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Las largas jornadas de los tele-docentes, un quite tecnológico al coronavirus

Los maestros y profesores dedican varias horas al día a mantener el ritmo de aprendizaje y trabajo de sus alumnos

Las largas jornadas de los tele-docentes, un quite tecnológico al coronavirus
Las largas jornadas de los tele-docentes, un quite tecnológico al coronavirus
EFE

MADRID.- Coral, Jorge, Elisa y Jaime están que no pueden más después de varios días de jornadas interminables como tele-docentes de colegios o universidades de Madrid, echándole horas al ordenador para hacerle un quite tecnológico al coronavirus.

"No me aburro, estoy todo el día liada", cuenta Coral (nombre ficticio) por su Whatsapp el 13 de marzo, su tercer día de teledocencia. Días después dice que el ritmo no decae y que, con algunas pausas, le echa unas diez horas cada día a la labor.

Prepara los temas, los explica, cuelga las correcciones -una vez que le han enviado los ejercicios- en la plataforma Educamadrid o en Classroom, e intercambia mensajes con los chicos y chicas en la aplicación Hangout.

Esta profesora destaca que los de segundo de bachillerato están "muy preocupados" con el retraso de la Evau (Evaluación para el Acceso a la Universidad). "Algunos dicen que no podrán soportar el agobio durante tanto tiempo, que hubieran querido quitárselo antes de en medio y otros creen que sí, que es mejor porque tendrán más tiempo para estudiar".

En el instituto que dirige Elisa (también nombre ficticio), sus profesores siguen cada uno en su casa, trabajando con la ayuda del aula virtual. Todos han estado trabajando más horas que de costumbre. "Los docentes, normalmente, llevan trabajo a casa, pero en esta ocasión están trabajando mucho debido a las circunstancias".

Algunos maestros graban sus clases y las "cuelgan" en el aula virtual, que no es una novedad, aunque "algunos alumnos no estaban habituados a ella y les está costando un poco más", explica Elisa.

"La letra con internet entra, qué remedio", dice esta directiva y también profesora, convencida de que, a pesar de la ayuda tecnológica, "los profesores somos necesarios; si no, seríamos innecesarios todos".

Pide "paciencia" a los alumnos, "que se disciplinen; que no por estar en casa no cumplan los horarios, sino que mantengan uno similar al de las clases habituales".

Elisa también cree que el retraso recién decretado para la Evau de este año "les alargará la presión y la tensión" que les genera la prueba, aunque, por otra parte, está convencida de que "de no ser así, no tendrían margen para prepararse bien".

Otro profesor, Jorge Onecha, se levanta cada mañana en su casa del centro de Madrid y se acicala como si fuera a salir a la calle, aunque lo hace para sentarse ante la cámara con la que se dirigirá a sus alumnos, algunos en China, en Inglaterra, en Corea o en Estados Unidos.

Nada más declararse la emergencia sanitaria, sus alumnos del Centro de Estudios Hispánicos de la Universidad Nebrija volvieron a sus casas y desde entonces Jorge prepara cada día el "set casero" adecuado, con luces y micrófono, y el material que ha preparado para sus clases de lengua española, de teatro del Siglo de Oro o de literatura, para darlas a través de la plataforma "blackboard".

Jorge graba cada clase y la deja colgada en el campus virtual. Aunque satisfecho, está cansado porque son muchas horas de disponibilidad para responder a correos electrónicos o consultas en otras redes, y para trabajar en la forma de optimizar los contenidos.

Y no menos ajetreado anda Jaime, profesor de niños de siete años en un colegio bilingüe en el que, en un solo día, al cierre de los centros educativos, organizaron un método de trabajo a distancia.