Sociedad

PANDEMIA DE CORONAVIRUS

Ignacio Omella Usieto: "La voluntad y el ímpetu de los profesionales han sacado adelante el Hospital de IFEMA"

El médico oscense, orgulloso de participar en un símbolo de la lucha contra el coronavirus

Ignacio Omella Usieto: "La voluntad y el ímpetu de los profesionales han sacado adelante el Hospital de IFEMA"
Ignacio Omella Usieto: "La voluntad y el ímpetu de los profesionales han sacado adelante el Hospital de IFEMA"
S.E.

HUESCA.- El doctor Ignacio Omella Usieto, oscense de 28 años, ha vivido una experiencia única en el hospital de IFEMA, donde pasó de su especialidad a ejercer los aspectos generales de la medicina por la emergencia del coronavirus. Allí ha marcado un hito en su formación, ha apreciado una coordinación y unos resultados excelentes, y, sobre todo, ha disfrutado trabajando duro en un símbolo de la lucha por la salud, con una enseñanza fundamental: "La voluntad y el ímpetu de los profesionales han sacado adelante la misión".

Nacho estudió en Zaragoza y este año cumple su tercer año de Residencia en el Hospital Puerta del Hierro, en Aparato Digestivo. El peso de la especialidad se sustancia en consultas externas y la realización de endoscopias. Todo transcurría con la normalidad que predicaban las sociedades y organismos públicos, recuerda. Y, sin embargo, percibieron una pista que les hizo sospechar que "algo iba regular": "Venían a hacer pruebas convencionales pacientes que ya tenían el coronavirus. "Nos empezamos a oler la tostada la segunda semana de marzo, entre el 7 y el 15, y pasamos en tres días de hacer una actividad normal a paralizar absolutamente todo. Antes, no fuimos conscientes ninguno". El día 15 se paralizó "la asistencia no imprescindible" y en el Puerta de Hierro se "montaron las unidades específicas del coronavirus y todos los circuitos".

La absoluta emergencia desbordó todas las previsiones y el joven doctor oscense fue movilizado para uno de los iconos de esta crisis sanitaria. "IFEMA nació de la necesidad de los hospitales del centro de Madrid y las áreas más concretas que colapsaron muy pronto, aunque el mío no tanto. En 24-48 horas estaba montado el módulo con el que empezó, sacando de atención primaria todos los médicos, enfermeras y auxiliares, además de algunos especialistas de hospital. De la noche a la mañana, estaba haciendo endoscopias y al día siguiente estaba en IFEMA", recuerda Nacho Omella.

Un cambio profundo y todo un desafío para un doctor joven en formación de su especialidad. "Sin preverlo, pasé de hacer algo a lo que estás acostumbrado a un territorio inexplorado en el que no tienes experiencia. Hemos sufrido una falta de evidencias, porque no sabíamos cómo tratar, porque el médico trata siempre con una evidencia y, si no la tenemos, muchas veces nos quedamos desnudos y no es fácil afrontarlo, se cometen errores y no es fácil la labor".

El aprendizaje ha sido sobre el terreno a pesar de que la covid-19 ha sido definida como una "infodemia", esto es, una pandemia con déficit de información al principio y exceso de impactos informativos posteriormente, no siempre contrastados. "Con el coronavirus ha habido un bombardeo de información con la experiencia previa en China e Italia. Muchas veces no sabías cómo tratarla de forma rigurosa y no estábamos muy preparados. Hemos ido recibiendo muchísima formación desde todo tipo de sociedades de medicina interna y de la experiencia con los pacientes, pero era una indefensión ante un tratamiento del que nadie tenía certezas ni nos podíamos apoyar en nadie. Luego sí ha podido haber más evidencias y fármacos que parecían ir bien, y hemos ido aprendiendo sobre todo la evolución natural de la enfermedad, que fue la clave que nos ayudó a controlar mejor".

DE LA OBSERVACIÓN A LAS SOLUCIONES

Describe Nacho Omella Usieto la hoja de ruta de todas estas semanas en las que la observación era básica ante lo ignoto. "Al principio no sabíamos por qué estos pacientes empeoraban, luego ya se vio que desarrollaban una respuesta inflamatoria a la semana o diez días de haber comenzado los síntomas, y con un tratamiento antiinflamatorio que son los corticoides y algún fármaco que se ha utilizado de forma experimental ayudaban en la respuesta y a muchas personas probablemente haya sido lo que les ha salvado la vida. La historia natural de la enfermedad la hemos conocido con la experiencia y la evidencia que iba viniendo".

