La gran fiesta del libro
LOS LIBROS son esos espejos donde a menudo nos miramos para ver otras caras y otras vidas que nos inviten a pensar, a disfrutar y a volar más allá de lo que nos permiten nuestros pies. En este tiempo de pandemia, sus hojas han sido las alas que nos han dejado volar, superar cualquier límite y salir del encierro. Ahora, con la apertura de la 37 Feria del Libro de Huesca, nos permiten compartir sus historias y reencontrarnos con los demás, con otros lectores y libreros, en torno a la pasión por la literatura o la sabiduría en general.
Como decía la escritora y cuentacuentos Sandra Araguás en su pregón, volvemos a tener “ganas de cuentos”. El interés por las grandes historias no se ha perdido y, además, se vuelve a sentir el deseo de vivir la gran fiesta de las letras que es, al fin y al cabo, una feria del libro. La de Huesca llega fuera de su tiempo habitual, poco antes del verano, y fuera de su lugar, la calle. Ahora, desde el Palacio de Congresos, es una invitación a disfrutar de un buen libro en estos días de otoño en los que empieza a refrescar o en los que una jornada de lluvia invita de nuevo a quedarse en casa disfrutando del placer de la lectura. Y, de pronto, vernos en estos espejos que nos enseñan otros mundos.
Antes hay que elegir el título y volver a la Feria del Libro, en otro escenario, pero con la misma finalidad de acercar la cultura a todas las casas y edades. Huesca tiene que aprovechar esta oportunidad que brindan los libreros y los escritores que estos días visitarán la capital para reencontrarse con los lectores, con quienes conectaron durante la pandemia o con los que establecerán el vínculo en las próximas tardes de otoño. Una edición de transición que promete volver a la calle, pero en la que no faltará la fiesta.
Diario del AltoAragón