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ALTO ARAGÓN - COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

La escuela de Paúles se salva, por fin, año y medio después de lanzar un SOS

#CONTRALADESPOBLACIÓN

La escuela de Paúles se salva, por fin, año y medio después de lanzar un SOS
La escuela de Paúles se salva, por fin, año y medio después de lanzar un SOS
S.E.

HUESCA.- Una familia de Valencia lanzó un anuncio en redes para encontrar casa y trasladarse al Sobrarbe y, por otro lado, el Ayuntamiento de Aínsa había aprobado ayudas para familias con hijos que se instalaran en un núcleo del Biello Sobrarbe para salvar del cierre el próximo curso la escuela de Paúles de Sarsa. Una vecina de Mondot vio el anuncio, encontró una casa en alquiler, llamó a la familia y le dijo que sería para repoblar. Así lo explica Joaquín Blasco que con su mujer Ana María Verdejo y sus hijas Aitana, de cinco años, y Ohana, de dos, se instalarán en diciembre en Arcusa y garantizarán la continuidad del aula.

El bando, en el que se incluían también ayudas a propietarios que arrendaran una vivienda, se publicó ya en primavera de 2019 con más de dos años de tiempo ante un cierre seguro el próximo curso si no había más alumnos. Recientemente, la llegada de un niño de cuatro años a Sarsa de Surta, que ha comenzado en Paúles el curso, dio esperanza. Ya son cinco. Pero no solucionaba el problema que se iba a presentar el próximo junio con el paso de tres al instituto. Ahora, se incorporará Aitana y en septiembre Ohana. Con cuatro, la escuela seguirá abierta.

Las hojas pinchadas en los tablones municipales ya estaban ajadas mientras la esperanza se desvanecía. "Es una satisfacción porque pensábamos que no íbamos a encontrar a nadie. Es muy importante la implicación de la gente del territorio y es de agradecer, porque sin ellos no hubiera sido posible", comenta el alcalde de Aínsa-Sobrarbe, Enrique Pueyo, que lanzó las ayudas en coordinación con el Ayuntamiento de Bárcabo, el director del centro José María Santos y las familias.

"Lo dejamos todo por ir a Arcusa, nos puede aquello, la atracción de la zona, y nos conmovió la escuela", resume Joaquín Blasco, que admite que le da un cierto vértigo la decisión por el trabajo. "Es una aventura que igual es un poco alocadamente. No sé si estamos haciendo bien o mal, pero lo estamos haciendo. Ilusión y fuerza tenemos", asegura. Entre el entusiasmo de conseguir un sueño buscado y la "responsabilidad como padre de familia" se debate estos días Joaquín mientras prepara la documentación para empadronarse e inscribir a Aitana en el colegio. El próximo día 3 pagará el primer mes del arrendamiento de la casa e irán realizando el traslado mientras trabajará en Valencia hasta mediados de diciembre.

Todo comenzó hace tres años, cuando Joaquín y Ana María eligieron el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, para pasar su luna de miel, ya que tenían que ir con un cachorro. "Somos amantes de los animales, de la naturaleza, de la montaña... empezamos a conocer Broto, Bielsa... todos los pueblos. Y aquello nos marcó y nos enamoró", indica Joaquín. Desde entonces, han vuelto de forma periódica, también con las dos hijas mellizas de Joaquín de 18 años, que se quedan con su madre en Valencia, donde han empezado a estudiar Derecho, y que ahora vendrán a visitarlos. "Nos ha gustado la gente, la forma de vida, incluso nos salieron ofertas de trabajo y... poco a poco nos fueron abriendo los ojos de que podía ser posible", comenta, al tiempo que resalta el problema de la vivienda.

Una vez resuelto, ahora le inquieta encontrar trabajo. Joaquín cobra una pensión por la incapacidad que le reconocieron para continuar de camionero, pero desde entonces ha trabajado en hostelería y sabe de fontanería, de construcción... "Si me contrata una empresa, no paga seguridad social; y mi mujer lleva desde los 16 años en hostelería, pero no le importaría trabajar en una granja, limpiando o lo que sea, porque somos trabajadores y responsables", señala. "Sabemos que el trabajo por aquí es temporal, pero somos luchadores y con dedicación... a ver si tenemos suerte", apunta. "Las exigencias que nosotros tenemos nos las da el lugar, no tenemos exigencias en el trabajo, solo dar de comer a nuestras hijas, pagar los recibos y cumplir con todos", afirma. Sobre todo, "queremos tranquilidad, naturaleza, el contacto con la gente del lugar, y educar a nuestras hijas en el respeto a la gente, a los pueblos, a la naturaleza...", concluye.