Los propios arcanos del virus y su evolución, junto con la virulencia en sus manifestaciones, se sumaban a la experiencia de un hospital de campaña instalado admirablemente por el ejército en pocos días. "En IFEMA era todo un poco aventura. El primer día que llegamos no sabías qué fármacos tenías, si ibas a hacer una analítica o una placa de tórax. Los primeros días fue una medicina de guerra al uso. Cuando pasó una semana ya se convirtió en un hospital con todas las prestaciones necesarias para atender a estos pacientes. Teníamos de todo, podíamos hacer cualquier prueba, podíamos tener cualquier fármaco, y se convirtió en un hospital totalmente preparado para tratar a estos pacientes. No ha sido ningún momento en que cualquier paciente que fuera ahí estuviera en inferioridad de condiciones respecto a cualquier hospital de Madrid".

RESULTADOS EXCELENTES

En torno a 3.000 personas entre los sanitarios (médicos, enfermería, auxiliares, celadores, administración y logística) se han ocupado de la labor de cuidar de más de 4.000 pacientes en un proceso de casi mes y medio. "IFEMA nació con el propósito principal de dar un balón de oxígeno a los hospitales de Madrid, porque los había totalmente colapsados, y ese cometido lo cumplió y con creces, con éxito. Y ha tenido unas tasas de recuperación y unos resultados en general excelentes. La mayor parte de los pacientes se ha recuperado y ha tenido resultados muy buenos. E IFEMA ha sido el símbolo de la lucha contra el coronavirus, que oxigenó a la sanidad madrileña, pero detrás de eso ha habido mucho trabajo invisible en los hospitales del centro y la periferia, que han llevado muchísimo trabajo, incluso más, y sobre todo las residencias, que son las grandes olvidadas de esta crisis".

A sus 28 años, ha extraído grandes lecciones de una vivencia inolvidable. "La gente era consciente de que se hallaba ante una experiencia que te saca de tu zona de confort y haces cosas que ni en tus peores pesadillas hubieras soñado, y te das cuenta de que lo que mueve a que las cosas acaben realizándose con éxito es la voluntad de la gente. Lo que hay que sacar es que la voluntad y el ímpetu de los profesionales han sacado adelante el Hospital de IFEMA. La gente ha dado el 120 % de sí. Las enfermeras son de atención primaria, que no hacen hospitalización, como las auxiliares y la mayor parte de los médicos. Nos han sacado de nuestro trabajo habitual y que los profesionales hayan dado tanto de sí ha propiciado que todo saliera adelante y salido así de bien".

Particularmente, durante estas semanas ha abandonado la formación reglada como residente, pero ha "ganado una experiencia vital que nos enriquece en lo personal y lo profesional para toda la vida. La gente veterana nos lo recalca, que no tenemos que olvidar que estamos ante un momento histórico que no olvidaremos nunca y que como formación nunca va a haber nada igual".

Haciendo de la necesidad virtud, sus conocimientos de Digestivo pasaban a un segundo lugar para tratar "una atención mucho más integral a un paciente con un paciente con una enfermedad que es el coronavirus, que no suelen ser pluripatológicos, muy específica. No existía formación y podemos aplicar otros conocimientos de manejo de paciente hospitalizado o de estrés, pero no estás preparado para esa patología en concreto". Sin embargo, una de las fortalezas de IFEMA ha sido la constitución de "equipos de médicos son muy integrados y eso ayuda a una toma de decisiones para el paciente, de forma consensuada y tras analizar cada caso detenidamente. Los directores siempre nos daban palabras de ánimo y nos sentíamos respaldados. Iban por un lado los de Atención Primaria, a lo mejor el 80-90 %, y luego de atención hospitalaria que éramos nosotros, que aportamos el conocimiento del paciente hospitalizado que podíamos complementarles a ellos. Teníamos nuestros dos directores que eran de hospitales Clínico y Fuenlabrada y nos coordinaban a los 60 de hospitalización".

Califica la coordinación de "excelente" pese al aluvión de personal de avenida de distintos centros y especialidades. "Era difícil de gestionar y para la dificultad que entrañaba se ha hecho muy bien". Junto a la satisfacción por una misión única, alude a unas condiciones de trabajo que les ha convertido en "privilegiados", "nuestro horario se cumplía a rajatabla, nos exigían que descansáramos y, aunque haya sido un desgaste físico y mental, han procurado que cumpliéramos los horarios".

