Aragón

ALTO ARAGÓN - COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN DE HUESCA

Ara, un pueblo que crece con proyectos sostenibles entre ovejas y arte

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Ara, un pueblo que crece con proyectos sostenibles entre ovejas y arte
Ara, un pueblo que crece con proyectos sostenibles entre ovejas y arte
S.E.

HUESCA.- El guiñote y los vermús volverán al bar social de Ara, un núcleo perteneciente a Jaca, donde la vida bulle. En torno a ese espacio de encuentro vecinal se articula una unión ejemplar entre quienes mantienen el modo de vida tradicional y quienes han llegado en busca de una conexión con la naturaleza. Entre juegos y risas infantiles, unos crían corderos o cosechan cereal como sus antepasados; y otros ofrecen residencias artísticas o terapias. Pero todos juntos comparten proyectos de futuro y actividades: igual hacen el mondongo que planean salir a la fresca para ver cine.

Pablo Viscasillas, el representante municipal (alcalde pedáneo), siempre ha estado allí, mientras que la madrileña Bea Bañales llegó hace tres años. Para empezar, comparten que ninguno se quiere ir. Es un núcleo de montaña, a 938 metros de altitud, en el que viven unos 40 vecinos todo el año (55 según el INE). Este número ha crecido en los últimos años y aumenta más los fines de semana, ya que algunos viven a medias entre Ara y Jaca, y sobre todo en verano. Pero su población no está envejecida, sino que hay muchas parejas jóvenes y niños. Esta diferencia es por algo.

Y eso que el acceso no es fácil, aunque se está mejorando. El núcleo se encuentra a casi 18 kilómetros de Jaca, en la cabecera de la Val de Abena, al pie del monte Oroel, y hay que recorrer la HU-V-3011, y pasar el puerto de Navasa que, "con la nieve, se complica", comenta Viscasillas, uno de los jóvenes agricultores de la localidad.

Ahora, prácticamente se ha terminado la primera fase de mejora desde el límite de la Jacetania hasta el desvío de Ara y Abena, donde se ha construido una rotonda. Se ha ensanchado la carretera y se ha mejorado el firme y la mayor diferencia está en la actuación en el puente, que era muy estrecho. Para el tramo denominado de Abena a Binué, la Diputación Provincial de Huesca ha destinado una inversión de 417.337 euros. Ahora, Viscasillas confía en que continúe la mejora del trazado, como estaba previsto. Entonces, se reducirá el tiempo de viaje, que es de unos 25 minutos.

Bea Bañales y su pareja, el alpinista Álvaro Movellón, habían visitado ya muchos pueblos del Pirineo en busca de un lugar en el que "echar raíces" hasta que escucharon hablar de un proyecto de una escuela libre en Ara y se acercaron. "Vinimos una vez y preguntamos en el bar social porque nosotros queríamos una borda con terreno. Nos dijeron que preguntáramos por una casa con un jardín pequeño delante, que tenía huerto, y que llevaba 16 años vacía. No era lo que estábamos buscando, pero nos sentimos tan acogidos que la compramos", asegura. Por el momento, mientras reconstruyen la casa, viven de alquiler, porque se quisieron trasladar allí desde el primer momento.

Tres años después, "lo que más nos gusta es que no hay ningún conflicto en el pueblo, nos juntamos todos en el bar social al vermú antes de comer y cenar; y al guiñote. Ahora (aún cerrado) lo echamos mucho de menos", indica Bea Bañales. El local es de autogestión y se basa en la más absoluta confianza vecinal. "La gente tiene la llave y el primero que entra se pone de camarero. Si tomas algo, dejas el dinero; y siempre nos han salido las cuentas. No es para hacer negocio sino para cubrir los gastos", señala Viscasillas. De este modo, se toman una cerveza por 0,80 euros.

