Sociedad

OBITUARIO

Ramón Justes, el hombre que trabajó por su tierra discreta e inteligentemente

Fallece con 67 años después de una vida intensa y fructífera

Ramón Justes, el hombre que trabajó por su tierra discreta e inteligentemente
Ramón Justes, el hombre que trabajó por su tierra discreta e inteligentemente

HUESCA.- Ramón Justes Carilla ha respondido siempre a la máxima de que el hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. A pesar de su verbo fácil, de su inteligencia preclara y de su vocación de transformar la sociedad, eligió el camino de la discreción, conocedor de que lo fundamental es lo eficaz y no la figuración.

Ramón nació en una casa nutrida por la progenie de hermanos el 6 de noviembre de 1952 en el barrio, que es como se conoce en Huesca al de Santo Domingo y San Martín. Avispado desde su más tierna infancia, un chico listo como le definen quienes le conocieron, encaminó sus pasos profesionales hacia la banca. Y, sin embargo, su conciencia social le empujaba desde su juventud hacia la militancia política, admirador como era de "Tallo" Marraco, del PSA y de una generación de maravillosos personajes entre los que destacaban Paco Beltrán, Mateo Sierra y otros entrañables servidores de lo público.

Relator excepcional, Ramón Justes nos ha dejado sin escribir la historia de la Transición en Huesca y Aragón que tenía en ese disco duro que era su privilegiado cerebro. Nos recordaba el terrible impacto del 23-F, donde en el PSOE corrieron ante la eventualidad de que triunfara el golpe de estado a recoger toda la documentación.

Tras las elecciones de octubre de 1982, con el triunfo de Felipe González, confió en él como secretario particular en el Gobierno Civil Miguel Godia Ibarz. Fue más que un tándem profesional ejemplar, también un estilo de liderazgo amparado en la acción sin ruido, pensando en todos los pueblos de la provincia y respondiendo a la crisis con serenidad y solidez. Momentos terribles como los de "los fusilamientos de Abena" o el rescate de montañeros fallecidos vascos y catalanes que les pusieron en la tesitura de contestar con firmeza a acontecimientos dramáticos.

Ramón era cerebro del PSOE altoaragonés, fiel a sus ideas siempre arraigadas en la voluntad de mejorar la comunidad, leal a las personas a las que sirvió. Fue decisivo en la pujanza de Marcelino Iglesias, con quien llegó a la Diputación Provincial como jefe de gabinete en 1987, en el recién estrenado Palacio. Allí impulsó algunos de los programas y políticas que han trascendido hasta hoy.

En su haber universalmente reconocido, una capacidad de negociación fuera de lo común, con la flexibilidad de los clarividentes y siempre la máxima de que hay que dejar todos los puentes abiertos. Por eso mantuvo siempre tan excelentes relaciones con todo el arco de partidos.

Y, sin embargo, sin dejar de ser el animal político que nunca abandonó (sus lecturas siempre interesaban a sus interlocutores porque descubrían más aristas y mundos), Ramón Justes dio un cambio de orientación a su vida. Se consideraba "más útil a la sociedad" en ese momento en la vida privada, probó un tiempo en el registro y se integró en Oza Publicidad.

En esa época, a través de la familia Sancerni, conoció a Luis Nozaleda, que quería explorar las veredas del Somontano para instalar una bodega. Se aliaron dos personalidades pasionales, recias de carácter y vivas, muy vivas. El entusiasmo de ambos levantó Bodega Enate, donde Ramón Justes fue nombrado director de Marketing y Comunicación, aunque los cercanos sabemos que su influencia trascendía incluso estas áreas. Con ambos, observadores hasta el extremo, renació una idea de una prestigiosa bodega francesa y asociaron vino y arte a través de las etiquetas. Todo estupendamente pensado: un gran pintor para miles de botellas anuales y la configuración de una de las pinacotecas más importantes de Aragón.

Ramón fue consejero de Luis, hoy profundamente dolido por la pérdida de su amigo. Con él vivió los días de vino y rosas, Panticosa Resort, la Fundación Beulas, la expansión en otras bodegas y negocios... Y la crisis. Y la reacción. Y la reconquista.

Ramón era un innovador. Convirtió Enateca en una revista de empresa referente en España, con entrevistas a grandes personalidades atraídas por la reputación del vino y su gran conexión con el universo creativo de artistas y literatos. Las presentaciones de novedades eran un acontecimiento sugerente, los críticos se interesaban y los maridajes alcanzaban nombradía nacional. Y supo ver, además, la necesidad de entrar en la sociedad con los vinos amigos de Valentia, Atades, los Rotarios y multitud de iniciativas solidarias. En Tecmolde de su amigo Julio Luzán, la máscara de protección número 100.000 ha llegado con el recuerdo y el cariño a Ramón Justes.

Dotado de una sensibilidad especial, compartía todo lo que podía y lloraba la pérdida de grandes amigos como ahora el llanto nos inunda a los muchos, quien sabe si un millón o más, que le queremos. No hemos podido leer la historia de la transición con la que nos amenazaba, en esta época en que su perspicacia, su reflexividad y su coherencia entregaban a los próximos su visión de precisión quirúrgica y crítica.

Tampoco le vamos a saludar dando el meñique –identidad propia de Ramón-. Y al menos sí podremos abrazar a sus corazones, Teresa Larrosa, a los hijos de los que se enorgullecía, la farmacéutica María y el ingeniero Javi, y su numerosa familia.

Esta maldita situación nos impide acompañarle en el último viaje, pero, cuando miremos hacia arriba, sepamos que en las estelas celestiales hay una enseñanza para cada situación. La que nos envía el sabio Ramón Justes Carilla. Descansa, Ramón, que te lo has trabajado. Y gracias por tanto.