La dotación de material se corresponde con un "hospital montado expresamente para el coronavirus, ha sido la excepción. No nos ha faltado una mascarilla, ni ningún EPI, ni el equipo nos hemos sentido inseguros. Hemos estado más seguros que nadie. De hecho los resultados de contagios en el hospital de IFEMA eran buenos, y eso demuestra que con buenos materiales de protección se consigue reducir la transmisión a profesionales".

Desde allí siguió con orgullo la iniciativa de máscaras de protección lideradas por Concahusa y el Foro Huesca Excelente, que llegaron por miles a los hospitales de Madrid desde Tecmolde y Podoactiva. "Es para dar la enhorabuena, porque he visto un éxito poner a empresas locales en el punto de ejemplo de colaboración ciudadana que ha llegado mucho lejos. Es un reconocimiento que hay que dar a los promotores".

JÚBILOS Y TRISTEZAS

El hospital de IFEMA acabó convirtiéndose en una familia que aplaudía los éxitos y penaba las tragedias. "Como ha sido tan duro tanto para pacientes como enfermería, médicos y personal en general, ha aflorado el sentimiento de optimismo, un mecanismo de protección para dar esperanza. Siempre se ha intentado llegar con la mayor alegría posible". No se han cerrado los ojos a una de las mayores tristezas que hemos llorado: "La soledad en la que se han ido muchas personas y no le hemos dado la despedida que merecerían. Habrá que pensar mucho en el futuro, porque hemos dejado a mucha gente en sus últimas horas o días de vida solas ante la adversidad, con el miedo y sin poder canalizarlo hacia ninguna persona. El personal de enfermería y auxiliares son las que más han apoyado para que no viviera ese trance solo".

El final de IFEMA, asegura Nacho Omella, no hace justicia en su versión polémica a la realidad de que "se han hecho bien las cosas, pero no hay que dar una voz de victoria. Tenemos que celebrarlo discretamente. IFEMA ha surgido del drama de la sanidad madrileña, del colapso absoluto y ha cubierto una necesidad. Hay que felicitar a los profesionales sanitarios y hasta aquí. Y luego se ve en la televisión sobredimensionado, y probablemente un acto en el que habría cien personas parece que era una manifestación masiva y no era para tanto. Pero pudo haber sido más comedida no por el hecho de que se contagiases la gente, sino por lo que significa IFEMA, que tiene que ser un símbolo de lucha en la victoria de una batalla, pero hay que luchar en el futuro para que no vuelva a ocurrir".

El doctor Omella Usieto no estaba ya en esa cita. Estaba descansando porque desde el lunes 27 no había trabajado y le avisaron que no era preciso que fuera. "Cuando recibí la llamada de que no tenía que volver, la reacción fue contradictoria: qué bien que vuelvo a mi hospital a hacer para lo que he venido a formar, pero qué pena que se acaba esta experiencia que nos ha curtido tanto. Nos ha pasado a todos los compañeros".

APRENDER DE LAS CARENCIAS DEL SISTEMA

En una crisis sanitaria, se evidencian las fallas del sistema y la sanidad pública tiene muchas carencias invisibles "porque los números son buenos, porque tenemos los mejores profesionales que existen y el equipo humano es inmejorable, pero hay cosas de las que tenemos que aprender". Nacho Omella alude a tres. "La atención primaria es un pilar básico del sistema sanitaria y si no funciona, no funciona lo demás porque colapsa todo y no se hace una asistencia eficiente. Es básico reforzarla. Otra lectura es que hay que dar soporte médico a las residencias, que muchas veces pueden tener sus equipos médicos pero cuando se ponen más complicadas la saturación es extrema y se ha visto en los resultados. A lo mejor hay que optimizar la atención médica de estos pacientes porque son muy pluripatológicos y necesitan que se haga una atención diferente. No debieran ser casas donde viven ancianos sino centros mínimamente medicalizados con infraestructura para atender no esto que es imposible prever y asumir, pero reforzarlas un poquito. Y la prevención, que es la parte olvidada de la medicina y si actuásemos sobre ella los resultados serían mucho más positivos porque evitamos la enfermedad. Cuando pase el tiempo, aprenderemos".