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OJO AVIZOR

Cuando el hombre pisó la Luna y encontró el cráter de Cajal

Varios parajes del sistema solar están bautizados con topónimos aragoneses

Cuando el hombre pisó la Luna y encontró el cráter de Cajal
Cuando el hombre pisó la Luna y encontró el cráter de Cajal

Cuando Neil Armstrong y Buzz Aldrin pisaron la Luna mientras Michael Collins pilotaba el orbitador del Apolo XI alrededor del satélite, nuestro universo flotaba en una paradoja: una excitación incontenible por lo que el propio Armstrong definió como un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad, mientras alunizaban -¿o quizás amerizaban?- en el Mar de la Tranquilidad. Un espacio con el sello de una tierra de conquistadores, ya que, no en vano, en él se identifican con sendos topónimos aragoneses dos cráteres como el Aragó y el Cajal.

Ha transcurrido medio siglo desde aquel 20 de julio de 1969, en el que, deslumbrados, observábamos estupefactos a través de Televisión Española el primer paseo lunar. En plena Guerra Fría, una de las muchas circunstancias terráqueas más allá del propio afán de descubrir que explicaba el ingente aluvión de recursos destinados a la carrera por la conquista del espacio, las sucesivas expediciones bajo el nombre de Apolo (el dios de las artes y de la luz de la verdad que vigila desde lo alto) seducían por la aproximación al objetivo imposible desde la insignificancia terrenal.

Fueron 17 los cohetes que partieron en los programas definidos como Apolo, hasta el 7 de diciembre de 1972, cuando el comandante Eugene Cernan se marcó el último "garbeo selenita". Evidentemente, más allá de la proeza de alcanzar y abrazar el misterioso astro que ha dado lugar a tantas interpretaciones y sobre el que tantas bellas historias se han escrito, la importancia trasciende cualquier lectura superficial. No en vano, fueron más de cuatrocientas mil las personas que trabajaban en torno a aquellos proyectos, que han permitido descubrimientos científicos entre los que se halla la constatación de que, actualmente, "la Luna y la Tierra se alejan 4 centímetros al año. El día se alarga en la Tierra y hay más horas de luz. Y esto se debe a la interacción gravitatoria". Quien así se explica es Carlos Garcés Manau, a la sazón historiador y astrónomo "aficionado", como él mismo se define, el segundo presidente en la historia de la Agrupación Astronómica y vicepresidente prácticamente durante toda la singladura de la organización más activa de España, que además celebra ahora sus bodas de plata. La Agrupación tiene el honor, granado a golpe de trabajo, de curiosidad y de sed de saber, de ser la más activa de España en organización de eventos a lo largo de una provincia cuyos cielos son una maravilla para la observación y, consecuentemente, el aprendizaje de ciencias que arraigan en el humanismo más profundo a raíz de profundizar en la naturaleza.

Carlos Garcés, que ha conseguido a través de su dualidad historia-astronomía inyectar identidad al territorio a través de la divulgación eficaz, penetra en la trascendencia de aquel 20 de julio de 1969. "Nos ha permitido adquirir consciencia de la propia Tierra, de ese planeta que, a partir de las imágenes que nos mostraron las expediciones, vimos flotando en el espacio. Disfrutamos de la noción planetaria y medioambiental, y de hecho es importante en los conceptos del cambio climático".

En medio siglo, ha evolucionado tanto la dimensión del conocimiento y las aplicaciones espaciales que hoy nos hallamos ante la posibilidad que, a los ímpetus de Estados Unidos y China por seguir en la conquista del espacio en la que es una nueva rivalidad que sucede a la Guerra Fría entre los gigantes norteamericano y Rusia, nuevos agentes privados se sumerjan en la posibilidad de despegar nuevas expediciones. Es el caso de la empresa Space X del extravagante y genial empresario Elon Musk (el creador de Tesla Motors) e incluso de los empeños de Google o de Jeff Bezos, propietario de Amazon. Los hombres que aspiran a suceder a Armstrong no ya en la Luna, sino incluso en Marte.

TOPÓNIMOS ARAGONESES

Pueden encontrarse tanto las misiones estatales como particulares con la ventaja de que podrán denominar a algunos parajes con nombres propios gracias a la labor que, desde hace siglos, han protagonizado distintos sabios, como el mapa lunar de Michael Van Langren (al servicio del rey Felipe IV) o el de Hevelius, para desembocar en la completa nomenclatura de los jesuitas Riccioli y Grimaldi en 1651. Ambos sacerdotes llamaron océano y mares a las manchas oscuras visibles en la Luna, eso sí, sin que concurra en ellos agua porque están compuestos de lava basáltica. Además del Océano de las Tormentas, siguen vigentes las apelaciones de Mar de las Crisis, Mar de la Fecundidad, Mar del Frío, Mar de la Humedad, Mar de las Lluvias, Mar del Néctar, Mar de las Nubes, Mar de la Serenidad, Mar de la Tranquilidad y Mar de los Vapores).

Todo queda refrendado por la ordenación que se ha llevado a cabo sistemáticamente por la Unión Astronómica Internacional, que por cierto celebra su centenario este año. El idioma en la Unión a la hora del reconocimiento de los espacios es el latín en lugar del inglés habitual en otras organizaciones mundiales, de ahí que los mares anteriormente aludidos estén en esa lengua en origen.

Carlos Garcés publicó, con la editorial Pregunta Ediciones, "Aragón en el Sistema Solar" en noviembre de 2017. Para los legos en la materia, las conclusiones son sorprendentes, si bien por supuesto contribuye a reforzar la identidad a través de la importancia que nuestra comunidad ha expresado históricamente. No en vano, como apunta el autor, historia y astronomía están intrínsecamente ligadas e interactúan beneficiosamente para las dos disciplinas.

