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La gran fiesta del libro

Sandra Araguás en la inauguración de la Feria del Libro
Sandra Araguás en la inauguración de la Feria del Libro
Verónica Lacasa

LOS LIBROS son esos espejos donde a menudo nos miramos para ver otras caras y otras vidas que nos inviten a pensar, a disfrutar y a volar más allá de lo que nos permiten nuestros pies. En este tiempo de pandemia, sus hojas han sido las alas que nos han dejado volar, superar cualquier límite y salir del encierro. Ahora, con la apertura de la 37 Feria del Libro de Huesca, nos permiten compartir sus historias y reencontrarnos con los demás, con otros lectores y libreros, en torno a la pasión por la literatura o la sabiduría en general.

Como decía la escritora y cuentacuentos Sandra Araguás en su pregón, volvemos a tener “ganas de cuentos”. El interés por las grandes historias no se ha perdido y, además, se vuelve a sentir el deseo de vivir la gran fiesta de las letras que es, al fin y al cabo, una feria del libro. La de Huesca llega fuera de su tiempo habitual, poco antes del verano, y fuera de su lugar, la calle. Ahora, desde el Palacio de Congresos, es una invitación a disfrutar de un buen libro en estos días de otoño en los que empieza a refrescar o en los que una jornada de lluvia invita de nuevo a quedarse en casa disfrutando del placer de la lectura. Y, de pronto, vernos en estos espejos que nos enseñan otros mundos.

Antes hay que elegir el título y volver a la Feria del Libro, en otro escenario, pero con la misma finalidad de acercar la cultura a todas las casas y edades. Huesca tiene que aprovechar esta oportunidad que brindan los libreros y los escritores que estos días visitarán la capital para reencontrarse con los lectores, con quienes conectaron durante la pandemia o con los que establecerán el vínculo en las próximas tardes de otoño. Una edición de transición que promete volver a la calle, pero en la que no faltará la fiesta.

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