Sociedad

PROYECTO SOLIDARIO

La pandemia malogra las "Vacaciones en Paz" de los niños saharauis

La ong Sogaps ha confeccionado material de protección contra el coronavirus

La pandemia malogra las "Vacaciones en Paz" de los niños saharauis
La pandemia malogra las "Vacaciones en Paz" de los niños saharauis
S.E.

VIGO.- La pandemia ha obligado a suprimir las "Vacaciones en Paz" (VeP) y son muchos, más de 4.000, los niños que no pasarán el verano con sus familias de acogida temporal. La Comisión Nacional Saharaui en España ha cancelado el programa solidario que permite a los pequeños vivir con familias españolas durante la época estival.

El año pasado se celebró el 40 aniversario de este programa solidario, sin duda el más conocido de todos los que llevan a cabo las diferentes entidades y ONG, y que permite fortalecer lazos históricos.

La Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias (CEAS) con el Sáhara explica en su web que "lamentablemente la grave situación que estamos atravesando a nivel mundial" impide su celebración en este 2020, pero después de una profunda reflexión y de analizar los condicionantes actuales la idea que prevalece es una, la de "no escatimar esfuerzos" para con las "estrellas del Sáhara".

"Seguiremos compartiendo sus ilusiones, esta vez desde la distancia, y aunque no estarán entre nosotros, no pararemos", defiende Ana Garrido, la mujer que está al frente del VeP y que ha tenido a diecisiete menores en su casa.

No son 17 y sí 325 los niños saharauis de los campos de refugiados de Tinduf, en Argelia, que han visto cómo un pequeñísimo agente infeccioso ha frustrado sus planes de pasar la temporada veraniega con familias de acogida en Galicia, pero desde Solidariedade Galega co Pobo Saharaui (Sogaps) han encontrado, como proclama Ana Garrido, otra forma de canalizar su ayuda, que pasa por confeccionar y vender material de protección contra la Covid-19 y destinar los ingresos a medicinas y alimentos para el pueblo saharaui.

"Ya somos casi profesionales", explica a Efe Maite Isla, presidenta de Sogaps, que relata cómo un pequeño ejército de voluntarios, que llegó a estar compuesto por casi medio millar de personas, se puso a confeccionar y a repartir batas y mascarillas desde Ponteareas en la etapa más cruda de la emergencia sanitaria, pero que desde hace "unos cuantos días" venden esas mascarillas al precio que cuesta el material más 80 céntimos, que es lo que destinan al pueblo saharaui, razón de ser de la asociación.

"El Ministerio de la Juventud saharaui, coordinado con Vacaciones en Paz, llegó a la conclusión de que lo mejor para todos era anular el programa, primero por el tema sanitario, pero por varias razones más, entre ellas el tema visados, ya que no los podíamos tramitar con las fronteras cerradas", puntualiza con mucha tristeza Maite.

"Supone mucho dolor para todos, sobre todo para las familias, las de allá y las de aquí", añade antes de tratar de ver el lado positivo de una situación que pudo haber sido, dice, mucho más dramática.

"Lo bueno es que el virus no entró en los campamentos. El Frente Polisario cerró todo desde el principio. Hay que tener en cuenta que en los campamentos no hay puertas y sí comerciantes que llegan de Mauritania y Argelia, pero no se dejó entrar a nadie y se consiguió que no hubiese ningún caso", señala.

Explica al hilo de este apunte Maite que si un solo niño saharaui regresase a los campos infectado de coronavirus sería "un desastre total", por lo que, pese a todo el trabajo que supone organizar el programa "Vacaciones en Paz", hubiese sido irresponsable continuar adelante.

"El día 1 de septiembre los niños regresan a los campamentos y el 2 de septiembre ya empezamos con las 'Vacaciones en Paz' del año siguiente. Es muy triste lo que ha pasado, pero hay que tomarlo responsablemente y lo más acertado era no poner en peligro a toda la población", agrega, tras concretar hasta qué punto se involucran.

Si de algo sabe el pueblo saharaui es de confinamiento, prosigue; uno cuya crudeza se redobla en verano, con días en los que los termómetros superan con creces los 50 grados a la sombra, pese a lo cual "son conscientes" de la situación, además de "responsables", por lo que se han tomado con aplomo este revés.

Sogaps, a su vez, ha encontrado en el material sanitario que confecciona una forma de cambiar una ayuda por otra, aunque se trata de una idea reciente, ya que cuando se pusieron a tejer lo hicieron únicamente para tratar de ayudar a paliar la escasez de material de protección con la que el personal sanitario plantaba cara al patógeno.

Aunque ahora son menos, ya que hay gente que ha regresado al trabajo, en un principio llegaron a ser casi 500 personas, de edades comprendidas entre los 15 y los 90 años, las que se pusieron a confeccionar mascarillas, batas y gorros que se repartían por toda Galicia.

En Ponteareas se cortaba la tela y en otros lugares de la comunidad gallega se confeccionaba; empezaron fabricando las batas de una en una, y ahora, detalla Maite, las hacen ya "de cincuenta en cincuenta".

Cifra mágica la de cincuenta, pues las mascarillas, de una calidad "extraordinaria", subraya Maite, son lavables hasta 50 veces y están provistas de filtros de protección muy efectivos. Las hay de dos tipos y se venden por 2,80 o 4,90 euros, que es lo que cuesta el material, ya que la confección es trabajo voluntario y gratuito; más 80 céntimos que sirven para sufragar medicamentos y alimentos para el pueblo saharaui.

"Hemos regalado unas 200.000 mascarillas por toda Galicia", antes de que tuviesen un precio, sostiene, y recuerda que acumulan "dos meses trabajando a destajo sin parar".

Concluye esta activista con un mensaje alentador, el de que la demanda de estas mascarillas solidarias se multiplica en Galicia, un hecho que está generando una satisfacción doble entre los voluntarios. No en vano, pueden proporcionar muy buenas mascarillas a precios razonables al pueblo gallego y cumplir al mismo tiempo con su labor de ayuda al pueblo saharaui.