UN REGADÍO DE FUTURO

Ara cuenta con una treintena de casas entre las que están las de familias oriundas de varias generaciones, como la de Viscasillas, y las que tras marchar vendieron el patrimonio. Las tierras de cultivo se las quedaron otros vecinos. Hay tres con rebaños de ovejas y uno que cría terneros. Además, allí se hizo concentración y es una zona de regadío, donde cultivan cereal y alfalfa, que es a lo que se dedica Pablo. "Si tuviéramos que salir a trabajar fuera, sería más difícil vivir en el pueblo. No tengo hijos, pero llegarán y me gustaría que se criaran aquí", comenta el representante municipal, que vive con su pareja Elsa Álvarez. Alguna vivienda o pajar se vendió a nuevos vecinos, aunque otros viven de alquiler, unas 6 o 7 casas. El pueblo ha ganado vecinos. "Se han integrado muy bien. No hay ninguna queja, al revés. El pueblo los ha acogido bien, están a gusto y se crea también un efecto llamada", señala el representante municipal.

De hecho, Bea asegura que iría alguna familia más si hubiera posibilidades de encontrar vivienda. "Estuvimos buscando mucho tiempo. Es muy difícil por los precios, pero también porque a la gente le cuesta confiar y piensa que "el que vende pierde". La gente se ha vuelto loca para buscar segundas residencias y al final hay casas que no pueden estar habitadas por quien quiere vivir en un pueblo", reflexiona.

Bea dejó Madrid y su trabajo de marketing para cumplir un sueño. "Pensaba en retirarme a un pueblo cuando fuera mayor pero pensé, por qué no ahora cuando tengo energía", comenta. Su primer destino en la provincia fue Fañanás, "no quería pisar el asfalto", y trabajaba en Huesca. "Quería tener huerto y ahí probé mi primer tomate y ¡eso era un tomate!", recuerda con ilusión.

Después, marchó a Artosilla, un pueblo de La Guarguera cedido por la DGA a la Asociación Artiborain, al que se trasladó su pareja Álvaro, que residía en Seira. Con un niño en camino, Arán, de 5 años, -que si hubiera sido niña sería Ara, sin saber dónde iban a acabar-, iniciaron la búsqueda de un lugar para tener su huerto, sus gallinas y su casa de bioconstrucción. Se fueron después a Javierre del Obispo y, por fin...

En Ara, han encontrado su lugar. Como Álvaro es guía de montaña, desde allí se desplaza por el Pirineo y Bea es terapeuta y se mueve por la provincia. "Nos hemos dado cuenta de que no se necesita tanto para vivir, porque hay mucha compra y consumo y nosotros queremos ir hacia la autosuficiencia", indica, por lo que tienen huerto, hacen conservas... Y en esto pueden aprender de los vecinos que siempre han vivido allí.

"La gente se ha volcado con cualquier proyecto y te ayudan como en un pueblo de toda la vida", resalta. Piensa en 3piedras, una iniciativa de dinamización rural, impulsada por un vecino de Ara, que busca "la reconexión de seres humanos y la naturaleza y la recuperación del medio rural como marco de convivencia". Y todo ello, en torno al arte, para lo que ha puesto en marcha una residencia de artistas. "Ante el reto de la despoblación rural, proponemos reconstruir puentes y relaciones profundas a través del poder reflexivo y transformador del arte", indican en su web 3piedras.org.

Ahora, en Ara planean convertir la tradición y salir a tomar la fresca en un cine al aire libre en el que compartir más tiempo. "Son proyectos para hacer comunidad", comenta Bea. Aunque llegaron porque habían oído que se planeaba un proyecto de escuela libre, por el momento no existe en Ara, alguno de los niños en lugar de estar escolarizado en Jaca asiste a la escuela unitaria de Caldearenas, donde conviven niños de todas las edades y entronca más con el modelo educativo que desean. Arán, por su parte, asiste a la escuela libre "Caxico", impulsada por una asociación de padres en Ulle, otro pequeño núcleo de Jaca, que acoge a 12 niños de 3 a 6 años. Ahora, plantean con Educación de la DGA la forma de que puedan continuar con la Primaria.

Todos resaltan que es un ejemplo de convivencia y de cómo hacer frente a la despoblación y hacer crecer un pueblo. Ara también sabe vivir a la sombre del monte Oroel.