Sociedad

DIÓCESIS BARBASTRO-MONZÓN

Ángel Pérez: "El activo de una diócesis que tiene 8.331 kilómetros son las personas"

El obispo de Barbastro-Monzón cumple un lustro desde que tomó posesión

Ángel Pérez: "El activo de una diócesis que tiene 8.331 kilómetros son las personas"
Ángel Pérez: "El activo de una diócesis que tiene 8.331 kilómetros son las personas"
Á. H.

BARBASTRO.- El obispo Ángel Pérez celebra un lustro en la Diócesis de Barbastro-Monzón con deseos de continuidad. "No deseo moverme porque soy hombre de única esposa, y aquí me desposaron. Ahora mismo no me ilusiona, pero es evidente que el Papa tiene la última palabra". Monseñor Pérez resume cinco años en dos palabras: "conmovido y agradecido", desde su ordenación episcopal el 22 de febrero de 2015 en la Catedral.

En la historia del antiguo Obispado de Barbastro desde la restauración de la sede (1573) es el prelado número 37 y el cuarto en la etapa Barbastro-Monzón desde 1974.

"Míralo, el santito, me dijo el Papa Francisco en respuesta a la carta con razones fundamentales para no desestimar mi nombramiento, entre ellas de gratitud por la elección y por el destino en una diócesis sencilla, humilde y pobre, vista desde Roma", así lo recuerda antes de que el Santo Padre le dijera "¡atrévete!".

En cinco años ha descubierto "el potencial en esta tierra, con naturaleza exuberante y espectacular, un patrimonio que se presta para rutas de Itiner Arte por Roda, Obarra, Montañana y Alaón, entre otras. Creo que el museo está en la calle y ofrece posibilidades para visitar piezas atractivas. Los tiempos han cambiado, los hábitos de vida y costumbres, también. La propuesta de espacios y vivencias es posible en este territorio diocesano".

Por ejemplo, "te adentras en la cripta de Roda de Isábena, pones música de gregoriano, echas incienso, dispones de una hora para estar tranquilo, y estaría entre los espacios significativos, necesarios. El turismo religioso mola y vende, pero al final, genera serenidad, estabilidad y equilibrio. Hoy se va con tanto estrés que son necesarios espacios de comunión con la naturaleza, el arte y la relación personal".

En cuanto a los cambios habidos en la diócesis, afirma: "Eso lo tiene que decir la gente, y queriéndola me he sentido desbordado de cariño, aquí te conocen casi todos. En realidad he llevado a cabo lo que otros habían pensado, en teoría. A veces creo que he sido un inconsciente porque me he lanzado a cosas que ni siquiera sabía si funcionarían. Si hacíamos lo de siempre, el último que apague la luz. Es como si tuviera la máquina de escribir de toda la vida en mi trabajo pero si no me actualizo en redes y sistemas, estoy muerto", asegura el prelado.

En la aplicación práctica, "pasa igual, o miramos hacia adelante y tratamos de ofrecer lo mismo, basado en sentimientos de la vida, o no tiene sentido continuar igual". De todas maneras, "si en una diócesis de 8.331 kilómetros, la media de edad de sacerdotes es de 73 años y 20 han venido de Sudamérica pero de estancia efímera, el activo son las personas. A muchas de ellas nunca se les había invitado a formar parte de la Iglesia activa, en especial a las mujeres y si no hubiera en las parroquias, estaríamos en quiebra total. En este momento, somos una familia con sentimiento de pertenencia. Lo único que me ha ocupado y preocupado es que cada uno de los hijos del Alto Aragón se sientan parte de una familia fascinante", considera el obispo Pérez.

Por lo que respecta a los jóvenes, "nos cuesta, porque tal vez no hemos sabido ofrecer una Iglesia mucho más cercana, creyente, fascinante y provocadora. Todos hemos sido jóvenes y nos gusta dejar la impronta de lo que hacemos. Cuando tu vida ha sido útil para los demás es cuando mejor te has sentido".

VISITAS A LOS CUATRO ARCIPRESTAZGOS

En cinco años al frente de la diócesis ha visitado cuatro arciprestazgos Sobrarbe-Ribagorza, Somontano, Cinca Medio-Litera y Bajo Cinca. "En palabras del obispo Ambrosio Echebarría cuando entras hasta la cocina quiere decir que eres de casa. Ernesto Durán me dijo que era necesario peinar la diócesis, y solo me faltan media docena de pueblos. Si ahora me muriera ya habría hecho lo mejor, ir a donde está la gente, preguntar e interesarme por preocupaciones y problemas, servir de puente y, si es posible, ser facilitador".

Al mismo tiempo, Ángel Pérez califica como "una bendición" tener en la diócesis cinco monasterios habitados con religiosos y religiosas. "Si no hubiera ninguno habría peleado para traer comunidades de vida activa, de hecho lo he intentado y me hubiera encantado que viniera a Boltaña la congregación de las Hermanas Misioneras de la Consolata. Al final, no pudo ser tras la visita de la madre general, pero les ofrecimos la casa abadía. La verdad es que nos hubieran venido muy bien".