Comarcas

COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

La reconquista de los pueblos del Abadiado de Montearagón

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Yolanda Arnal, la representante municipal del Ayuntamiento de Loporzano en Bandaliés, en el centro de la imagen con su hijo, entre vecinos del pueblo de diferentes edades.
Yolanda Arnal, la representante municipal del Ayuntamiento de Loporzano en Bandaliés, en el centro de la imagen con su hijo, entre vecinos del pueblo de diferentes edades.
Pablo Segura

CADA MAÑANA Raimundo Abió pone a girar el torno en el que moldeará con manos de experto nuevas piezas de alfarería. Con ellas, da continuidad a la tradición que se pierde en el tiempo de un pueblo entero, Bandaliés, donde ya solo queda su taller. De ahí salen vajillas, trofeos, cucañas, placas de calles... todo lo que se pueda imaginar hecho con barro. Y arte, porque también se cuecen sorpresas. Entonces, arranca también el autobús escolar con 11 niños rumbo al CRA de Tierz. Mientras uno sale, a veces llegan -se complicó con la pandemia- otros autocares para ver ese torno, que se antoja como un símbolo de la vida que cada tarde bulle en la plaza.

Abió da forma a las ilusiones en un pueblo que ha crecido con la pandemia. Hubo un tiempo en el que fueron menos, pero el confinamiento en pisos animó a muchos a irse a vivir a un pueblo situado a solo 11 kilómetros de Huesca. Así lo explica Yolanda Arnal, vecina y representante del Ayuntamiento de Loporzano en la localidad. El pueblo necesita inversiones de mejora de infraestructuras, asegura, y trabaja en ello. Pero no es fácil en un municipio tan extenso, con tantos núcleos y escasa población.

Raimundo Abió, quinta generación y último alfarero de Bandaliés, trabajando en el torno.
Raimundo Abió, quinta generación y último alfarero de Bandaliés, trabajando en el torno.
Pablo Segura

En Bandaliés duermen cada día unas 70 personas (63 empadronados, según el INE), indica Arnal. En Loporzano, aunque hay más inscritos, están alrededor de 50 a diario, según detalla el alcalde, Jorge Luis. En esta localidad, se encuentra una de las grandes “industrias” del cine, la empresa Tecmolde, de Julio Luzán, que construye decorados de gran tamaño para series y películas. Su hija Irene Luzán, que comenzó en el Parque Tecnológico Walqa, también ha trasladado allí su empresa dedicada creación de escáner 3D y fotogrametría, que igual reproduce un sarcófago de Sijena como crea, para Netflix por ejemplo, actores en 3D que se utilizan para efectos especiales o incluirlos en escenas en la postproducción. Por Loporzano han llegado actores, directores... y siempre se van -como contaba recientemente a este diario- con un pan debajo del brazo.

La panadería de Mario Torres es de los pocos establecimientos abiertos en el municipio, donde también hay algún restaurante, pero que no abre a diario, como el de Sasa del Abadiado, la gasolinera de la N-240 y establecimientos turísticos como El Pajar de Castilsabás y otras casas rurales en diferentes pueblos.

Los niños de Bandaliés juegan en el corazón del pueblo.
Los niños de Bandaliés juegan en el corazón del pueblo.
Pablo Segura

El alcalde, Jorge Luis, señala que les gustaría poder sacar a concurso la gestión de algunos clubes, que funcionan como de amigos, para que pudiera llegar alguna familia. Lo han intentado, pero no es fácil.

A pocos minutos de la capital, Loporzano tiene una densidad considerada desértica: con 3,3 habitantes por kilómetro cuadrado. Y eso que ha crecido con la pandemia. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) indican que en 2021 había 574 vecinos, frente a los 514 de 2020. Aunque hay muchos otros municipios en la provincia con densidades por debajo del 3, sus datos no alcanzan ni siquiera los del conjunto de las comarcas más despobladas: Sobrarbe y Ribagorza. Al mismo, pertenecen Aguas, Almunia del Romeral, Ayera, Bandaliés, Barluenga, Castilsabás, Chibluco, Coscullano, Loporzano, Loscertables, Sipán/Los Molinos de Sipán, Santa Eulalia la Mayor, San Julián de Banzo y Sasa del Abadiado. Sin embargo, “no hay conciencia de municipio, cada uno reivindica lo suyo, y queremos conectarlos a través de los caminos”, indica Luis.

De todos ellos, solo Aguas y Coscullano quedan fuera del antiguo Abadiado de Montearagón, un paraguas bajo el que se agrupan todos estos pueblos de pocos vecinos, que se encuentran y se multiplican cada 1 de mayo en la romería de la ermita del Viñedo.

En este lugar mítico, se volvieron a juntar miles de personas tras dos años sin fiesta por la pandemia. Ahí, se encuentra un punto de información para orientar a los turistas a que descubran un entorno con muchas posibilidades, en el que además de las visitas culturales a este espacio, se pueden ver las pinturas románicas de Barluenga, la atalaya de Santa Eulalia la Mayor o la llamada Piedra Mora. El Ayuntamiento, según explica Jorge Luis, ha solicitado la declaración BIC y, también, hay un proyecto para crear con otros municipios un Parque Cultural de piedras fecundantes. Además de querer atraer a touroperadores por el patrimonio cultural y el Abadiado de Montearagón, la zona es “una puerta a Guara”, indica Jorge Luis. “Vamos a buscar un turismo tranquilo, no tan explotado... “, detalla. Además, se puede disfrutar del senderismo o de la BTT por muchísimas rutas.

La romería del Viñedo se recuperó este 1 de mayo.
La romería del Viñedo se recuperó este 1 de mayo.
Pablo Segura

El taller de alfarería de Abió es uno de los reclamos turísticos de esta zona que atravesó momentos difíciles por la caída de demanda durante la pandemia. “Estos dos últimos años han sido terribles, porque no encargaban ni una pieza”, indica, aunque ahora “está despertando”. Abió, a pesar de las dificultades, sigue con la puerta abierta pero lamenta la falta de relevo generacional. Este ingeniero químico, que apostó por la tradición familiar tras acabar los estudios, se niega a aceptar que tengan que ser sus hijos los únicos que puedan continuar con el oficio. Por ello, reclama que se facilite la figura del aprendiz, para un trabajo en el que asegura que se que necesitan nueve años. En este sentido, lamenta que un profesional como él, por ejemplo, no puede ejercer como profesor e impartir clases, por lo que entiende que “no tiene ningún sentido”. “Todos estos oficios que requieren de la figura del aprendiz, van a desaparecer. Además, alguna vez he necesitado un trabajador, pero no existe, a no ser que se lo quite a otro taller activo”, lamenta. ¡Ah! y esa sorpresa que se cuece en el taller es un trabajo que realiza para una obra del artista oscense vinculado con Sasa del Abadiado, Antonio Fernández Alvira, que expondrá próximamente. “Ahora se trabaja a la carta”, indica Abió. Como él, Yolanda Arnal se crió en Bandaliés y también eligió su pueblo para volver, construir una casa y vivir con su familia.

Jorge Luis es uno de los vecinos de Loporzano que buscaba “la tranquilidad para hacer una familia” y la ha encontrado en Loporzano. “Algunas personas tienen la idea del retiro, pero es posible para vivir, para desarrollarse, porque se puede hacer mucho desde aquí. Hay mucha gente curiosa haciendo cosas curiosas más allá de la ganadería y de la agricultura”. En Santa Eulalia la Mayor, vive un youtuber.