A excepción de Venus y Júpiter, el primero monopolizado por nombres femeninos y el segundo ayuno de rasgos a los que asignar identificación, la presencia aragonesa es habitual en el sistema solar. Pero es singular e intensa fundamentalmente en la Luna.

En el Mar de la Serenidad, se sitúa la cresta Félix de Azara, nada menos que con cien kilómetros de longitud dedicados al eximio sabio de Barbuñales. Otro relieve básico para entender el astro es el de los Montes Pirineos, al este del Mar del Néctar. Además, cuatro cráteres llevan nombres del Nobel Santiago Ramón y Cajal, Miguel Antonio Catalán (científico zaragozano), Ibn Bajja o Avempace (filósofo, matemático y astrónomo musulmán nacido en la capital aragonesa) y François Arago, científico francés.

En un satélite en el que se han identificado 1.900 cráteres, la búsqueda del sello de cada territorio ha sido intensa, hace años en Occidente y ahora desde una procedencia generalizada en el planeta. Se está "humanizando el espacio" mientras se avanza en la investigación cuyas repercusiones trascienden la mera astronomía.

PRESENCIA EN OTROS PLANETAS

Tal y como señala Carlos Garcés en "Aragón en el sistema Solar", otros planetas también incluyen parajes "bautizados" con denominaciones originarias de nuestra comunidad autónoma.

En los planetas interiores, en Mercurio se encuentra un cráter dedicado a Francisco de Goya y otro a Marcial, el escritor romano nacido en Calatayud.

En Marte, por otro lado, hallamos la referencia del Valle del Ebro, pero también un topónimo de un pequeño enclave de la provincia de Huesca, Chía, en la Ribagorza. Finalmente, otro destinado a ensalzar la figura del galo François Arago.

Dentro de los veinte mil nombres dirigidos a identificar otros tantos escenarios dentro del medio millón de cuerpos en el cinturón de asteroides ubicado entre las órbitas de Marte y Júpiter, nos familiarizamos con figuras como Arago, Zaragoza, Goya, Servet, Ebre y Ramón y Cajal. Naves espaciales han visitado dos asteroides en los que sendos accidentes geográficos han sido "bautizados" como los ríos Ebro y Gállego en el Lutetia, por un lado, y Teruel en el Mathilde.

Los tres planetas más alejados del Sol, que son Saturno, Urano y Neptuno, no son ajenos al deseo conquistador intrínseco de Aragón. Obviamente, por la condición gaseosa de su superficie, en ellos mismos no existen topónimos, pero sí en los satélites y anillos. En el lago de metano de Titán, satélite de Saturno, nos topamos con La Sotonera, y en Jápeto se despliega la Tierra de Zaragoza a partir -curiosamente- del Cantar de Roldán.

Curiosidades similares se repiten en dos satélites de Urano, Alonso y Ferdinand en el más espectacular de todos ellos, llamado Miranda. Identificaciones que nos retrotraen a la casa real aragonesa y las relaciones con el reino de Nápoles, que emanan además de una obra de Shakespeare.

Finalmente, uno de los cinco anillos de Neptuno ha sido bautizado como Arago, un reconocimiento más al omnipresente François Arago.

"50 AÑOS DE UN SUEÑO"

La Agrupación Astronómica de Huesca y el Planetario de Aragón han organizado con motivo de las bodas de oro del hito de la primera presencia humana en la Luna unas jornadas bajo el título "50 años de sueño".

En el Centro Astronómico Aragonés en Walqa (denominado Espacio 0.42 por la situación de la ciudad en el Meridiano 0 de Greenwich y la latitud de 42 grados norte), este martes, 16 de julio, habrá una observación desde la pradera del Parque Tecnológico del eclipse parcial de Luna, aunque previamente, a las 18 horas, se ha programado la visita especial De la Tierra a la Luna con imágenes inéditas de la llegada a la Luna de la misión del Apolo XI y del trabajo de la Nasa y la Agencia Espacial Europea. Luego se proyectará la película "El amanecer de la Era Espacial".

El día 17 disertará el divulgador científico Iosu Redín sobre la carrera espacial.

El 18, jueves, Juan Castiella penetrará "Más allá del Apolo", con las secuelas del alunizaje en el Mar de la Tranquilidad. El 19, el mismo Juan Castiella dará la charla "De los reactores a la Luna". Cerrará esa jornada el espectáculo teatral "Un salto gigante" de PAI Producciones.

El fin de semana habrá una yincana familiar a las 11 del sábado y una visita guiada especial mañana y tarde, mientras por la noche se recreará un viaje a la Luna.

El domingo se desarrollan cuatro actividades como Bebenautas para los pequeños y la visita "Del Canfranero a la Luna"! a las 12:30.

DE LAS RAÍCES AL INFINITO

"Hemos viajado desde la Luna, a sólo 400.000 kilómetros de nosotros, hasta Neptuno, alejado ya 4.500 millones de kilómetros del Sol. Y a nuestro paso han aparecido huellas aragonesas en una decena de cráteres de impacto, una antiquísima cadena de montañas y una larga cresta sobre un mar de lava, en varios asteroides y uno de los anillos de un planeta gigante, en una estrecha depresión a la sombra de un volcán extinto, una amplia y brillante extensión de un satélite lejano y un lago de metano líquido a cerca de doscientos grados bajo cero". "Aragón en el Sistema Solar" es una obra apasionante y apasionada de la Agrupación Astronómica desde la raíz hasta el infinito y más allá. l