Aragón

ALTO ARAGÓN - COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

La vida bajo la carrasca de Lecina más allá de las brujas, pero con magia

#CONTRALADESPOBLACIÓN

La vida bajo la carrasca de Lecina más allá de las brujas, pero con magia
La vida bajo la carrasca de Lecina más allá de las brujas, pero con magia
V.B./E.P.

HUESCA.- Pura Buil es, a sus 83 años, la única vecina de Lecina que, como la carrasca milenaria, nació allí y sigue ahí. Durante años, con su marido Vicente Barfaluy y alguna otra familia que quedó en esta localidad que nunca se llegó a despoblar, fueron los "guardianes" de Lecina. Ahora, como el resto de vecinos, vive atenta a la evolución de los votos para el Árbol Europeo del año 2021. Va en primer lugar, con 48.584 votos a primera hora de la tarde de este viernes, seguida del ejemplar italiano (42.553), después de que redujeran los votos del árbol ruso (38.584).

Sea cual sea el resultado, Lecina, el pueblo más al sur de Sobrarbe, en el municipio de Bárcabo, al norte del Parque Natural de los Cañones y la Sierra de Guara, entre los oscuros del río Vero y los abrigos rupestres, vive y sueña, ahora con más visitas que nunca. Más allá de las leyendas de brujas que se reunían bajo su copa y del milagro de la cruz de Sobrarbe sobre la carrasca que forma parte del escudo de Aragón, hay vida a la sombra de la majestuosa encina y, por supuesto, magia.

Las visitas diarias no son por los votos, sino por los vecinos que la tienen como un hito. Además, bajo su copa se han celebrado bodas y bautizos. Con más de 16 metros de altura y siete de diámetro, ocupa una superficie de 615 metros cuadrados. "No hay ni un solo día que no vaya a la carrasca", comenta Ana Zamora, que llegó con Miguel Ángel Blasco a principios de los años ochenta en busca de un cambio de vida por el que dejaron sus trabajos de secretaria y de profesor de Matemáticas. Llegaron por una carretera sin asfaltar en plena oscuridad, a un pueblo sin luz, sin agua, sin teléfono... dos décadas después de que las casas se fueran cerrando y entre signos de abandono. Y han cumplido su sueño.

Poco después de su llegada, Pura dejó de ir con los cántaros a la fuente y tuvo su primera nevera. Y los antiguos vecinos, que muy a su pesar habían tenido que emigrar pero nunca olvidaron Lecina, comenzaron a levantar sus casas con los ahorros de su nueva vida... Y, hoy, "en verano nos juntamos todos los días en la plaza, y los franceses se paran a hacernos fotos porque les llama mucho la atención", explica Aurora Berges, una antigua vecina, con una gráfica descripción de la unión y la vida que emerge.

No es tan fácil en invierno, donde apenas residen una docena de habitantes. "Se puede vivir todo el año cuando estás jubilado, pero para asentar población lo primordial es que sea rentable. Si no puedes subsistir, es ley natural", explica el hijo mayor de Pura, Vicente Barfaluy, de 58 años, que se crió allí. "Lo veo como un sitio de segunda residencia, no creo que cambie mucho porque es complicado que la gente vuelva a apostar por vivir allí, aunque es verdad que la pandemia conlleva cambios de hábitos de vida y con conexión a internet...", explica Óscar Palacio, de 43 años. Y la banda ancha ya ha llegado, con el Plan de Extensión de la Diputación. De hecho, este invierno hay una decena de casas abiertas.

Óscar es hijo de toda una saga de carpinteros en Lecina, trabajó varios veranos en la Oficina de Información del Parque y en el aparcamiento del Vero e incluso soñó con vivir allí pero... "Sí que me lo llegué a plantear, pero lo vi inviable", admite. La realidad se impuso y ha formado su familia en Barcelona. Su padre, Justo Palacio, ahora de 78 años, se fue a los 18 para establecerse en Barbastro como carpintero, al ver que el trabajo aflojaba porque cada vez quedaba menos gente, explica él mismo. Sus padres y su hermano marcharon poco después a Barcelona. Ahora, dos de sus hijos siguen en Barbastro como quinta generación de negocio. El almacén de la antigua carpintería aún se mantiene en Lecina.

