Sociedad

OJO AVIZOR

El Movimiento Junior acompaña a los niños y niñas después de la pandemia

El campus urbano ha permitido a tres grupos de Huesca y Ayerbe reflexionar sobre lo que han vivido en esta situación

El Movimiento Junior acompaña a los niños y niñas después de la pandemia
El Movimiento Junior acompaña a los niños y niñas después de la pandemia
M.J.H.

HUESCA.- Uno de los colectivos más azotados por la crisis de la covid-19, y de los más olvidados, ha sido el de los niños y las niñas. La pandemia también ha hecho mella en la infancia, que ha tenido que hacer uso de su imaginación para sobrellevar los días de encierro. A pesar de esta característica tan envidiable de la "gente menuda", el miedo, la preocupación y la incertidumbre también han sido para ellos emociones del día a día. El Movimiento Junior de Huesca ha querido acompañar estos procesos de casi treinta chicas y chicos durante dos semanas, del 6 al 18 de julio. Y acompañar ha significado no sólo escuchar, sino analizar la realidad que la infancia ha vivido durante meses, a través de la pedagogía de la revisión de vida, propia de la acción católica. En tres grupos diferentes, y con las medidas sanitarias recomendadas, de Huesca y Ayerbe han disfrutado de dos semanas un tanto atípicas, donde el juego, los talleres, los bailes, las canciones y la diversión tampoco han faltado.

El primer paso ha sido VER. Y ver, en este caso, ha significado conocer y compartir las diferentes realidades y hechos que los las niñas y niños han vivido: las clases online, deberes interminables, ERTE en sus familias, enfermedad de cercanos, el dolor por no poder ver a sus abuelos, el aburrimiento tras tantos días, los videojuegos como aliados, hermanos pequeños demandando otro tipo de juegos... Muchos han sido los hechos que todos ellos han expuesto. Una vez conocidos, los grupos han reflexionado sobre las causas de todas estas situaciones y hechos: la precariedad y falta de recursos de algunas familias; las prácticas de los medios de comunicación; el cese de algunos trabajos, o la continuación sin medios de protección de otros; o el mayor uso de pantallas para mantener el contacto con compañeros y amigos.

No obstante, también han valorado el encuentro con las familias (tan poco frecuente en la vida tan frenética pre-pandemia), hacer cosas juntos, como cocinar, manualidades, ver películas... Y es que donde hay oscuridad, ellos siempre ven luz. Después de conocer algunas de las causas, los participantes han reflexionado sobre las consecuencias que esta crisis está teniendo: el miedo al contagio propio o de familiares, el agobio por sentirse solos, la dificultad a nivel educativo (no solo en cuanto a tareas, sino también en el acceso a éstas), no poder salir y disfrutar de la naturaleza o los paseos, más unidad familiar, mayor creatividad, e incluso un cambio de su punto de vista sobre el ser humano y el poder que tiene sobre las cosas, lo que ha respaldado su mirada hacia los demás, especialmente los que más han sufrido.

En un plano más social, los niños y niñas han destacado consecuencias en diferentes ámbitos afectados por la covid-19: las calles (vacías, con la gente con mascarilla), los hospitales y centros de salud (colapsados, con gente mayor con menos posibilidades, aplazando tratamientos de otras enfermedades, creando hospitales provisionales, con sanitarios trabajando en condiciones precarias, sin protección, echando mano de sanitarios jubilados o residentes, con atención telefónica...), los trabajos (con numerosos ERTE, desplegando solidaridad a través de las redes, el teletrabajo, el riesgo de infección y sin medios...), la Iglesia y otras religiones (con templos cerrados, misas retransmitidas por televisión...), el Parlamento y los políticos (que han aprovechado para la confrontación en lugar del acuerdo), la escuela (con clases online, largas videollamadas, sin medios, con profesores que en unos casos han utilizado la situación para hacer menos, sin preparación, mientras otros que se han volcado), los trabajos especiales (valorando más estas profesiones), la familia (muertes, imposibilidad de entierro, separación de sus miembros, llamadas a servicios sociales, peleas con hermanos, convivencia familiar) y el planeta (contagios a nivel mundial, reducción de la contaminación, mayor biodiversidad).

Vistas causas y consecuencias, los niños y niñas han pasado a la etapa del JUZGAR, en la que han expresado cómo se han sentido durante estos meses. Además, han conocido las voces de otras personas que han vivido la crisis en diferentes ámbitos: una trabajadora de Cáritas, contando la experiencia de empleo y formación; una educadora, que ha favorecido la expresión de sentimientos y la gestión de emociones, y un pediatra, que ha esclarecido las dudas sobre las mascarillas y su uso, y ha transmitido la necesidad de actuar con responsabilidad. Otra parte importante en esta etapa ha sido conocer qué dice Jesús de Nazaret en el Evangelio, trabajando diferentes textos que han ayudado a los grupos a saber qué haría Jesús, cómo se situaría en la actualidad y qué nos diría en esta situación de crisis.

Este trabajo ha ayudado a que los niños y niñas se sientan llamados a actuar y transformar sus ambientes, llegando así a la etapa del ACTUAR. Es en este momento cuando los niños y niñas se han propuesto compromisos concretos que les permitirán cambiar sus realidades, de una forma sencilla pero significativa. Además, esto no se quedará aquí, sino que los jóvenes del Movimiento Junior, y quienes han participado de este campus urbano retomarán en la asamblea de principio de curso esta reflexión que les servirá para marcarse un compromiso colectivo, que permitirá llevar la voz de todos ellos a diferentes ámbitos de la sociedad.

Dos semanas que, sin lugar a dudas, han dado para mucho. Y no solo para el trabajo, también han tenido su lugar los juegos, los bailes, una excursión a las Fuentes de Marcelo, una salida cultural para conocer la ciudad... y unos cuantos pares de ojos que reflejaban sonrisas que ni siquiera la mascarilla puede ocultar.