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Puri Casasnovas Pelay, maestra vocacional

Durante 33 años como maestra en Sariñena, ha mostrado su cariño y su empatía con los más pequeños

Puri Casasnovas Pelay, maestra vocacional
Puri Casasnovas Pelay, maestra vocacional
S.E.

HUESCA.- Cuando muchas personas te recuerdan como tu maestra favorita, cuando en sus mentes te han "inmortalizado", el recuerdo no envejece ni se marchita, prevalece para siempre, y esto es lo que ha conseguido Puri Casasnovas Pelay en sus 33 años como maestra en el colegio de Sariñena.

Puri se define como una maestra por vocación. "He sido muy feliz y me siento muy querida", dice sobre su profesión, si bien nos interesa también su infancia. "Nací en Pallaruelo de Monegros. He vivido con mis padres, abuelos y mi hermana Conchita. Vivir juntos fue muy enriquecedor".

De aquellos años tiene remembranzas emotivas: "Para ir a dormir, mi madre nos cantaba el dance de Pallaruelo y villancicos de allí, lo curioso es que yo he repetido lo mismo con mis hijos y ahora con mi nieto, es como si oyera a mi madre", dice emocionada porque esta maestra, madre y abuela tiene un gran corazón y aquellas vivencias le enternecen.

"En verano, con mi hermana y mis amigas, jugábamos a las muñecas y a ser maestra, ya apuntaba maneras", ríe narrando cómo el invierno les traía nuevos juegos y emociones en familia. "Las veladas en casa eran muy entrañables, todos reunidos alrededor de la estufa. Mi padre corregía los deberes y nos hacía leer, mi abuelo nos rezaba el rosario mientras mi madre, mi abuela y mi vecina Andresa cosían; en cuanto nos cansábamos, nosotras hacíamos teatro, cantábamos y bailábamos, éramos muy movidas".

El legado heredado de la vida familiar lo mantiene: "El día de San Pedro es el día de mi familia, somos la familia de los Pedros, mi abuelo, mi marido, mi hijo, mi nieto, primo y sobrino... ¡cómo no vamos acelebrarlo!".

A los once años la llevaron interna a Santa Rosa, en Huesca, y "aprendí mucho, sobre todo a valorar el esfuerzo de mis padres, por lo que estudiaba mucho para compensar su sacrificio".

Un esfuerzo que se ha visto compensado con esos alumnos de su clase. "Cuando tuve hijos descubrí el "tesoro tan grande" que los padres me traían a clase, "sus hijos", y supe quererlos más; en cuanto los tenía delante, también eran míos". Sabe muy bien que los niños y niñas pueden ver más allá de la realidad y, mientras ella les enseñaba, era su cariño junto a su empatía lo que les conectaba; es el amor el que marca la diferencia con los más pequeños, con su aprendizaje y con su vida y en eso, Puri ha sacado matrícula de honor. La maestra que nuestros hijos e hijas siempre recordarán.