¿Y, como carpintero, no tuvo la tentación de cortar la carrasca? Ante esta pregunta, Justo se ríe: "Nooooo". La encina no se usa en carpintería y más en una zona rica en enebros. Con todo, recuerda cómo en los años 40 o 50 del pasado siglo hubo la tentación de cortarla para hacer carbón, pero se salvó la quema, en parte. Ahora, la carrasca milenaria se encuentra rodeada de mucha vegetación, pero en una imagen aérea de aquellos años, lucía sola entre campos de cultivos, comenta Óscar, que ha recogido testimonios para conocer la historia de esta localidad.

"Es un lugar muy simbólico para el pueblo, las mujeres que van a caminar siempre pasan por ahí", comenta su hermana Esther Palacio, que también ve "complicada" la vida allí por la falta de servicios. "Que no haya los mínimos servicios, no ayuda para que la gente se instale", apunta Ana Zamora, que explica que la localidad grande más próxima es Barbastro, a unos 50 o 55 minutos, mientras el centro de Salud lo tienen en Aínsa, a poco más, pero siempre por carreteras estrechas y con curvas. Se podría decir que está en medio de la nada o lejos de todo.

"Somos una sociedad muy urbanizada y en el medio rural los servicios no son los mismos", comenta Óscar, al tiempo que reflexiona sobre la necesidad de saber convivir con la soledad. Algo que también menciona Ana Zamora que hay que saber gestionar. A su juicio, no es suficiente con amar la naturaleza. A Pura no le cuesta esfuerzo: "Aquí nací y aquí sigo porque me encuentro bien". "Algunos se iban porque aquí no había vida, pero a nosotros nos cogió cuando criábamos a los hijos y ¿adónde íbamos a ir con los críos tan pequeños si teníamos la vida aquí?", comenta. "Mi marido tenía el campo, teníamos cerdos, ovejas, gallinas, conejos... Además, entonces no había conductores y, como él sabía y se puso el tractor, aquello nos fue muy bien porque se hacía todo mejor que labrando con bueyes y mulas", explica Pura.

Sin embargo, "sufrimos mucho porque daba mucha pena que se fuera la gente. Nos facilitaban las cosas y nos dejaban tierras para apacentar, pero nos decían: "guárdame la casa, que no entre nadie". Estábamos como guardianes. Cuando volvían, veían que el pueblo no estaba cerrado y menuda alegría teníamos todos", recuerda. El cierre del colegio fue un mazazo. Sus tres hijos -la pequeña de 53 años, la última que nació en el pueblo- tuvieron que ir a Bárcabo, pero duró poco, y después internos a Barbastro. "Es más duro que la mili", recuerda su hijo Vicente, mientras explica que lo que más le llamó la atención fuera es que las puertas de las casas estaban cerradas.

Ahora, las de Lecina siguen abiertas, aunque algún vecino lamenta que esté cerrado La Choca, el hostal-restaurante que inauguraron en 1992 Miguel Ángel Blasco y Ana Zamora, que se convirtió en un referente en la zona que se distinguía por la cocina internacional. Allí han trabajado más horas que si hubieran seguido en Barcelona, pero más felices y con un modo de vida que no cambiarían por nada. Nunca, explica Ana, se han arrepentido de la decisión ni se plantearon marcharse. Y eso que empezaron de cero, con una granja de conejos y un huerto que los vecinos les enseñaron a cultivar. Tras jubilarse, ahora La Choca está a la venta y se antoja como una llamada a nuevos pobladores.

La carrasca de Lecina es conocida entre sus vecinos como "la castañera de Carruesco", por el valor de las bellotas, que recogían para los animales, y el nombre de la casa a la que pertenece. Pero también se llevaban unos puñados a la escuela y las tostaban en las estufas, recuerda Aurora Berges, que con 14 años marchó a Binéfar con su familia. Se ha convertido ahora en una de las protagonistas del vídeo, impulsado por TuHuesca, para promocionar su "Magia" con Alfonso Palomares (Oregón TV) bajo esta petición: "Si votas por la carrasca de Lecina, te cambiará la vida". "Yo voté y me quedé embarazada", dice con gracia a sus 75 años. Una vez que marcharon las brujas de la leyenda, no solo creció la carrasca más pequeña y se convirtió en milenaria, sino que "hay un reino entero bajo la carrasca, aunque algunos no lo sepan encontrar...", como canta La Ronda de Boltaña acerca del Sobrarbe por su simbología.