Sociedad

SUPERACIÓN

Francisco Castillo, de una vida desbordada a una vida que siembra optimismo

En la hemiplejía, la rápida intervención en las dos primeras horas es "lo más importante" para que las consecuencias sean reversibles

Francisco Castillo, de una vida desbordada a una vida que siembra optimismo
Francisco Castillo, de una vida desbordada a una vida que siembra optimismo
EFE

ZARAGOZA.- No todo el mundo cuenta con la oportunidad de volver a nacer y empezar de cero con optimismo y positividad pero Francisco Castillo, a sus 71 años y tras sufrir un ictus el 20 de agosto de 2013, ha vuelto a andar, escribir, hablar y vivir gracias a la rehabilitación y a su trabajo constante desde el primer día.

A Francisco no le gusta recordar su vida anterior en la que no paraba de viajar por ser gerente de una empresa agropecuaria y en la que, según él, no se enteraba de nada y estaba desbordado.

"La vida pasaba por delante de mí. Ese día estaba tomando un café tranquilamente con los amigos a las 8.30 horas, noté que se me caían las gafás y dos horas más tarde estaba en el Clínico de Zaragoza con una ambulancia. Tuve siete u ocho infartos discontinuos después", explica Castillo en declaraciones a Efe.

A esta afección le acompañó un proceso "muy lento" lleno de rehabilitación para "huir del sofá y la televisión" y es que, como consecuencia del ictus, sufrió una hemiplejia completa y una parálisis facial que lo llevó a estar una temporada en la UVI y en el hospital.

Un ictus de estas características tiene como consecuencia el infarto pero, desde hace dos años y por ello Castillo no contó con este nuevo protocolo, se empezó a introducir un catéter que absorbía el coágulo de sangre que los producía y así, ayudaba a descender el número de afectados con graves secuelas.

Los datos suelen ser positivos gracias al estudio de los síntomas, el tratamiento y la visibilización en televisión pero la rápida intervención en las dos primeras horas es "lo más importante" para que las consecuencias sean reversibles y no sea, como hasta ahora, "la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en varones".

El tiempo de asimilación y el apoyo de los profesionales fue crucial en su recuperación, pero tuvo que tomar medidas físicas para poner punto y aparte a este cambio. "Fue cortarme el pelo al cero y plantearme que era una nueva vida", sostiene Castillo.

"Desde entonces el optimismo era una secuela también. Nunca pensé en quedarme quieto. Existe la tendencia a la depresión y el abandono y, además, escuchamos decir que lo que no se gana en seis meses es muy difícil de recuperar. A mí eso me creaba ansiedad porque creía que se me acababa el tiempo", recuerda.

Los pensamientos le jugaban malas pasadas y al principio su familia prohibía las visitas para evitar que se pusiera nervioso al no poder hablar, sin embargo, Castillo asegura que lo que más le costó fue dejar de lado lo que había estado haciendo antes y empezar a hacer otras cosas.

Si algo tenía claro es que la negatividad no debía estar presente en su vida porque "si te paras y estás en cuesta, vas para abajo". Asimismo, afianza que "si tienes la combinación de ilusión, ánimo e ilusión" se puede ser capaz de observar "lo bonita que es la vida cuando has estado a punto de perderla".

Esta ilusión se mantiene intacta gracias a la familia, el personal sanitario y los voluntarios del hospital que, según la responsable de Voluntariado y Obra Social del Hospital San Juan de Dios, Marga Pérez, luchan por conseguir que el trato con los pacientes "no sea solo técnico sino humano" y que los futuros profesionales "no solo vean a las personas como números de habitaciones sino como Francisco con su historia".

"Había un paciente que solicitaba ayuda para que desde el voluntariado le echáramos una mano en la nutrición a la hora de las comidas", explica Pérez al recordar los primeros días en los que Pilar, una voluntaria y "hada madrina", empezó a ayudar a Castillo.

Él era paciente y ahora quiere "devolver" toda esa ayuda formando parte del voluntariado que lo ve como "una persona perseverante, con iniciativa y muy comedido" porque sabe perfectamente donde está su rol como voluntario y como antiguo paciente sin perder la empatía que la enfermedad le ha proporcionado.

Marga Pérez, tras ver que él participaba activamente en las actividades del voluntariado, decidió emprender un viaje junto Francisco -que empezó en silla de ruedas y ahora va con su coche- en diversos centros educativos de Aragón con el proyecto "Escuela Amiga" para acercar esta enfermedad a los más pequeños con la historia de "Carlitos Darwin".

"La historia de Darwin con la teoría de la evolución encajaba perfectamente ya que no es el más fuerte el que mejor sobrevive a las circunstancias, sino el que mejor se adapta a ellas. Francisco es un claro ejemplo de la adaptación a las circunstancias", asiente Pérez.

Esta historia de superación de Francisco, junto a las de Cancertines y Cre-Activ, son candidatas a los Premios Fundación Hospital Optimista para poner en valor a aquellas personas y organizaciones sanitarias que trabajan de forma diferente e impactan de manera positiva en la sociedad, en los pacientes y en sus familiares a través de historias personales de diferentes puntos de España.

Con "Cancertines", desde el Hospital Universitario Miguel Servet plantan cara al cáncer de lengua de Ángel Pérez con calcetines llamativos, y "Cre-Activ", del Hospital San Jorge de Huesca es un proyecto de recuperación a través del ocio y del entretenimiento.

Todos estos proyectos buscan sensibilizar a la población sobre estas enfermedades, ayudar a las familias afectadas, normalizar y premiar a los profesionales que trabajan en sus centros por su entrega, positividad e impacto en la evolución de los pacientes.

Ahora, Francisco, aunque cree que no tiene ni ritmo ni entonación, es capaz de hablar, expresarse, moverse, viajar, coger su tractor y "crear ilusiones" sin que el tiempo se le eche encima, le desborde e intentando sacar un hueco para estudiar historia contemporánea en el próximo curso.