Sociedad

PROYECTO SOCIOEDUCATIVO

Un verano entre juegos al aire libre y apoyo escolar

Cáritas de Barbastro-Monzón desarrolla un proyecto socioeducativo

Un verano entre juegos al aire libre y apoyo escolar
Un verano entre juegos al aire libre y apoyo escolar
Á.H.

BARBASTRO.- Cáritas Barbastro-Monzón combina tareas de apoyo escolar y actividades al aire libre entre un colectivo vulnerable de niños y niñas. El apoyo escolar es presencial en las dependencias que tiene la entidad en la calle San Miguel, que forman parte del convento de las Capuchinas.

El proyecto socioeducativo, extensivo a Monzón, implica a 18 niños y niñas de 6 a 12 años, de lunes a jueves en horario matinal. A nivel diocesano, se enmarca en el Proyecto Socioeducativo Romeral destinado a la Infancia, que incluye el refuerzo escolar durante el curso.

"La jornada matinal se distribuye en dos partes, la primera hora para apoyo escolar, y tras un descanso entramos en la más lúdica con actividades al aire libre que incluyen salidas por la ciudad y visitas a lugares concretos", explican Cristina Trell y Raquel Castro, técnicos de Cáritas, con quienes colaboran los voluntarios: Silvana Briones, Lucía Gamisel, Paula Fumanal y Manuel Miguel Serena.

Hasta ahora, "estamos contentos porque es un grupo muy consolidado. Además, hay dos niños de familias de Protección Internacional que han venido a Barbastro gracias a Fundación Cepaim de Convivencia y Cohesión Social. Se pusieron en contacto con nosotros y los padres están encantados de la experiencia, según me dice la trabajadora social. Los niños están a gusto entre el grupo".

En la misma línea, explica que "la integración ha sido buena, las personas que vienen del Este de Europa son de otra pasta, pero su cultura se parece a la nuestra, son muy diferentes a los que vienen de otros países, por ejemplo África, a quienes les cuesta más. En general, son respetuosos y reservados, pero la integración social ha sido rápida".

En cierto modo, esta actividad estival sustituye a la Colonia Urbana de Cáritas que hubo muchos años y dejó de hacerse en Barbastro. "A raíz de la situación originada por el coronavirus y la cuarentena en casa, se optó por retomar las actividades estivales porque las vimos necesarias".

El obispo Ángel Pérez disfrutó durante media hora de convivencia en el Parque La Mina, al que se trasladó desde su residencia próxima en el Seminario, y dejó muestra de su sensibilidad habitual. "Ha dejado claro que su debilidad son los niños y niñas".

La entrega de una cruz pectoral similar a la que lleva el prelado fue el recuerdo de su estancia durante el paréntesis entre el juego de pistas.

"El grupo ha formado una piña y se nota la afinidad en común con ayudas entre ellos, están pendientes unos de otros y hay un ambiente muy bueno. Escritura y matemáticas son las tareas más trabajadas", explican.

Cada semana se trabaja temática diferente: naturaleza, reciclaje, arte y juegos tradicionales, entre otras. "En la primera semana plantamos árboles y flores en un parterre de la Residencia Saturnino López Novoa (Hermanitas)".

Los jueves se dedican al Día del Agua con actividades y juegos. "Lo importante es que todos nos divertimos con cada una de las actividades propuestas", dice Raquel Castro, que este año ha cambiado la colonia parroquial en Eriste -no se celebró- para quedarse en Barbastro donde aporta su experiencia.