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ENTREVISTA

Victoria Martín: “Tiene que haber muchas más mujeres creadoras haciendo muchas cosas”

Después de una etapa "convulsa" con el éxito de Estirando el chicle, la guionista y cómica emprende nuevos proyectos

Victoria Martín.
Victoria Martín.
EFE

Después de una etapa “convulsa” con el éxito del podcast Estirando el chicle, la guionista y cómica Victoria Martín emprende nuevos proyectos, como su programa Malas personas y el lanzamiento de su primer libro, Se tiene que morir mucha gente, bajo el convencimiento de que “tiene que haber muchas más mujeres creadoras haciendo muchas cosas”.

“Yo creo que todas necesitamos sentirnos representadas de alguna manera y creo que por eso a lo mejor nuestro podcast llegó a conectar, o este libro”, afirmó en una entrevista con Efe a su paso por Zaragoza para una firma de libros multitudinaria.

En poco tiempo, Se tiene que morir mucha gente (Plaza & Janés) acaba de llegar a la quinta edición, ¿cuáles han sido las primeras impresiones?

—Muy bonitas, a la gente le está gustando y estoy muy contenta para ser la primera novela, porque siempre impone mucho el mundo literario.

Además lo has escrito en medio de todo el éxito de Estirando el chicle, el podcast que compartes con Carolina Iglesias, ¿cómo ha sido el proceso?

—Ha sido una etapa convulsa. Un poco duro, ¡ha sido un parto! Yo creo que ha sido un reto para mí, había momentos en los que pensaba que no iba a sacar el libro adelante porque era demasiado trabajo: ningún día libre, con bolos los fines de semana, además de llevar el programa… Entonces, era muy complicado sacar tiempo para ponerme a escribir y centrarme en la novela. He tenido que pedir plazos, pero ha salido y estoy contenta.

“Me gustaría que hubiera una serie sobre mi primer libro”

La gira de vuestro podcast cerró en el Wizink Center de Madrid, en el mayor espectáculo de comedia celebrado en España, ¿cómo lo ves ahora?

—Fue agridulce, porque también me apetecía terminar de alguna manera y pasar un tiempo en el que no tuviera tanta exposición. Ha sido muy bestia lo de este año, con una cosa que era como tan nuestra, autoproducida. Entonces era como: ¿Pero esto por qué está pasando? No éramos conscientes de la magnitud y se fue un poco de las manos; como que ya no era el control solo nuestro, sino que el programa ya era de la gente, y era difícil gestionarlo.

Pero ni mucho menos has parado, de hecho, has comenzado el podcast Malas personas, en Podimo, ¿cómo está siendo?

—Es mucho más relajado. Sí que tiene un proceso más de escritura, porque me apetecía hacer monólogo y estar más tiempo con solo una introducción en la que dijera lo que pienso. Luego la entrevista es corta, es un poco más distendido que El chicle, que tampoco es un programa intenso, porque hablamos de “caca, culo, pedo, pis”, que es lo que somos nosotras y lo que nos representa. Me hacía ilusión y estar en una plataforma de pago me da bastante protección.

“Los millennials piensan que tienen que ser más de lo que son”

¿Cómo han ido los programas?

—Yo creo que muy bien, creo que están contentos, luego a lo mejor me echan (ríe). Pero yo creo que está yendo guay, llevo a quien me apetece y es una cosa muy chula, la verdad.

En Se tiene que morir mucha gente has plasmado con ironía el sentimiento de una generación, los conocidos como ‘millennials’, con todas sus frustraciones. ¿Qué les sucede a tus personajes y a las personas de esta generación?

—Somos una generación que pensamos que tenemos que ser más que lo que somos, que es meramente existir. Hacer algo más y trascender de alguna manera, de una forma además súper precaria, porque la mayoría de gente que conozco que tiene mi edad no puede permitirse ni pagar una casa ni tener una familia, a pesar de tener trabajos de responsabilidad. Entonces, es como que nos debatimos entre ser una generación llena de sueños, pero que no sabemos cuáles eran esos sueños. Parecía que íbamos a conseguirlos y nos hemos quedado un poco perdidos.

“Mi nuevo podcast es más relajado”

Uno de los personajes de la novela, Fabiola, vive sometida al perfeccionismo de las redes, ¿qué supone este añadido?

—Yo creo que es de verdad agotador. Y creo que además nos creemos todos ‘influencers’; ya no solo es tener seguidores, sino que la gente de a pie, salimos de viaje y hay que grabar las cosas para ‘stories’, para que nos vean los amigos. Hay como una especie de cosa rara allí que nos ha inoculado y que me parece súper tóxica; es que las redes sociales me parecen muy tóxicas, la verdad, hay que saber manejarlas.

Incluso cuando todo parece perfecto en la vida real, como es el caso de otro de los personajes, Elena, pueden esconderse muchos problemas…

—Total, al final a veces tomas decisiones que crees que es lo que te hace feliz y luego te das cuenta de que no es la vida que querías tener. Creo que nos pasa a todos y a mí me ha pasado, a amigas les ha pasado… Y el caso de Elena es justo lo opuesto a lo que le pasa a Bárbara, otro personaje que ha tomado decisiones en su vida y ha sido la que ha seguido más su camino. Sin embargo, se ha dado cuenta cuando ha llegado allí de que se ha equivocado. Y es muy duro darte cuenta de que te has equivocado.

“Me siento un poco identificada con todos mis personajes”

De los cuatro personajes de la novela, ¿te sientes más identificada con alguno de ellos?

—Un poco con todos. Sí que es verdad que con Bárbara me siento un poco identificada, porque es también mi vida en experiencia: haber trabajado en un programa de televisión, haber sido guionista, mujer cómica… Son experiencias que compartimos ella y yo, que al final somos un poco la misma persona.

Ahora que has lanzado tu primer libro, ¿te gustaría seguir escribiendo?

—Sí. Me gustaría mucho escribir ficción porque al final es lo que yo he estudiado y lo que me gusta, pero es muy difícil; entonces, espero que haya una serie de este libro, me encantaría escribirla, desde luego.

¿Una serie de Se tiene que morir mucha gente?

—Me gustaría mucho, sería muy bonito porque al final este libro nació de una serie. Cuando me llamaron de Penguin Random House para hacer el libro yo tenía una serie en mente, que se llamaba Los nuevos veinte, una historia que transformé en un libro. Empecé de cero porque la narrativa literaria es absolutamente distinta a la de un guión, y eso es lo que más me ha costado de todo. Poder volver a transformarlo en serie me gustaría mucho.