicio y recuperación". No hay jerarquías, no hay jefaturas, el criterio es el de servidor de confianza. La libertad es la clave. No existe un censo cerrado, las incorporaciones se producen con la misma naturalidad que las bajas.

Se percibe una rotación de las personas que acuden, aunque hay también un notable grado de fidelidad. Disponen de herramientas para el trabajo: los 12 Pasos Ilustrados, las 12 Tradiciones y los 12 Conceptos para el Servicio Mundial.

Entre los 12 Pasos, el primero es el reconocimiento de que "somos alcohólicos y nuestras vidas se habían vuelto ingobernables". A partir de ahí, la confianza en un poder superior que podría ayudarnos a recuperar el sano juicio (sea el afectado agnóstico, ateo o practicante de alguna religión). En tercer lugar, el autoanálisis y luego la reparación de daños. Y muy importante, trasladar el mensaje y trabajar con otros.

En cuanto a las tradiciones, el requisito del "deseo de dejar la bebida" y la búsqueda de la recuperación, ya que hay compañeros a los que le cuesta llevarlo a efecto. Se suma el objetivo de sostener la asociación con las aportaciones propias para evitar que el dinero "desvíe" de l a finalidad primordial". Para enriquecer el mensaje, "leemos mucha literatura para ir evolucionando", asegura David. En unos espacios donde no hay atisbos de diferenciación, confluyen personas de todas las razas, hombres y mujeres, abogados, médicos y hasta religiosos. La condición es el anonimato para participar y el compromiso para compartir y ayudar. En este sentido, "tenemos la costumbre de no identificarnos por la calle, porque pueden ir con otras personas o grupos y desvelar su pertenencia".

Alcohólicos Anónimos es una organización abierta. Ha propiciado la concurrencia de los familiares, "que son los que sufren tanto o más que los propios afectados", en una asociación que se denomina AL ANON. Existe una interrelación.

Igualmente, además de las reuniones abiertas programadas para quien quiera acudir, se producen encuentros nacionales que, en el caso de Aragón, se concentran en Peralta de la Sal, donde durante tres días se produce un intenso intercambio de experiencias, de inquietudes y de búsqueda de soluciones. Hay convenciones internacionales como la que, en 2020, se desarrollará en Estados Unidos con 70.000 personas.

Establece pautas inteligentes en su vocación pedagógica. "La información pública en colegios, empresas o instituciones la dan en cada zona, pero existe la posibilidad de que la divulguen compañeros de fuera para garantizar el anonimato y para que no se imponga el pudor sobre el objetivo".

Incluso, hay un servicio de teléfono rotativo, que llevan compañeros con tiempo en sobriedad. Llaman afectados, familiares, amigos. Da apoyo e informa.

David, José Luis y Arturo (2, 8 y 32 años en la organización, respectivamente) coinciden en que la vida en Alcohólicos Anónimos permite "hacer comunidad. Hablamos mucho y nos escuchamos. Es la vía de la empatía. Y, además, mucha gente no puede acudir permanentemente a psicólogos. Para nosotros es muy terapéutico". Los tres son conscientes, en cualquier caso, "de que esto es algo lento. De entrada, dejas de beber, pero en el fondo sigue ahí. Tú puedes ir a un centro de desintoxicación y no decimos que no sean eficaces, pero luego sales y el problema acecha. La enfermedad se detiene, pero no se cura".