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Javier Marquina: "Escribir me apasiona. Si diera dinero, sería perfecto"

El crítico y guionista de cómic oscense (Huesca, 1975) desvela su pasión por las historietas

Javier Marquina.
Javier Marquina.
D.A.

¿Cuál es el emoticono que define su personalidad?

—Oscilo entre la andaluza que baila y la mierda con ojos. La ciclotimia es mi estado preferido.

Genio y figura. ¿Se identifica?

—Del intelectual poco. De carácter todo, y bastante explosivo, por desgracia. Figura escasa, que no soy de gimnasios. Hago lo que puedo.

¿Cuál es la excitación que más le irrita?

—La de la incertidumbre. No la soporto. Y la que genera la propia ignorancia. No hay nada peor que ser un zote y emocionarse por ello.

¿El negocio es la negación del ocio o usted se divierte currando?

—Lo de sufrir trabajando es demasiado católico para mí. Se puede disfrutar currando. Yo lo hago. Escribir me apasiona. Si diera dinero, sería perfecto.

¿Puede uno vivir de lo que le gusta?

—Puede. Pero se necesita suerte, contactos y toneladas de trabajo. Yo echo el euromillón todas las semanas. Visto lo visto, va a ser mucho más sencillo.

La sonrisa es el lenguaje universal de las personas inteligentes. ¿Sonreímos poco?

—No lo creo. Pero a menudo sonreímos por los motivos equivocados. Además, la sonrisa puede ser la máscara perfecta de los que te quieren mal. Ojalá pudiéramos llorar de risa todos los días por momentos de diversión sincera.

¿La inmigración es una bendición o una necesidad?

—La endogamia te acaba matando. Es letal. Para mejorar hay que mezclarse, el mestizaje es una prueba empírica de esto. Hay que moverse. Hay que diversificar. Menos países, menos fronteras, menos banderas, menos nacionalismos y más personas.

¿Le parece necesaria la inmigraciónpara ampliar miras en el mundo de la cultura y, particularmente, del cómic?

—Internet, la globalización, ha conseguido que todos podamos leer de todo. Que todos nos podamos empapar de todo. Y es mágico. Aprendes, descubres, te nutres y, como decía antes, mejoras. En el cómic esto es aún más evidente. Mire usted el manga. Es el ejemplo perfecto de colonización cultural fascinante.

¿La hipocresía cotiza al alza o a la baja?

—Ojalá cotizara. La veríamos venir. Pero lo que triunfa es la puñalada por la espalda. Hablar por detrás. Odiar en secreto mientras te doy palmaditas en la espalda. De falsos vamos sobrados.

¿Y en las historietas, qué resalta?

—Que me diviertan. Que me cuenten cosas. Que me hagan decir: “yo quiero escribir así”.

¿Quién es para usted un galáctico en su admiración?

—Frank Miller. Es mi dios particular. Cada año que pasa lo venero con más fuerza. Es apoteósico. Un mesías del tebeo

¿Tiene algún personaje de cómic favorito? ¿Y algún tebeo en concreto?

—No sabría decirle. Leo tanto que mis gustos se dispersan. Spiderman tiene un regusto nostálgico que me hace amarlo de manera instintiva. Con el cómic lo tengo más claro. “Daradevil: Born again” De Frank Miller y David Mazzucchelli. Si Miller es Dios. Esta es su Biblia.

¿Poderoso caballero es don dinero?

—Sí. Y así nos va. Es el cáncer sin el que no podemos vivir.

¿Más en el caso del cómic?

—Todo lo contrario. Al menos en lo autoral. Si hacer cómics en España para España fuera una cuestión de dinero, nadie haría tebeos. Amamos tanto lo que hacemos, que muchas veces lo hacemos casi gratis. Somos idiotas.

¿Digital o analógico?

—Trabajar en digital, leer en analógico.

¿Está muy ligado el cómic a las nuevas tecnologías?

—Mucho. Y cada vez más. Sobre todo en la parte productiva. Personalmente, adoro el papel. El tacto, el olor… Hay cosas que la pantalla no te puede dar. Por ahora.

¿Hay muchos más tebeos en la red que en papel?

—A día de hoy, creo que no. Al menos legalmente. Supongo que tarde o temprano llegará. Pero el libro es más fácilmente sustituible por dispositivos como el ebook y ahí sigue. No sé. El tiempo dirá.

¿Es usted más de esperar o de reaccionar a las primeras de cambio?

—La edad me ha enseñado a esperar. A contar hasta diez. No se puede tomar decisiones trascendentales por impulso.

¿Orgullo altoaragonés y/o cosmopolitismo planetario?

—Me gusta ser oscense, pero el orgullo nacional me parece rancio, ridículo, propio de mentes pequeñas y de miserables que carecen de visión de conjunto. Ya lo dijo Samuel Johnson: “el patriotismo es el último refugio de un canalla”.

Ojo avizor. ¿Se precia de ver las intenciones a la distancia?

—A pesar de mi aura de avinagrado, pienso que la gente viene de buenas de entrada. De salida, ya es otra cosa… Me he llevado unas cuantas…

¿Qué es lo que le gusta exprimir hasta la saciedad?

—Mi tiempo. A mi manera, pero mi tiempo.